miércoles, 28 de septiembre de 2011




...Tiempo atrás, el Vaticano se adaptó a los nuevos tiempos, y decidió que O.V.N.I. se decía, en latín, res inexplicata volans. Quién sabe cómo dirán pederastia o Galileo...
...Justo después de que, en algún lugar de la Tierra, cayera un satélite chatarra de la N.A.S.A., El Mundo escribió lo siguiente: Muere una mujer en Buenos Aires al caerle 'una misteriosa bola azul del cielo'. La noticia es pura ciencia ficción, puro realismo mágico. Bastaba leer esto en Clarín, para darse cuenta de que se había tratado de una explosión de gas. El Mundo podía haberlo dicho y no omitirlo. Después, podía habernos obsequiado con realismo mágico de segunda...
...Bah, lo decía porque me parecía una metáfora de casi todo...




...Los regresos son duros: se caen los palos del sombrajo, caen fichas de dominó, se caen los brazos, uno rueda hasta el centro de la tierra...
...Y oye dos canciones que son la misma canción: lástima que por culpa de un semitono no se puedan poner las dos simultáneamente, sólo un semitono las separa: ambas en tono menor, casi la misma estructura armónica, pero una en la menor y la otra en la bemol menor...
...Ne me quitte pas, il faut oublier, tout peut s'oublier. Qui s'enfuit déjà, oublier le temps, des malentendus, et le temps perdu. A savoir comment, oublier ces heures, qui tuaient parfois a coups de pourquoi le coeur du bonheur... Ne me quitte pas, ne me quitte pas, ne me quitte pas...





...Espera, aún la nave del olvido no ha partido, no condenemos al naufragio lo vivido, por nuestro ayer, por nuestro amor, yo te lo pido. Espera, aún me quedan en mis manos primaveras para colmarte de caricias todas nuevas que morirían en mis manos si te fueras...


...Son la misma canción, el reverso de células que explotan...
...Estoy cansado, bajo mínimos: todos los regresos tienen sus canciones, sus miserias, sus incandescencias. Los aviones, el gas azul, la sangre bombeada...
...Cuando uno regresa con las pupilas dilatadas nada queda en nuestras manos...
...Se termina septiembre, sigo dejándome llevar por todos los ríos subterráneos que me inviten, que me tienten, que me maten: ¡boom!...




Miguel Ángel Maya
Sevilla, 28 septiembre, 2011
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domingo, 25 de septiembre de 2011

sábado, 24 de septiembre de 2011

ESPECIES QUE DESAPARECEN




Me gustaría desaparecer.
En la ficción o fuera de ella, me da igual...
Pero desaparecer


Marilyn Monroe a su psicoanalista Ralph Greenson


...Como en la canción de De André, una mujer en llamas y un hombre solo, e una lettera vera di notte, falsa di giorno. El peligro de extinción como la cara oscura de la luna. Un mago corta a una mujer en dos, y suena música de charanga. Habrá alguien que aplauda este circo, habrá alguien que cabalgue, que sueñe. Veo por primera vez la nieve. Conozco la dulzura del hambre y de la sed. Y el amor después del amor después del amor después del amor... Alguien tira de mí, de esta rienda demasiado floja, percibo el hastío, el ya está bien. Los Rolling Stones cantan Wild horses, sin rienda. Miro una y otra vez las últimas escenas de las películas en las que quiero sumirme para siempre. Y, como Marilyn, desaparecer, en la ficción o fuera de ella, me da igual, pero desaparecer...

Miguel Ángel Maya
París, 24 septiembre 2011
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miércoles, 21 de septiembre de 2011

LES OISEAUX VONT MOURIR AU PÉROU




Il sortit sur la terrasse et reprit posession de sa solitude: le dunes, l’Océan, des milliers d’oiseaux morts dans la sable, un canot, la rouille d’un filet, avec parfois quelques signes nouveaux: la carcasse d’une baleine échouée, des traces de pas, un chapelet de barques de pêche au lointain, là, où les îles de guano luttaient de blancheur avec le ciel. Le café se dressait à cent mètres de là: on ne l’entendait pas.

Romain Gary, Les oiseaux vont mourir au Pérou






…Vengo a la Gare de Lyon sólo para ver el lugar desde el que se marchan Rick y Sam hacia Marsella, la noche antes de que los alemanes vestían de gris y tú vestías de azul entraran en París. El tren, la lluvia, la carta de Ilsa, la tinta negra mojada por la lluvia, rímel segregado por palabras tristes. I cannot go with you or ever see you again. El tropel de porqués, el asedio, el tren, la huida…

…En uno de los andenes de la Gare de Lyon hay una familia árabe. Un hombre va vestido con una camisa blanca y pantalón negro, es moreno. Tiene un pelo muy negro engominado y un reloj de bolsillo cuya cadena se balancea. A su lado hay una maleta trolley. Enfrente hay una niña que juguetea con un papel de periódico (lo pisa y lo despisa); un hombre con bigote, viejo, camisa de cuadros, que dice cosas y se acompaña de sus manos tajantes; una mujer mayor y gorda con la voz aguda interviene de vez en cuando en la conversación del hombre tajante. Lleva un vestido azulado estampado largo, un mantón blanco que de vez en cuando se pasa por los ojos y que le cubre la cabeza. Pasa un rato hasta que comprendo que tiene la voz aguda porque llora. Llora cada vez que el hombre de camisa blanca se marcha. Mira al cielo. Llora. Hay un momento en que se queda completamente sola en el andén. En la soledad llora y se derrumba. A su lado yacen unos pájaros que han salido de su pecho árabe. Algunos aletean todavía. Agonizan. La mayoría van muriendo hasta que el chico de la camisa blanca vuelve con una botella de agua o con un periódico deportivo bajo el brazo…
…En París he visto mucha gente llorando: llorando por la calle, llorando en un bar, frente a una cerveza, llorando en el metro o en el autobús. Personas acompañadas o personas solas. Si pienso en París imagino a alguien llorando y el agua corriendo a orillas de las aceras y el cielo gris a punto de llover…
…Yo también lloro en París. Rick no lloró en aquel tren. José Hierro no lloraba en sus poemas. Yo sí lloro, como Oliverio Girondo, como Alejandra Pizarnik, como Olivier Messiaen, como Arvo Pärt...
…Soy una montaña rusa, olisqueo el Sena, como un perro, quizás por eso lloro, y me froto sinuoso por sus puentes, como un gato o un clochard. Los clochards tampoco lloran, ni siquiera los clochards de Cortázar: arrastran maletas y piden monedas con voz de mastines cansados a las puertas de las boulangeries…




…Anoche esperé a V. en la parada del metro Anvers. Por la tarde había leído esa misma palabra en un libro de Roberto Bolaño, en la sección de libros españoles e hispanoamericanos de una librería de Montmartre. Amberes. Anvers. Roman. Roberto Bolaño, un des plus importants écrivains en langue spagnole des dernières annés. Né et mort. Pas mort. Vivant. Il aurait 58 ans aujourd’hui. Llovía en Amberes. V. había quedado con E. y yo las esperaba. No conocía a E. En Amberes había un bar, cruzando la calle. Me resguardé en el bar en cuya vidriera se esmerilaba la salida art-déco del metro y en cuyo interior había cuerpos calientes y conversaciones y tintineos cálidos…





…V. sale de la boca del metro. Me llama. Apuro mi cerveza y salgo. Corro junto a V. bajo la lluvia y llegamos al bar donde está E. E. y yo nos reímos al vernos. El azar nos hace reírnos mucho bajo la lluvia. Mai mi sarei immaginata che saresti tu. Nemmeno io. Hay un abrazo. No sé cómo poner las manos, dónde ponerlas. Lluvia y Francia. E. y yo estudiamos juntos en Nápoles: la clase de semiótica del profesor Martone. Después de Nápoles se fue a París, y vivió en Asia, y ahora hace un doctorado sobre los pueblos nómadas del Tibet, y lee Les oiseaux vont mourir au Pérou, de Romain Gary. Gary fue marido y tormenta de Jean Seberg. Jean Seberg en blanco y negro me enseñó París, con su pelo corto a lo garçon. Comimos un kebab. No Jean Seberg, sino nosotros tres. E. no sabe que una vez escribí en mi diario Elisa, vida mía, por ella. Era literatura, era mentira, sí, pero lo escribí por ella. Me la imagino con los nómadas del Tibet. Busco Le cinéma de l’occupation et de la resistánce, de André Bazin. Pregunto por él en una librería de Montparnasse. La librera se empeña en que quiero Qu'est-ce que le cinéma? Su voz se vuelve irritante y presuntuosa. Odio discutir con libreros cuando sé el libro que busco. Encuentro el libro de Gary por casualidad. La librera se convierte en un papagayo que habla, estira el cuello, mira por encima de sus gafas, bajo la que sobresalen unas ojeras estúpidas. Da igual, Madame Trépat, le digo al gallináceo. Hago un gesto como de mago, como si con él pudiera hacer desaparecer a todos los libreros del mundo que se empeñan en corregirme cuando sé lo que busco. Yo también soy un estúpido. Desaparece aleteando Madame Trépat, salope de merde. Los pájaros son ahora míos, y van a morir a Perú. No los pago. Los pájaros de Gary no tienen alarma, no suenan al pasar por la puerta. Nadie sospecha cuando me alejo. Con lo que no me han costado puedo comerme dos crêpes. Justo el día del cumpleaños de Leonard Cohen. Llevo los pájaros en el pecho, como Luna Miguel, y palpitan y agonizan cuando van a morir a Perú...
…Qué montaña rusa ésta…

Miguel Ángel Maya
París, 21 de septiembre 2011

P.D. La foto de la montaña rusa es de Ángela Pablo.
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domingo, 18 de septiembre de 2011

DANS LA LUNE




Esa luna color de viejo saxofón
me retendrá en París.
Esa luna color de vieja mariposa,
de alma vieja buscando sobre el viento
ojos para mirar el fin de siglo,
gatos que son las dudas de la noche.

Luis García Montero, Diario cómplice






...Por la ventana se filtra una luz de domingo que parece sol. Espero el café. Leo. En un rato habré salido al frío. Tenía que haber ido a una lección de danza con la bailarina rota, pero las calles de París llevan unas a otras como naipes o vicios. De buenas a primera una chica pelirroja recorre el cementerio de Père Lachaise llevando consigo una maleta morada, o uno se encuentra una librería abandonada y lee desde la puerta los títulos amontonados y polvorientos en los tomos, o un enano gangoso y estrábico le pide a uno un euro o dos "para una cuestión importante que no le puedo decir, monsieur". Yo me perdí buscando a Georges Méliès, para agradecerle haberme llevado a la luna cuando sólo a él o a Cyrano se le ocurrían esas cosas. Después estuve un poco en Buenos Aires, junto a la bailarina rota y un vino. Después llovió, y corrí bajo la lluvia junto a V. y menos mal que en casa había vino y todos los fuegos el fuego y los calcetines. Me da cierto pudor contar que mis pasos me llevaron al París que hay en las páginas de mi novela, a los tejados, a una cerveza en un banco mientras la tinta roja corregía ficción de acuerdo a la realidad y mientras mis pupilas corregían la realidad de acuerdo a la ficción. Nunca llegaré a nada, calamidad: recorrocamino París, como quien se sienta solo en un cine en versión original y se deja empapar o engatusar como los gatos perezosos frente a las chimeneas. Bebo el primer café. La vida acontece, me pierdo, como cuando busco a Méliès y su luna y encuentro un poema de amor terrible en una tumba y de pronto asisto a un derrumbe...

Miguel Ángel Maya
París, 18 septiembre 2011

P.D. La foto es de Míriam Peña.
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viernes, 16 de septiembre de 2011

TOUT S'EN VA



...Hoy el cielo de París vuelve a estar agrio, y las mismas brumas y nubes de fuera están dentro. Llueve, suena Radio FIP, una bossa-nova, los tejados de enfrente se mojan..
...Estuve con Cortázar bajo un cielo insultantemente azul, París bajo mis pies caminando, caminando, caminando, run, run, run, como te decías tú con la bicicleta cuando... Camino por París como una estrella de mar a la que le faltan demasiados brazos. Conocí a una bailarina que acababa de romperse, regresé por un instante a Buenos Aires, tomamos vino, y después fuimos a comer a un lugar donde había un piano y arroz con pollo. Regresé con la bailarina rota hablando de cine, a través de la noche de París y de calles que no eran más que un decorado nocturno y arquitectónico que sostenía la conversación. Cuando nos separamos volví a encontrarme solo y me vi obligado a orientarme. Cuando tengo que orientarme es cuando más miro enloquecidamente hacia ti, y pienso que avec le temps va, tout s'en va, y no quiero que sea demasiado tarde para...
...Le contaba a Cortázar los últimos acontecimientos de mi vida: ahora pienso si, dentro de tres años, cuando en la pestañita de la derecha de este blog ponga 2014, estaré hablando de mi hijo, o de una enfermedad terminal, o si estará lleno de malahierba porque decidí que lo difícil era vivir y no escribir novelas o guiones o hacer música, o lleno de malahierba a causa de una muerte repentina que lo deja todo a medio terminar: los asuntos pendientes, las palabras no dichas, la moderación del último comentario del blog que alguien ha escrito pensando que el que está al otro lado sigue vivo. Estoy vivo por ahora, y estar vivo es imaginar tus pasos, y hoy llueve y estoy solo mentre tutto intorno è solamente pioggia e Francia, et toute ça pluie, et crash, boom, bang, bang, bang, bang, bang y pienso cómo hacer para felicitar tu cumpleaños, para tomarme otro café, para esperarte sin hacértelo pesar ora che viaggi, vivi, ridi o sei perduta. Cortázar tampoco me dijo qué hacer. Por ahora sólo el café y el recuerdo de la bailarina rota es lo único que tengo a mano. Eso, supongo, será sobrevivir...

Miguel Ángel Maya
París, 16 septiembre, 2011
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miércoles, 14 de septiembre de 2011

JE ME SUIS FAIT TOUT PETIT



...Ayer me quedé solo en casa. V. se levantó, trasteó en la cocina, puso a hacer un café, se duchó, salió el café e inhundó toda la casa. V. se fue y me dejó la cafetera recién hecha. Es lo raro de los ritmos. Yo vengo a París como flâneur. Ella vive aquí...
...Camino, quizás hoy vaya a visitar a Julio Cortázar y a César Vallejo a Montparnasse. Son casi vecinos. Suelo verlos a los dos, llevarles un regalo a los dos...
...Ayer caminaba sin referencias: husmeaba partituras en las tiendas de música de Saint Lazare, siguiendo a una violinista preciosa que no sabe que existo; me comía una focaccia en Square Berlioz; veía gente leyendo en los parques o dos maletas abandonadas; me sentaba en los puentes a respirar el rumor del Sena cara al sol; preguntaba en la FNAC por mis dos libros Moby Dick que no encuentro en ninguna parte. De París el recuerdo me llega estando aquí: las chicas sentadas en los cafés o en bicicletas, las fisonomías de las caras, las ropas, los cafés mirando a la calle, como en los países árabes. Me guardo en los bolsillos mis llaves prestadas, salgo de mi casa prestada, camino por calles desconocidas que sin embargo recuerdo. No supe en ningún momento hacia dónde iba. París me cobijaba, abro los ojos, una extraña melancolía me invade, silbo, canturreo...
...Sí, definitivamente creo que hoy iré a hacerles una visita a Julio Cortázar y a César Vallejo, quién sabe qué me encontraré de camino...

Miguel Ángel Maya
París, 14 septiembre 2011
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domingo, 11 de septiembre de 2011

PARIGI



Lo so, lo so che questo non è cipria, è sorriso…
e sì, che non è luce, è solo un attimo di gloria
e riguarda me, che sono qui davanti a te sotto la pioggia
mentre tutto intorno è solamente pioggia e Francia…

Paolo Conte


...Soñé que estaba en una fiesta en medio de ninguna parte: que había una portuguesa con el pelo rizado que robaba cigarrillos en las mesas y se movía entrecerrando los ojos, borracha, y sonreía como Gilda, y cantaba Put the blame on mame, y una chica tailandesa bailaba descalza ajena a una manada de hombres babeando, y otra con un vestido azul cantaba funky y entraba a trompicones en los sueños de todos los que nos relamíamos. Soñé que me perdía en un campo de olivos, con luna llena, que caminaba por veredas, como Oliverio en El lado oscuro del corazón la noche que habla con una vaca, y soñé que L. me buscaba, y se levantaba el vestido al bailar y me guiñaba los ojos, y se quitaba las horquillas...





...Cuando despierto París sigue ahí. En realidad no estoy en París sino en Parigi. Ahora que lo pienso, París ha sido en mi vida más Parigi que París o que Paris (léase "Paguí"). Léolo veía a Bianca cantando mientras tendía la ropa. Yo desde la ventana veo hombres magrittianos con gabardina y sombrero, y gatos, y veo un Tiburón de película de Truffaut. Me acuerdo de mí tumbado en un colchón viendo París en películas en blanco y negro, mientras por la ventana se colaban los sonidos contrapuntísticos de Nápoles. Son curiosas estas formas cálidas de éxtasis (llamémosle éxtasis). Uno está leyendo un libro en un café, y está en esa cartografía, y levanta la vista un momento, y descubre que el café se está quedando frío, que en la mesa de al lado una mujer se quita una gorra roja, o que afuera una chica anuda su bicicleta a una farola. Descubre la realidad. Luego vuelve al libro y lee Quale enorme differenza: non si può dire "andavo in una città lontana" oppure "era un premuroso signore che mi teneva compagnia", oppure "non credo fosse amore, piuttosto una specie di tenerezza". Non si possono dire cose così, amore mio, o almeno non potevi dirle a me, perché quella era una tua illusione, la tua povera patetica illusione: quella città aveva un nome preciso e non era poi così lontana, e lui sono un uomo di una certa età con cui andavi a letto. Era un tuo amante che credevi fatto d'aria, ma che era di carne. Vuelvo a leer la última frase y necesito levantar los ojos del libro, y ver la bicicleta anudada a la farola, y la chica pidieno un café, y me dan ganas de llorar, y tal vez lo hago, y me repito: "creías que estaba hecho de aire pero era de carne", y remuevo el café cada vez más frío, cada vez más tarde. Si sta facendo sempre più tardi...




...La primera vez que leí ¿Qué venía yo a hacer al Pont des Arts? Me parece que ese jueves de diciembre tenía pensado cruzar a la orilla derecha y beber vino en el cafecito de la rue des Lombards donde madame Léonie me mira la palma de la mano y me anuncia viajes y sorpresas. Nunca te llevé a que madame Léonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizás que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro levanté la vista, me incorporé y se meció la hamaca sin querer. Atardecía en el río Amazonas, una enorme mariposa marrón golpeaba contra las bombillas del barco que seguía el curso del río, en la orilla de enfrente la silueta verdosa oscura de la selva contrastaba con el cielo anaranjado. El motor del barco no permitía escuchar la selva. Me asomaba a la barandilla del barco y veía abajo el Amazonas color café con crema. Después volvía a abrir el libro y volvía a París y me preguntaba si ese rodeo tenía un sentido, ya que para llegar a la rue des Lombards me hubiera convenido más cruzar el Pont Saint Michel y el Pont au Change. Pero si hubieras estado ahí esa noche, como tantas otras vecse, yo habría sabido que el rodeo tenía un sentido, y ahora en cambio envilecía mi fracaso llamándolo rodeo. Era cuestión, después de subirme el cuello de la canadiense, de seguir por los muelles hasta entrar en esa zona de grandes tiendas que se acabana en el Chatelet, pasar bajo la sombra violeta de la Tour Saint Jacques y subir por mi calle pensando en que no te había encontrado y en madame Léonie. Y la hamaca se mecía, y la selva se volvía cada vez más oscura, y yo en París siguiendo el curso del río Amazonas cada vez más turbio, nocturno, alevoso, con esa mariposa gigante golpeando las bombillas y una niña dicieno "Olha isso"...




...Apenas abrí el libro me acordé de ti. Recuerdo una tarde, en Nápoles, una de esas tardes primaverales de sol radiante y olor a salitre y granita di limone. Yo volvía del lungomare. En la mochila llevaba los libros con los que estaba preparando la tesi di laurea. Ahora escribo desde un café junto a la tienda de cómics que podría regentar uno de los personajes de Cabaret en las tripas del difunto, en Belleville. Escribo mis crónicas de Indias mientras espero y pienso cosas. Creo que el que canta es Boris Vian. Huele a polvo. Recuerdo que por aquel entonces miraba al horizonte y sentía que bastaba desearlo para convertirme en Marco Polo. Soñaba con Le città invisibili, de Cesare Pavese. El Mediterráneo me daba una alegría como de canción de Beirut o de Noir désir. Nunca me mentí más que entonces en cuanto al latido. Qué te voy a contar. El caso es que hace unas horas abrí la página 120 de un libro de Daniel Pennac que encontré por casualidad en una librería de Belleville, y leí esto:
- Quel photographe?
- Une femme. Celle qui as pris cete photo.
J'exhibe la photo que Clara a prise de nous deux le soir de mes prouesses. On y lit clairement sur le visage de Julia la fureur stupéfaite provoquée par la question de Thérèse quant au calibre de ses seins.
..."calibre de ses seins" está subrayado con un lápiz celeste. Lo subrayado se convierte en un dibujo al margen: un ojo del que sale una lágrima que termina en la parte inferior, rodeando el número de la página. Decía que me he acordado de esa tarde en que yo regresaba del lungomare, y en la Feltrinelli de Piazza dei Martiri anunciaban la presentación de un libro de Pennac, con la presencia del autor, dentro de no más de tres cuartos de hora. Recuerdo que corrí para buscarte y decírtelo. No recuerdo por qué no te encontré, sólo me acuerdo de mí corriendo Via Chiaia arriba, Piazza Trieste e Trento, Via Toledo, Spaccanapoli, Piazza del Gessù, Piazza San Domenico, Via Tribunali, Via Duomo, sonriendo y jadeando y pensando "verás cuando se entere que está aquí Pennac". Pennac venía de Parigi, no de Paris (léase "Paguí"). Levanto la vista, una pareja pasea abrazada junto a la vidriera. Miro el reloj del café. Me duele la cabeza. Le doy a "Publicar entrada". Guardo los libros, recojo las migajas de recuerdo, pero Paolo Conte no me deja ni siquiera tirar al cenicero ni una sola de esas miguitas de pan de Pulgarcito que... En fin...

Miguel Ángel Maya
Parigi, 11 septiembre, 2011
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viernes, 9 de septiembre de 2011

VIEUX AMANTS Y OTRAS HISTORIAS



Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

César Vallejo




…Como Vallejo, también yo tengo París en el recuerdo…
…En cierto modo he venido a París a morirme, a quedar al menos varado, a sacudirme, a dispararte, a disparatarte. El sol de sur era demasiado para mi piel. Guiñaba demasiado los ojos. La voz de Melody Gardot, en París, es líquida. En el sur era triste. Basta cambiar la escenografía, los adoquines de las calles, los lavabos, las señales, las sábanas; basta cambiar de lengua, de olores, basta caminar por otro escenario, en otro fin de fiesta, para sentir mudar la piel, para desperezarse por fin, para mirar la Tierra desde la luna, y darse cuenta de que es preciosa y azul, pero tampoco es para tanto…





…Viajo a tu lado en el avión. Lo desconozco todo de ti, salvo que ahora, en estas dos horas y pico habremos tenido en los pulmones aire común. Ambos habremos respirado aire que previamente ha estado en los pulmones del otro. Hueles a un perfume suave, que no termino de reconocer, y un poco a sudor. La ciudad maqueta tras la ventanilla. El paisaje Gustave Klimt desde lo alto. Un manuscrito con correcciones en rojo en mi regazo, bocabajo, contraportada negra. Tu rodilla jeans a mi izquierda, tu calzado deportivo dando vaivenes. Live vest under your seat. Eres ajena por completo al hecho de que escuchar en el ipod la banda sonora de Verano del 42 mientras lees un libro hará que, unas horas después de aterrizar, esté escribiendo sobre ti en el blog, mientras miro el marco rojo de la ventana y las ventanas parisinas y grises de enfrente, y huelo los recovecos de otra casa y tomo un té. Te miro de reojo, te estudio. Me acuerdo de Tatami, de Alberto Olmos, repaso mentalmente las últimas escenas del guión (falta tanto todavía...). Mi protagonista (no la de la novela, sino la mía, la de la película) podría parecerse a ti. Escribo detalles en un folio. Apuesto a que en ningún momento se te ocurre pensar que estoy escribiendo sobre ti. “Se aparta de la frente un mechón de pelo, rizado, pelirrojo, y se lo sujeta detrás de la oreja” escribo mientras te apartas de la frente un mechón de pelo y te lo pasas por detrás de la oreja. No es muy rizado. Ondulado tal vez. Castaño oscuro. Te esbozo, te aventuro una voz. El canturreo de la melodía de Michel Legrand no me deja adivinarla. Una cosa es eso, otra cosa es encontrar el tema de conversación que me haga descubrirte. Tienes la mesita abierta y en ella hay un estuche. Bocabajo, como mi manuscrito en mi regazo. Yo tengo la mesita cerrada. Lees algo, sonríes. Abres la cremallera del estuche. Sacas un lápiz. Dentro hay un sacapuntas y un paquetito de pañuelos de papel. Dejas el estuche bocarriba. En el estuche hay un dibujo gastado de Inodoro Pereyra junto a Mendieta, ambos vestidos con los colores de Rosario Central. Me acuerdo de diálogos de Inodoro Pereyra: “Ché, ¿cómo le va?” “Y… Mal pero acostumbrado”. Sonrío.





…Subrayas esto del libro, página 120: “J’étais une vraie cinglée du cinéma argentin…
Por fin te detuviste en las fotos de Los muchachos de antes no usaban gomina, que te apasionaba. Compraste el boleto en la taquilla y entraste a ese cine pequeño, estrecho, con butacas de madera altas e incómodas, donde el ruido de los ventiladores era más fuerte que el de la banda sonora y encontraste un lugar en las primeras filas. Ya había empezado la película” y después de la película sigue la frase, pero tú no la subrayas. Casi al final de la página subrayas, también con la frase ya empezada: “los galanes envejecidos. Veinticinco abriles que no volverán. Pensaste que el tango era una de las pocas formas contemporáneas de la tragedia y te levantaste.” Sonríes. Dejas el libro, bocabajo, sobre la mesita, que cierras un poco, el estuche y el libro se deslizan. Te quitas los auriculares, te levantas, el ipod queda colgando. Lo dejas en el asiento. Te desencajas. Te ubicas, vas hacia la parte delantera del avión. Huelo el aire que has removido. Alargo el cuello para tratar de averiguar el título del libro, pero la mesita está medio cerrada. Sólo consigo leerlo en el momento del aterrizaje. Me sorprende. “Es rosarina”, es lo último que pienso cuando la veo abrazarse a un chico y la oigo hablar francés con esa musicalidad que...
…Y salgo y respiro París, pero esa es otra historia (todavía)…
…Se va a enfriar el té. Melody Gardot empieza otra canción. A veces te busco…

Miguel Ángel Maya
París, 9 septiembre, 2011
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miércoles, 7 de septiembre de 2011

TODAS HIEREN




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.Llego a casa odiseico y porfín, me desnudo, completamente, me pongo el pareo, abro una cerveza, enciendo el ordenador necesitando el documento word al que anoche todavía le quedaba placenta. Por muy poco en la radio del coche no he podido escuchar la sintonía de Flor de Pasión: me doy cuenta de que calculo los tiempos para oírla. Estaba en una reunión de trabajo y miraba de reojo el reloj, abreviaba o dilataba los contenidos y los bla bla blas, para después salir, subirme al coche, poner la radio y que el viaje hasta casa estuviera ilustrado por la música de Paul Mauriat (en la postdata 2)...





..."Necesitando el documento word", necesitando poner música en los auriculares, olvidarme del mundo, de la advertencia a la Central de Barcelona por vender chapitas inciviles, de las primas de riesgo, de la clase política...
...Hoy leía esto en una entrevista que Tiziana Trotta le hacía a Erri de Luca:


P: ¿Cómo es su ambiente de trabajo? Cuáles son sus costumbres a la hora de escribir?

R: Quiero especificar previamente que escribir para mí no es un trabajo. Es una fuente de ganancia, por supuesto, pero para mí siempre ha sido lo contrario de la palabra trabajo. Ha sido el tiempo salvado dentro de la jornada de trabajo, el tiempo opuesto. Una vez dicho eso, mi jornada de trabajo empieza muy temprano y encaja la escritura donde puede. Le dedico poco tiempo, en cualquier momento del día, salvo por la noche, cuando ya no sirvo para nada.

...Se nota que Erri de Luca ve la escritura como el tiempo salvado dentro de la jornada de trabajo, el tiempo opuesto. Me encanta eso de que le dedica cualquier momento del día, salvo la noche, cuando ya no sirve para nada...




...Lo leía y sonreía. Lo leo ahora, que trato de ganarle tiempo a la vida para dárselo a la ficción, que la música en los auriculares suena fuerte, que quiero escribir hasta que me venza el sueño porque sólo eso me tranquiliza y porque el piano a estas horas molesta al vecino. Mis vecinos siempre han sido muy molestables. Creo que es por el piano. Necesito sumergirme en la silenciosa y musical ficción del documento word a medio hacer, en el pico y la pala, la supresión de palabras, el rubor ante la mediocridad, la reescritura de párrafos, la pelea con la malahierba. Las horas van pasando y todas hieren, las frases danzan mientras tanto. Todo es cuestión de tiempo, de insatisfacción, de coartadas...




...Lo de Barcelona es curioso. Ni siquiera me vienen ganas de denunciar al ayuntamiento por permitir la incivilidad (¿se dice incivilidad o lo he traducido del italiano por las muchas veces que escuché en Nápoles la palabra "inciviltà"?), por permitir putas, carteristas, inmigrantes, vendedores ambulantes y gentuza. Lara Moreno tenía un cuento titulado El niño jarocho. No sé si está en alguno de sus libros (yo lo leí en manuscrito). En ese cuento un niño asiste a una "transacción comercial" entre un yonky y un camello que la policía aborta, pero a quien esposan y detienen es al niño por haber presenciado el delito, no a los que lo cometen. Lo de las chapitas me recuerda a eso: el matar al mensajero de los estúpidos y de los listos...

...Después de esta noticia no puedo evitar imaginarme al alcalde de Barcelona metiéndose rayas de coca, yéndose de putas o chupándosela a chaperitos marroquíes de quince años. Me lo imagino bajándose de un coche oficial, con la seguridad haciendo la vista gorda. En Estados Unidos suele pasar a menudo eso de cazar al más férreo defensor de la familia, ultracristiano y ultracontrario a maricones, inmigrantes y negros, chupándosela al rey del mambo disfrazado de poli en Las Vegas. Me hacen gracia estas cosas, como lo de los dos concejales de Plataforma per Catalunya, indignados porque un partido cuyas señas de identidad son la homofobia y la xenofobia los han echado del partido por tener novios inmigrantes (uno de ellos, además de inmigrante era gay). No entiendo la indignación ahora que los han expulsado del partido actuando de acuerdo con su programa político. Lo patético es defender la expulsión de los inmigrantes durmiendo cada noche al lado de uno...





...Abro otra cerveza y la ventana. Me asomo, cierro los ojos y siento la brisa. La música que lleva acompañándome todo el día gracias al facebook de Iria Mro suena más fuerte en los auriculares. Cuento los días, entre las cábalas y las cicatrices. El documento word con su territorio mítico y su preludio para la siesta de un fauno tiene sed. Yo tengo hambre. Pasan las horas. Todas hieren...

Miguel Ángel Maya
Sevilla, 7 septiembre, 2011

P.D. Las fotos (menos la de Nina Moric) están tomadas de aquí.
P.D. 2: Attends ou va-t'en. Paul Mauriat.
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domingo, 4 de septiembre de 2011

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...Los ojos y el calendario están rojos. Ningún corazón más rojo que tú, y me quedé a verlo, totalmente solo, ardiendo, volando. En el calendario está París, y París son muchas músicas y muchas páginas y muchas botas rotas...

...Fumo, y mi voz se resiente. Yo no fumo, pero ahora fumo, toco el piano y recuerdo. Rumio. Compuse Black coffee & diamond dress después de ver Los fabulosos Baker Boys con catorce años. Sigue siendo lo mejor que he compuesto. Lo compuse una mañana de domingo. Creo que cuando vi Los fabulosos Baker Boys entendí un poco lo que yo sentía por casi todo. Abría los conciertos con esa pieza mientras la gente se iba acomodando. La música se entrelazaba con las conversaciones y el tintineo de copas. Era una pieza ambiental a la que nadie hacía caso. Ahora la toco, sin darme cuenta. Miro a la pared, la toco y pienso cosas, vuelo un poco, rumio. Pienso que recordar es como rumiar. Uno se sienta al piano y rumia. En la novela que escribo ahora hay una mujer que se sienta al piano y recuerda: recuerda por el movimiento de sus manos sobre las teclas en el comienzo de La Catedral sumergida. El tacto y la música llegan casi siempre más lejos que el recuerdo, los olores, el recuerdo fabulado, lógico, oral, narrativo, tiene sus asideros y sus trampas para mantenernos a salvo: la música, no. Una música a destiempo nos destroza si el recuerdo nos duele, no siempre lo hace un relato de ese mismo infierno...

...Me siento al piano y pienso en las historias que tengo pendientes, por huir despavorido de las mías, hablo con departamentos de prensa del Betis, con la productora del documental Más allá de la alambrada, para conseguir dar con Sigfreid Meir. Busco las librerías de París donde supuestamente tienen Fils du Brouillard. Pienso en cómo será escribir tus propios recuerdos a cuatro manos, y escribirlos a cuatro manos con Georges Moustaky. En el coche suena a menudo la voz de Moustaky. Me lo imagino escribiendo a cuatro manos y bebiendo whisky junto a Meir. Recuerdo la primera vez que toqué el piano a cuatro manos: era como lanzarse al vacío y depender de la confianza en alguien. Recuerdo el escenario, el Steinway & Sons, M. a mi izquierda, el olor de M. a la izquierda, la presencia corporal de M. a la izquierda. Así, sentada al piano, podría incluso haberme enamorado de M...






...Nunca me enamoré de M. porque también ella se volvía vulgar al bajarse del escenario, porque confiábamos el uno en el otro sólo a cuatro manos, alrededor del cordón umbilical del Steinway & Sons, pero éramos vulgares cuando nos decíamos adiós, cuando arrastrábamos la banqueta, cuando su espalda no se contoneaba, cuando su mano izquierda no pulsaba los bajos y su mano izquierda tenía anillos y no sabía qué hacer con ella en el espacio normal. Éramos tristes cuando llovía y salíamos del conservatorio y era invierno. Miraba la ciudad a través de la ventana del autobús. Ahora siento que aquella soledad de entonces se parece mucho a esto de ahora. Podría verbalizarlo, fabularlo, siempre habrá una narración que se acomode a la memoria: ambas se domestican mutuamente. No sé por qué te estoy diciendo ahora esto. No sé por qué esta rabia ahora, por qué esta raspa de animal mitológico en los residuos orgánicos, no sé por qué el piano, por qué el espejo, por qué la noche, precisamente ahora que París me espera y estoy completamente desarmado...


Miguel Ángel Maya
Sevilla, 4 septiembre, 2011

P.D. Hablando de...
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