Vladivostok Gato
Vladivostok Gato escribió lo más
certero y ambiguo de sí en un cartón: su nombre, su grupo sanguíneo, su último
aliento. El óxido y el frío quedaron a merced del cielo amarillento que sentía
pesado y macizo como una amenaza. Alzaba la cola, temblaba, limpiaba sus patas
embarradas con su lengua bajo su Hogar-Gaseoducto Abandonado, junto a su vía de
escape Camino-De paso. Vladivostok Gato limpiaba su revólver, su alma y sus
vísceras, para que, llegado el momento, su disimulo se metamorfoseara en algo
parecido a la belleza.
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