El sueño de Magritte
Magritte ya no sueña, ni imagina
pipas que no lo son, ni se ubica en el horizonte, en cuya línea azul y gris,
como los ojos de un gato siamés, hacen equilibrio pesados barcos petroleros y
se juegan la vida los misterios, el futuro, los llantos y las rendiciones.
Magritte ya conoce la intemperie de la trinchera y de la noche; el pañuelo blanco
al alba, agitándose como una pálida amapola ensangrentada. Magritte ya no sueña, ni imagina
pipas que no lo son, ni le importa el horizonte azul y gris, como los ojos de
un gato siamés que maúlla, bajo un cubo de basura cualquiera del puerto, sin
que nadie lo oiga.
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