sábado, 31 de enero de 2009

Aventuras y Limones

...Me gustan las especies en peligro de extinción, raras, geniales...
...Yo lo conocía, como todos, de la noche televisiva. Fue Braulio quien, tiempo después, me pondría un cassette con Las increíbles aventuras de Juan Antonio Canta, tiempo después de que hubiera decidido quitarse la vida después de haber tocado el éxito con las manos, porque supongo que se la sudó tocar ese éxito viscoso con sus propias manos, que empuñaban, como mucho, una guitarra o su sexo tan pequeño para traerla de nuevo a su lado. Porque sabía que cuando él, sí, ella, no. Como siempre pasa. Y que cuando ella, sí, él pensó que, total, ya, para qué. Como siempre pasa, o al menos, como a mí siempre me pasa (y siempre me pasó y siempre me pasará). Nos habló de Catherine Deneuve, porque sabía que nunca iba a estar en un ascensor con ella. Nunca vi nada tan lúcido como reconocer que uno nunca coincidirá con La Deneuve en el ascensor, aunque cada vez que suene la puerta le pida a Dios que sea ella. Nos contó la historia del viudo del submarino, a quien le jodió la vida el golfo "Rodolfo" Hitler. Le dijo una y mil veces que la quería, y que sólo eso podía ofrecerle. Quererla con toda su alma, a pesar de sus cosas...
...Dicen que unas semanas antes de volarse la cabeza, le escribió una carta a Martirio en la que le decía que: «Pasarán los guitarrazos y el caos y quedará la belleza. Yo, que me paso el día rezando al dios de las canciones con desigual resultado, anoche encontré la sangre del sur en un teatro que parecía un avión e iba tan lejos que me confundí tratando de saber si era la posguerra o era el futuro»...

...Decidió irse al otro barrio el 22 de diciembre de 1996 y alguien debería investigar por qué a los mejores se le ocurren este tipo de ideas descabelladas... El resultado es que Juan Antonio Canta o Silvio ya no están entre nosotros, cuando deberían ser especie protegidas... Y mientras ahí están los tres mosqueteros, vivitos, patéticos y coleando, con sus visas rebosantes a causa de resúmenes escuálidos y obscenos, de regúrgitos infames y remixes, cada verano... (No mientes ruina, Miguelito...)

...En fin, todavía quedan los márgenes, y mientras haya periferia hay esperanza ymientras haya esperanza, ya se sabe, siempre habrá vida, o al menos algo de aire...

Miguel Ángel Maya
Madrid, 31 enero 2009

jueves, 29 de enero de 2009

Pe

...En estos días pensaba, en este blog sin gatos donde me he dado cuenta de que hablo de mí a través de otras cosas, y eso me gusta, porque tengo un escondrijo y a la vez tengo que tenía que dedicarle una entrada a Penélope Cruz, ¿por qué? porque me parece una grandísima actriz...
...Yo sé que no está muy valorada por estas tierras porque la chiquilla ha hecho algún que otro bodrio en Hollywood, y claro, aquí, que no se hacen bodrios (un momento, que voy a la estantería del salón y veo las películas españolas que han ido vendiéndonos los sucesivos suplementos dominicales de los periódicos nacionales: “Sobreviviré”, “Historia de un beso”, “Tiovivo 1950”, “Te doy mis ojos”, “El oro de Moscú”, “Planta 14”, “La ardilla roja”, “Celos”, “Historias del Kronen”, “Las grandes aventuras de Mortadelo y Filemón”... Ningun bodrio, como vemos, sólo Penélope ha hecho un montón de mierda cinematográfica, pero cobrando, supongo, cuatro veces más por los suyos...)

...Pero Penélope Cruz ha hecho "La niña de tus ojos", del Trueba, y "Volver" de Almodóvar, pero sobre todo, me dejó sin aliento en la película "Non ti muovere", de Sergio Castellito...

..."Non ti muovere" está basado en un libro (de la mujer de Castellito, pero no me acuerdo ni de la escritora ni del libro, por lo tanto, supongo que serán olvidables). Es la historia de un eminente doctor romano, acomodado, feliz, que la misma noche que tiene que operar a su propia hija, que ha tenido un gravísimo accidente de moto, se acuerda de una historia de amor dolorosa y mezquina que tuvo con una chica joven, de origen albanés, que no tiene dónde caerse muerta...

...No hay una sola actriz en este país que haya tenido el coraje de hacer un papel así (ella es la inmigrante albanesa) y además bordándolo, en los últimos tiempos. Nadie ha sido capaz, o, simplemente, nadie lo ha hecho. Sólo por esa chica destrozada a quien Penélope da vida y muerte en "Non ti muovere", como la Sofia Loren de "La cociara", o la Anna Magnani de "Mamma Roma", Penélope merecería estar en la Historia del Cine...

...Aquí, Penélope, hablando italiano (no como una española, sino como una albanesa, con dos cojones) le dice a su amante que el día que abortó fue a su casa, y que él estaba con su mujer, por eso se quedó lejos, y que ella, su mujer, se puso la mano en el vientre, y que entonces entendió todo... Le dice entonces que su vida ha sido siempre así. Él le dice "no vas a perdonarme nunca, ¿verdad?" "Dios no nos perdonará", dice ella. "Dios no existe, amor mío". "Esperemos", dice ella, "esperemos que no exista, amor mío"...
...A mí, su tristeza, me parece espeluznante...
...No digo más...

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 29 enero 2009.

martes, 27 de enero de 2009

Y tu mamá también

...Suena Little umbrellas, del disco Hot rats, de Frank Zappa...

...Me he dado cuenta de que me gustan los argumentos que tratan sobre una búsqueda. Me doy cuenta de que lo que se me ocurre para escribir suele ser la narración de esa búsqueda. Me gusta cuando en el libro o en una película, aparece alguien que está buscando algo, pero no sabemos de dónde viene, por qué se mueve así...

...Con pocos años me fascinó una película titulada Fandango. Es una película que se me quedó grabada durante mucho tiempo, que me encantó cuando la vi, y me siguió fascinando cuando la vi por segunda vez: es la historia de un grupo de chicos que deciden ir a buscar a un "amigo" que habían escondido tiempo atrás, desertando de la guerra de Vietmam. Al protagonista le pasa algo, siempre esconde algo, lleva siempre un dolor, y el dolor, cuando se desvela, también nos duele...
...Vi Y tu mamá también un viernes, en el Cervantes de Nápoles. Lara, por teléfono, me había dicho que tenía que verla. Por aquel entonces me estaba enamorando de La Enemiga (Clara, de Valladolid, de quien no he vuelto a saber nada más), y sabía que el hecho de haber decidido quedarme en Nápoles me había alejado para siempre de Andrea (el día 25 nació su hijo). Acababa de volver de Latinoamérica, que había recorrido con una mochila durante nueve meses gastándome el dinero del primer premio literario que gané... (por qué decidí irme a Latinoamérica el día que cumplí 22 años: siempre he hecho mía, con sorna, la frase del Krahe: cuando todo da lo mismo por qué no hacer alpinismo. Pero está claro que había algo más. Mucha gente me reprochaba que huía. Y sí, huía, pero a mucha honra... La huida, en algunas ocasiones, puede ser la salida más digna. Lo que pasa es que está infravalorada... Pero sí, yo huía. Estaba enamorado de una que no estaba enamorada de mí. Y huí y es de las cosas que más orgulloso me siento...)
...Estaba en el Cervantes de Nápoles, sin esperarme nada, y de pronto vi una de las mejores películas que se han hecho en los últimos tiempos... No hablo ya de los larguísimos planos secuencias, de la interpretación de los tres actores principales, no hablo ya de la historia, terrible, tierna, sensual, hablo de lo que palpita en toda ella, de lo que me tocó, de la vida que supura, de la verdad que hay en cada fotograma, de la belleza que contiene... Yo, unos meses antes, había estado recorriendo México por carretera, y la última tarde que los dos amigos se encuentran casualmente, el 2 de agosto, el día de la toma de posesión de Fox, fue el día que yo llegué a México...

...Son tonterías, lo sé, pero a la película en sí misma, a esa sucesión suave de puñaladas que es, a la crudeza cómica y sensual del viaje de los dos chicos inmaduros que se la quieren tirar y la chica que esconde una tragedia, al erotismo y a la belleza mezclada con la crueldad de las carreteras del país, se añadieron dos cosas que me dieron un vuelco en el corazón... Una es la canción de Marco Antonio Solís en una de las últimas escenas, la otra es que, en los títulos de crédito, que me quedé viendo en la oscuridad de la filmoteca del Cervantes porque no podía dejar de llorar, el bueno de Cuarón decide terminar de aniquilarme incluyendo, en los títulos de crédito, Watermelon in Easter Hay, de Frank Zappa...

...Esta tarde escuchaba Joe's Garage, y releía las últimas cosas que he escrito, y me acordé de Kevin Costner, solo, mirando las luces de la fiesta que se termina en Fandango, y de Maribel Verdú, dejándose llevar por aquel par de atorrantes a la Boca del Lobo, que no existía, pero que al final encontraron...

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 27 enero 2009.

lunes, 26 de enero de 2009

El signo de los tiempos (que vivimos peligrosamente)


...¿Por qué cuando uno escucha el disco Sign of the times, grabado en 1987, tiene la sensación de que podía haber sido grabado en estos días?...

...Se me había olvidado, pero mientras esperaba el tren para irme a Valencia, estaba por allí el Krahe, y esta canción me parece apropiada... apropiada para qué, se me podría preguntar, y yo creo que es apropiada para mí... A mi chica me la roba la empresa para la que trabaja. Me la roba, como Pérez Burrull el partido a Osasuna, como el vulgar bandido Feldetestas. Me la roba por las mañanas, justo cuando más la abrazo. Y no es justo... Por eso la canción del Krahe es apropiada, como es apropiada otra que tiene, que se llama "Y que corra el atleta", pero que no está en Youtube...

...Volvimos, Daniela y yo (fui solo y volví acompañado), por fin terminamos el libro ilustrado que he hecho a medias con mi hermana Ana, y en el tren vimos la película que daba El Mundo "Los años que vivimos peligrosamente". La había visto hacía un tiempo, y me gustó... Creo que también tiene algo que ver con las canciones de Krahe que hablan de que donde uno mejor puede estar, en estos momentos, en cualquier momento, es pescando, en una barca...

...Alguien del grupo de los nocilla dijo algo que me dio que pensar hace tiempo: "¿qué sentido tienen dos páginas de descripción en una novela, hoy en día, si basta poner el enlace de youtube en la página"? Creo que eso fue lo que dijo, y a mí me dio que pensar, pero me pasa como con los toros: que no tengo una opinión totalmente formada, o al menos, no contradictoriamente formada. Me gustan las frases así, que me dan que pensar cuando voy en el metro, pero creo que la descripción que yo, hoy, pueda hacer en el interior de una novela, dentro de diez años, tal vez, pueda parecer anacrónica en cuanto al lenguaje pero no en cuanto a la propia descripción. Creo que yo entiendo, todavía, las descripciones o las elipsis que hace siglos me dejó alguien ahora muerto. Cuando leo "Memorias de un amante sarnoso" de Groucho Marx, entiendo lo que dice, aunque se me escape la esencia de lo que cuenta, precisamente porque sólo tengo el lenguaje a lo que agarrarme. Creo, en cambio, que si dentro de diez años, que youtube será algo obsoleto, me parecerá sustancialmente anacrónica una novela en la que, en vez de una descripción, aparezca un enlace de youtube donde aparece eso que yo quiero ahorrarme. Sustancialmente anacrónica, porque será anacrónico, no el lenguaje, el vocabulario o la construcción sintáctica, sino el propio vehículo usado para narrar. Será, creo, como esas películas que, en los años sesenta eran futuristas, como la mayoría de los grupos de los años ochenta: eran supermodernos cuando éramos chicos, y ahora son irrisorios, ridículos, mamarrachos, con "esas pintas"... Pero, igual, digo, sigo dándole vueltas a esa frase... que Sign of the times y Tambourine responden... porque...


...¿Por qué cuando uno escucha Tamborine, canción incluida en el disco Around the world in a day, grabado en 1985, tiene la sensación de que podía haberla grabado ayer mismo?...

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 26 enero 2009.

jueves, 22 de enero de 2009

Desgotoysolizándome

...Estoy en Valencia, desgoytisolizándome de la parrafada de antesdeayer...

...Supongo que nadie se habrá alegrado más de que Obama sea presidente de Estados Unidos que Denzel Washington, pues, al menos durante los próximos cuatro años, será él quien interpretará al presidente en las películas donde los Estados Unidos salvan al mundo... El mundo de la cultura...

...Venía en el tren, mirando el paisaje de nubes griese y pensaba en las estafas, en cómo nos han estafado. Hace unos cuantos meses, el Financial Times elogiaba la economía española, ahora todos los organismos nos dicen que vamos de culo. La economía mundial se va al garete, y nos decían que sólo el Polo Norte se estaba deshaciendo. Ahora resulta que también sucede con la Antártida. La gripe aviar, hace ahora un año, era inminente y epidémica. Al final, el que más cerca está de la comida: el que pesca, el que cultiva la tierra, el que se moja el culo cuando quiere peces, es quien menos sufrirá la patraña enmarañada que nos dicen que pasa... Es curioso, Rick le decía a Ilsa, "el mundo se desmorona y nosotros nos enamoramos"...

...En fin, yo sigo desgotoysolizándome y bostezando ante lo que intuíamos los que íbamos a las seis de la mañana en el metro, a pesar de que nos dijeran que todo iba bien...

Miguel Ángel Maya.
Valencia, 22 enero, 2009.

martes, 20 de enero de 2009

ÚLTIMAS 2 HORAS Y 58 MINUTOS: ANIVERSARIO

...A finales de este mes, no sé precisamente qué día, se cumplirá el aniversario del Premio Cajamadrid que le dieron a "Últimas 2 horas y 58 minutos". En este año me han pasado varias cosas gracias a ese detalle. Yo soy músico, y como dice mi adorada Martirio, siempre he estado engolfado con los pianos y las canciones y esas cosas. Siempre he escrito, sí, y se me ocurren cosas que es un no parar (esto lo digo con tono chanante), lo mismo se me ocurre una novela que se me ocurre que Atahualpa Youfunky y Mercedes Sosa son la misma persona, o me siento al piano e invito a Osvaldo Scalpotto a que se toque una improvisación invisible. A veces no paro de escribir, pero yo siempre me he visto a mí mismo como músico, y como músico escribo... creo... aunque no pare de escribir. Es simple, pero parece complicado. Muchos menos libros que discos me han conquistado para siempre. Recuerdo que por mi vida han pasado muchos más discos memorables que libros. Tiendo a lo sonoro y a lo olfativo, y me entusiasma lo imperfecto que me toque algo dentro, que me estremezca, mucho más que algo redondo, impecable, acabado, que me deje frío (me pasa igual con la música, con las pieles, y con todo). De mayor quisiera ser Roberto Arlt, Valle-Inclán, Manuel Puig. Me gusta contar las cosas de otro modo, y la gente que cuenta las cosas de otro modo. Sólo eso. No es más que eso...
...Yo trabajaba como teleoperador en pccity, había escrito una novela, bueno, había escrito dos novelas, pero sentía que estaba varado desde el punto de vista narrativo-musical. Me habían pasado algunas cosas, además, que están en el iceberg hemingwayano de este blog (si asumimos que este blog sin gatos podría ser considerado un relato, y las cosas muy personales muy personales, por pudor, por respeto, o por cobardía, o por no saber bien dónde está la frontera entre lo público y lo privado), desde que había vuelto de Cuba no había vuelto a tocar en vivo, no sé. Era feliz pero con tantos peros que habría podido ver la felicidad como un perro y los peros como pulgas feroces que asediaban al pobre chucho. Entonces, como a medio día, me llamó una señora y me dijo que se había fallado el premio y que me lo habían dado a mí. Como no la oí bien le pregunté por cuál era el premio y en qué consistía. Creo que se cabreó un poco. De pronto sentí que, en medio de aquella felicidad-perro-asediado-por-pulgas-feroces, algo empezaba a esclarecerse. No sé bien si verlo en el plano narrativo o en el plano vital, porque la frontera es también muy débil, demasiado débil, al menos para mí... Escribo tal y como soy y soy tal y como escribo...
...Lengua de Trapo lo escribió así en su web:

FALLO DEL VI PREMIO DE NARRATIVA
CAJA MADRID 2008

El jurado, compuesto por Ana Rossetti, Rogelio Blanco Martínez y Fernando Marías, ha otorgado el Primer Premio, dotado con 15.000 euros y la edición del trabajo, a Miguel Ángel Maya León por Las últimas 2 horas y 58 minutos del hombre que nunca lo supo. Además, ha concedido un Accésit, dotado con 6.000 euros, a Juan Serrano Cazorla, por La otra vida.

...Fernando Marías se acordaba de la otra novela que yo había escrito (aunque no sabía que la había escrito yo), cuando le hablé de ella. Parece ser que, junto a Ana Rosetti, durante las deliberaciones del jurado, él fue el principal defensor de mi novela (o eso me dijeron). Fernando Marías conocía aquella otra novela porque la presenté a otro concurso de Lengua de Trapo. En cierto modo, mandé la novela al premio Cajamadrid porque, en caso de ganar, la habría publicado Lengua de Trapo. Es curioso, y siento que he forzado un azar que, antes o después, tenía claro que sucedería: siempre me vi publicando en esa editorial. Desde hacía años la seguía como lector, y una pequeña confusión con el libro Basura, de Héctor Abad Fanciolince, que vi en la librería de mi amigo Javier en Bogotá, me hizo conocer a Roberto Bolaño, cuando vivía en Nápoles. Siempre creí que mis historias debían estar en Lengua de Trapo, por eso también me emocionó ganar el premio, aunque supe y sé que, antes o después, si no era con esta historia iba a ser con otra, mis historias iban a tener ese marco amarillo chillón (entonces, cuando yo veía Lengua de Trapo desde fuera, como un niño mira un escaparate con dulces, los libros de Lengua de Trapo eran amarillo chillón). Lo que más me gusta de Lengua de Trapo, aparte de publicar ahí, es la casa en sí, donde está ubicada, en Martín de Valdeiglesias; llegar con un par de cervezas, por la tarde-noche, y pasar ahí la tarde. Quiero decir que es como ir a casa de unos amigos. No sé si en otras editoriales pasa lo mismo, pero a mí eso me gusta...

...Hasta aquel entonces, hablo de febrero-marzo, que empecé a corregir el libro como loco (porque lo releí y no estaba en absoluto satisfecho con lo que había ahí), mi relación con la escritura había sido la de un tío que escribe cuando puede y que trata de sacar tiempo de debajo de las piedras, cuando el trabajo me dejaba, me levantaba al alba o me acostaba a las tantas, en soledad, con música puesta (siempre, escritura y música... siempre, vida y música diría yo), el vasito de vino, ahí, o su cervecita o su ron (de madrugada mejor ron, y las ventanas abiertas, y ver el reflejo de uno en las ventanas, y el fondo de tejados y de antenas), tecleando como un hacker, en pijama, sin afeitar, sin acostarme, porque uno siente que lo que se trae entre manos no puede esperar: que esas palabras son necesarias... al menos para uno... (aunque luego siempre resulten prescindibles incluso para uno)... Hasta ahora, mi relación con la escritura había sido la de la escritura en soledad, y nunca se me había ocurrido pensar, ni por asomo, en cuánta gente gira en torno a un libro, me refiero al libro como objeto...

...Raquel, que conoció antes mi música y mis payasadas que mi literatura, y que me quiso fichar para la Paramount Comedy, y que, desde entonces se convirtió en mi manager, además de ser encantadora, hizo un trabajo de corrección más que extraordinario: soportó mi bajona, al principio, cuando le dije, una tarde, que no sabía cómo le habían dado el premio a esa novela. Raquel tuvo paciencia y comprensión. Me cogí diez días de vacaciones sólo para corregir lo que yo mismo había malescrito como un campeón, y le entregué a Raquel una primera versión que ella, incluyendo domingos, festivos y gripes, leyó, corrigió, me sugirió y llenó de notas rojas, como una campeona. Ni en la nómina que le llega a fin de mes, ni en todas las cervezas, desayunos o cenas a las que pueda invitarla está pagado el trabajo que hizo mi manager Raquel...

...Fernando se leyó los pdf, cuando ya lo que había escrito ahí estaba más adecentado, y aun así también me sugirió lo suyo (también con tinta roja)... A Fernando no le apasionó la novela, pero me dijo de ella algo muy bonito: "tiene vida, los personajes están vivos... y eso está muy bien, porque es difícil encontrarlo..." Fernando es un tío con quien difiero bastante en temas literarios, pero es de esa gente con quien está bien discutir o estar de acuerdo. Ahora que escribo esto me doy cuenta de que con él hablo casi exclusivamente de dos temas: literatura y fútbol. En fútbol estamos más de acuerdo, y además, le he prometido una novela con tema futbolístico, que aquí, en España, salvo Raúl (el único jugador que ha escrito más libros (2) de los que ha leído (1)) y Enric González que es un puto crack, no hay nadie que escriba de fútbol con la maestría del canalla Fontanarrosa (le he prometido a Fernando que yo seré el próximo: una novela negra ambientada en el Nápoles de Maradona: ojo, que suene a tópico no quiere decir que la novela sea tópica)...

...Mientras tanto, Desiré le iba dando vueltas a la(s) portada(s). Yo pensé que la mía iba a salir perdiendo, porque por aquellos días, le estaba haciendo la portada al libro de su chico (Ronaldo Menéndez, Río Quibú) Una noche nos quedamos Desiré y yo solos en la editorial, y le conté la novela. Se la conté de cabo a rabo, y ella iba tomando notas. Recuerdo que era un viernes. No sé cómo lo hizo, cómo se inspiró, qué drogas toma, el caso es que el lunes me mandó un email con estas dos portadas (el libro se puede empezar a leer por un lado o por otro)...

...Ésta es la portada de la primera (o segunda) parte...

...y ésta es la portada de la segunda (o primera) parte...

...Además, Cajamadrid puso una banda verde fosforito donde se anunciaba a bombo y platillo que el libro era Premio de Narrativa Cajamadrid 2008, y se ponía esta frase de Fernando Marías:

"La fascinación de la novela de Miguel Ángel Maya procede de su audacia sin límites. Irresistible se mire como se mire (y nunca mejor dicho)"
Fernando Marías


...la verdad es que es para invitarlo a unas cuantas cañas, ¿no? (me consta que le ha gustado el libro de verdad, y de que, como hace mi prima María en las entrevistas, lo ha promocionado mucho)...

...La noche que fui al Premio Fernando Lara, Fernando me enseñó los folios, sin encuadernar, de la novela, y la verdad es que es emocionante ver lo que uno ha escrito, maquetado, listo para encuadernar (por cierto, en el Premio Fernando Lara había muchos escritores. También estaba Eduardo Mendoza, que me imagino que tiene que ser un cachondo)...
...Unos días más tarde, llegaron a la editorial los libros, cajas y cajas con "Últimas 2 horas y 58 minutos" repetidos hasta la saciedad... a mí me dieron unos cuantos...

...Aquí estoy con Daniela, brindando con el limoncello que hicimos en fin de año, y el libro recién salido del horno...
...La primera mesa de novedades donde vi el libro fue en la Casa del Libro de Gran Vía, me emocioné tanto que no lo vi, tuvo que ser Daniela la que me dijo, "mira, ahí está, nervioso". Ella quiso hacerle un foto, yo me salí, porque si me daba vergüenza ver el libro en la mesa de novedades, no quiero ni pensar ver a Daniela haciéndole una foto a la mesa de novedades. De todas formas, el segurata me ahorró el mal trago. Todo el mundo sabe que en los centros de alta seguridad: aeropuertos, embajadas, sitios oficiales y la casa del libro, no se pueden hacer fotos...
(ya me pasó una vez, cuando Lara publicó Casi todas las tijeras: lo fui a pedir a la Casa del Libro de la Calle Sierpes, en Sevilla. Compré Boquitas pintadas, de Manuel Puig, por lo nervioso que estaba. Llegué y dije "quiero boquitas pintadas de manuel puig y ñañañañañatijera de ñañamoreno, ¿cómo?, preguntó la dependienta. Ni cuando fui a comprar condones la primera vez)...

...Ya en primavera, se presentó el libro en la Casa Encendida (podía colgar el video, pero blogger no me deja, porque supera el tamaño de video permitido)...

...De izquierda a derecha, ahí está Pau Sanmartín, el ganador del Premio Cajamadrid de Ensayo, Fernando Marías, que "se deshizo en elogios hacia mi novela" (espero no volver a escribir nunca más, juntas y combinadas, estas siete palabras), el Señor De Caja Madrid, Pote (el editor de Lengua de Trapo) y yo...


...Aquí se conoce que dije alguna mamarrachada y todos se rieron...

...Aquí estoy firmando un libro...

...Lo bueno, lo que más me gustó de la experiencia, fue cuando Laura, la protagonista ausente de la novela, la chica a la que busca el narrador, empezó a llamarme a altas horas de la madrugada (en Buenos Aires, que es donde ella vive, hay cuatro -a veces cinco -horas más) para decirme que había gente desconocida que le escribía pidiéndole que siguiera la historia. Y es que al final de la segunda (o primera) parte, el narrador que, para que nos vamos a engañar, era yo, despechado y queriendo ser omnisciente, da la dirección de email de Laura para que la historia siga en el ciberespacio... Continuó en el ciberespacio hasta que los lectores quisieron (Laura no me lo perdonó nunca)...

...Salieron algunas reseñas, pero yo he destacado cinco (no sé si hubo muchas más), aunque lo que más me gustó fue que se la incluyera entre las novedades del Boomeran(g)...

...Ésto fue lo que dijo Paul Viejo en Público:

‘Últimas 2 horas…’, de Miguel Ángel Maya

24 de Mayo de 2008

\'Últimas 2 horas...\', de Miguel Ángel Maya

Género Novela

Editorial Lengua de Trapo

Páginas 272 Precio 20,80€

En síntesis

Las historias de las dos “road movies” que forman esta novela se estrellarán en una misma llamada telefónica a una mujer. Una llamada final que, en lugar de despejarlas, arrojará aún más incognitas, en un libro reversible (y cuya lectura puede empezar por cualquier extremo) lleno de «huecos» y elipsis, de juegos metaliterarios y acción.

El autor

Por este primer libro, cuyo título completo es Últimas dos horas y 58 minutos -(Primera o segunda parte) y (Segunda o primera parte), dependiendo por donde se comience a leer-”, el madrileño Miguel Ángel Maya (1978) obtuvo el Premio Caja Madrid, que suele premiar cierto riesgo y atrevimiento. Algo que no parece faltarle al autor.

La cita

«Tras los varios meses que se me han perdido entre el punto y final del capítulo 19 y el principio de este, el último día que pasó en Acapulco comenzó con él en el baño.»

Comentario

Aunque algo excesivo en paisajes y anécdotas que podía haber limado, Maya ha logrado que lo que en ocasiones parece un juego, sea casi un reto. El de desentrañar la cantidad de significados y propuestas literarias que se esconden en las dos «historias principales». Una propuesta valiente, con múltiples registros, que hace intuir a un autor con muchas posibilidades.


...Esto fue lo que dijo Vicente Luis Mora en su blog...

Trabajos de simetría
Miguel Ángel Maya
Últimas 2 horas y 58 minutos; Lengua de Trapo, Madrid, 2008

Esta novela tiene todos los defectos característicos de los primeros libros de narrativa de autores españoles (sobre todo, de primeros libros de cuentos) desde que se abriera la década de los ochenta. Es decir, es un libro primerizo donde el autor intenta demostrar que sabe escribir, y en general es un rosario de demostraciones parciales de lo contrario, esto es: que puede el autor llegar a ser un escritor, pero también que la cantidad de dificultades, barreras y limitaciones que se ha colocado, voluntariamente, delante de sí -para demostrar que puede ser escritor- han paralizado la que pudiera ser su real aportación. ¿A qué errores o autotrabas me refiero? Pues a la falsa experimentación (esto es, a la originalidad mal entendida[1]), a la excesiva e innecesaria metaliteratura, a las páginas en blanco (alguien debería pararse a contar cuántas páginas en blanco –las mías incluidas, que conste– se han dejado en poemarios o libros de prosa en España desde 1970, cuando es un recurso ya utilizado por Sterne en… 1760), a la excesiva sentimentalidad, a la mixtión confusa de realismo y literatura fantástica, y otra serie de desórdenes varios. Sin embargo, es una ópera prima, y no se debe ser muy duro con los primeros libros, sobre todo cuando en ellos se advierten rasgos, gestos, detalles, planteamientos narrativos, que animan a pensar que Miguel Ángel Maya puede llegar a ser un buen escritor, si él se permite serlo.

Lucien Dällenbach estudiaba en un complejo ensayo, El relato especular, las diversas posibilidades de construcción especular de un libro. De entre las tres figuras esenciales que estudia, Últimas 2 horas y 58 minutos pertenecería, seguramente, a “la reduplicación simple (fragmento que tiene una relación de similitud con la obra que lo incluye)”
[2].
La novela de Maya se construye con dos portadas, dos relatos especulares y dos textos largos que se colocan invertidos, de modo que ambos terminan en el centro del volumen. En teoría puede leerse comenzando por cualquiera de las dos portadas. Se preguntará el lector si esta complejidad (no podemos decir innovación, porque el procedimiento es antiguo, está sin ir más lejos en libros como Transparencias / Teatro de signos de Octavio Paz, según la edición de Julián Ríos -Fundamentos, 1974- o en Revolutions, de Mark Danielevski; incluso hay una editorial, no recuerdo ahora mismo cuál, que publica una colección entera de libros así) tiene algún sentido, y nos tememos que no más que el de “epatar” al lector, hacerle pensar que está ante una novedad narrativa, cuando en realidad lo que cuenta para definir si una obra es o no experimental (la estructura textual, el enfoque narrativo y estilístico del texto) es en Últimas 2 horas y 58 minutos bastante tardomoderna, por no decir retromoderna. Es decir, y como suele pasar en autores jóvenes o primerizos, libros construidos con una estética muy tradicional (por lo común, intimismo sentimental con toques realistas) se quieren hacer pasar, mediante dos ramalazos formales (y forzados), por el no va más de la literatura de última generación. En nuestro ensayo La luz nueva poníamos un ejemplo muy parecido, en este caso poético, de confusión entre estética y forma, que se presentan muchas veces en franca contradicción, a causa de una incontenida voluntad de parecer adelantado, mientras que el planteamiento de fondo del libro pertenece, en realidad, a lo de siempre disfrazado de lo nuevo. Lo mismo (algo con aspecto moderno que, en realidad, está ya muy visto) ocurre con la metaliteratura en Últimas 2 horas y 58 minutos, que llega a ser omnipresente, tanto como el narrador omnisciente limitado que aparece de continuo, muy consciente de sí (en un recurso que ya Papini y Unamuno agotaron simultáneamente, sin conocerse, en el mismo año: 1905). Voy a citar algunos ejemplos de las decenas posibles, pero antes tengo que aclarar cómo voy a hacer las citas, porque debido a la construcción del libro hay dos páginas 3, dos páginas 67, etc.; de modo que utilizaremos terminología de Ecdótica y hablaremos de folio recto para los que comienzan en la portada que Lengua de Trapo (por la colocación de los créditos) considera como primera -la que tiene un surtidor de gasolina en la imagen-, y de folio vuelto para la narración que comienza en la portada de la mujer en bikini. Dicho esto, vamos con algunos ejemplos de metaliteratura: “sólo hay algo peor que un narrador omnisciente: alguien enamorado de ese modo” (p. 17 recto y 13 vuelto), “ya te he dicho que aunque desde el capítulo 3 parezca un narrador omnisciente, no lo soy” (p. 47 recto), “creo que fue la primera vez que empezó a sospechar que estaba dentro de una novela” (91 recto), “Él personaje, yo escritor, y tú voyeur… Yo Tarzán, tú Jane y ella Chita” (116 recto), “el desertor no moriría ni en un punto impreciso del mar Caribe ni en el capítulo 18” (109 vuelto). En fin, creo que está clara la vocación metaliteraria del libro, y creo que no siempre está bien conseguida, por decirlo piadosamente.

Pero entonces, preguntará algún lector, ¿merece la pena Últimas 2 horas y 58 minutos? ¿Por qué –seguirá inquiriendo el lector- no aclara a qué se refería usted antes, diciendo que hay ciertos detalles que le animan a pensar que Maya puede algún día retirar el velo de ídem que le separa del conocimiento de la realidad de la literatura? Pues contestaré sinceramente a la pregunta: creo que merece la pena leer la primera historia, la de los folios rectos. Ambas son en puridad dos formas especulares de contar lo mismo: un varón joven de orden, como se decía antes (un ejecutivo en la primera, un militar en la segunda), abandona un día, sin previo aviso ni aparente motivo, la cuadriculada vida que ha llevado hasta el momento para dedicarse a una derrota (en ambos sentidos de la palabra) constante por varias partes del mundo (mejor descritas aquéllas en que Maya ha vivido, otra característica de primer libro narrativo), cayendo en la delincuencia y en la marginalidad, para acabar teniendo una relación oblicua con una tal Laura (nada petrarquista), una de cuyas conversaciones telefónicas es un leitmotiv recurrente en la novela. Como ambas historias cuentan lo mismo, con personajes distintos, y la segunda es especialmente desafortunada, con unas demandas de suspensión de la incredulidad que ni el lector más condescendiente aceptaría, basta con la primera para tener una idea cabal de los defectos, pero también de las posibilidades narrativas de Maya. En este sentido, esa historia de un ejecutivo que, el once de septiembre de 2001, no toma la carretera que debía llevarle al World Trade Center, cuyo destino ignorará hasta el final, para comenzar una huida desesperada y tragicómica por toda Hispanoamérica, podría leerse como una metáfora del individuo contemporáneo, perdido kafkianamente en un mundo cuyas reglas no comprende y cuya realidad le supera de forma constante. Estoy leyendo un libro del colectivo francés Tiqqun donde hay una frase que expresa esa sensación metafísica de forma perfecta: “cada vez nos parecemos más al exiliado, que nunca está completamente seguro de comprender lo que ocurre a su alrededor”. Esa sensación de destierro permanente, acendrada por la condición errante del personaje, es la que Maya intenta, creo que con sostenible fortuna, reproducir en la primera parte de su libro. Y con eso nos quedamos de Últimas 2 horas y 58 minutos, una novela que demuestra que podemos esperar cosas de Miguel Ángel Maya, pero el hecho de que la esperanza se cumpla no está en nuestra generosidad de lectores, sino en sus propias manos.


Notas
[1]Algunos de los experimentos visuales de Maya recuerdan mucho a los de Jonathan Safran Foer en Extremely Loud & Incredibily Close, que ha sido publicada en España, no recuerdo si por Mondadori o Anagrama.
[2] L. Dällenbach, El relato especular; Visor Distribuciones, Madrid, 1991, p. 48.


...Esto fue lo que dijo Nuño Vallés en El Confidencial:

Un buen libro, del derecho y del revés

@Nuño Vallés - 21/06/2008

VI Premio de narrativa Caja Madrid


ÚLTIMAS 2 HORAS Y 58 MINUTOS
Autor: Miguel Ángel Maya.
Editorial: Lengua de Trapo.
Páginas: 136x2.
Precio: 20.50 €.
Comprar libro

Acostumbra Caja Madrid a premiar obras con una intención renovadora o, cuando menos, con vocación de originalidad. No es casualidad que el acuerdo de publicación sea con Lengua de Trapo, editorial dada a lo excéntrico, que si bien no siempre es sinónimo de excelencia, en este caso sí encontramos reunidas ambas características. Llama la atención de este VI Premio de narrativa Caja Madrid, a primera vista, que sea un libro doble, que se pueda leer en dos sentidos. Las dos partes en que se divide el texto, que confluyen hacia un mismo lugar literario, no se suceden la una a la otra sino que, como en la poesía caligráfica o figurativa, adoptan la forma de una moneda o una cinta de audio -pues hay que dar la vuelta al libro para continuar la lectura, para leer la otra cara-, aunque es más evidente en el ojo de la cerradura de las páginas 133-136 -de la "primera o segunda parte"- o en el desvanecimiento del personaje en la página 97 -también de la "primera o segunda parte"-.

Esta excentricidad en la forma también sucede en el contenido. Cuando topa con Mr. Yebrouth, en el desierto de sonora, el lector sufre una sacudida porque este personaje parece infringir las reglas de la novela, que hasta ese momento era una road-roman en la que el aviador británico se aparece como demasiado excéntrico, contrastando su presencia burlesca con el tono general de la novela no como un desahogo, sino como una discordancia. Sin embargo, a partir del capítulo décimo las reglas del relato han cambiado. El realismo sucio se troca en cuento de hadas, que en principio se puede achacar al topos, el desierto, dado al espejismo, y a la abstinencia de un personaje del que sabemos era adicto a la cocaína. Pero no es así; la tranformación es radical y a partir de entonces no se recuperará el tono realista del comienzo -de la "primera o segunda parte"-.

Las historias del "hombre que el 11 de septiembre no tomó el desvío que le habría llevado a las Torre Gemelas" -donde trabajaba- y del "desertor" son historias paralelas. Ambas son una huida del presente hacia el pasado con el que se tiene alguna deuda, y su huida se convierte en viaje -como viajero es el autor, Miguel Ángel Maya, entre otras cosas- y, ya que no puede ser una road-roman será road-tale o la etiqueta que se le quiera poner, una novela narrada con una pizca de delirio y un juego metaliterario que se encarna en el “omnisciente impostor enamorado” (p. 64, 2ª), un narrador que escribe con un propósito que no queda nada claro, si es enamorar a Laura, la locutora argentina, o vengarse de ella, pues sabe que la novela le hará daño. Como narrador, se comporta como omnisciente pero desconoce gran parte de las vicisitudes de sus personajes, introduce elipsis por ignorancia y, con la confusa frontera entre lo real y lo imaginado, se convierte en el personaje principal de la novela.

Aparece, junto a este omnisciente ignorante una novela fantasma en la que aparecerían las claves de la novela, junto con el testimonio de Laura, cuyos teléfono y dirección de correo electrónico ofrece el narrador para que el lector -de papel, aquél a quien en narrador se dirige, el voyeur- contacte y rellene los huecos de la novela. Y eso es porque el omnisicente ignorante no tiene credibilidad, porque los testimonios recogidos no son válidos pues "los personajes literarios que lo conocieron no tienen el más mínimo crédito" (p. 132, 2ª) aunque sí lo deben tener los delincuentesCursiva 'reales' que lo conocieron. Ello señala una estratificación de la ficción en capas sucesivas de realidad que dan profundidad y riqueza a la novela. Sin embargo, el juego no deja de parecerlo y resulta más ingenuo que conseguido. La novela, pues, tiene más valor como empeño que como logro, aunque permite atisbar a un narrador con mucho talento e imaginación y dotado de una rara sabiduría de perdido.

LO MEJOR: El capítulo 13, en el que personajes secundarios de malas novelas cobran vida.

LO PEOR: A pesar de la variedad de las situaciones, se termina haciendo rutinaria.


Esto fue lo que dijo Carolina León en Go Magazine:

"Últimas dos horas y cincuenta y ocho minutos"

Miguel Ángel Maya

Lengua de Trapo


“Últimas 2 horas y 58 minutos” es una primera novela o, mejor dicho, una primera publicación. Es ejercicio formal que no peca de formalismo. Es novela experimental, hecha con un sentido de la honestidad, con una cercanía tal entre autor y lector que no se parece a ningún experimento. Es un trabajo serio, dividido en dos. Se puede empezar a leer por la primera (o segunda) parte, o bien por la segunda (o primera) parte. Se cuenta entre las novelas de escape, de viaje o de carretera más desquiciadas y coherentes que se hayan visto en mucho tiempo. Tiene un formato de espejo, tiene un (falso) narrador omnisciente, y la excusa del amor, detrás de todo como impulsor. En ese espejo no se entra en disquisiciones morales y apenas estéticas, y en la imagen que refleja es, a menudo, más importante, lo que no refleja: el fuera de campo adquiere una fuerza curiosa. Es un libro que se debe sólo a sí mismo, avanza imparable por caminos de medio mundo en la desastrosa huída de los personajes, ensarta episodios delirantes y, a veces, pide ralentizar la lectura para elaborar debidamente la peripecia de esos dos seres oscuros. Es una exquisita ventana a las casualidades que dominan nuestras vidas, sin otorgar ninguna suerte de magia o bondad a esas casualidades: son, sin más. Entrar en el primer libro de un autor novel, por mucho que traiga el sello de ganador del VI Premio de Narrativa Caja Madrid y aparezca en Lengua de Trapo, puede ser para muchos poco tentador. Sáltense los prejuicios y verán.


Esto fue lo que dijo López Rúa en su blog:


Miguel Ángel Maya
Últimas 2 horas y 58 minutos
Lengua de Trapo, Madrid, 2008
ISBN: 9788483810323
272 páginas. 20,80 euros


2 horas y 58 minutos es casi el tiempo exacto para devorar cada una de las dos partes de esta novela, para leerla del derecho o del revés, boca arriba o boca abajo. Porque tiene dos portadas y cada una de sus tapas es el preámbulo de una historia diferente.
Maya ha novelado a modo de road movie, multitud de historias más o menos disparatadas que se encriptan en las dos novelas que confluyen en la mitad física del libro y que configuran la obra final. Dos partes con dos protagonistas diferentes de los que no llegamos a conocer nunca su nombre: para el lector siempre serán “el desertor” y “el hombre que el 11 de septiembre no estuvo en Nueva York”. Dos maneras de identificarlos, que en sí determinan sus identidades de ruptura, en un día que deciden cambiar sus vidas, en el que emprenden una ruta quijotesca desde Nueva York/Israel hasta Buenos Aires, pasando por Acapulco, el DF, Bogotá, Cartagena de Indias, Nápoles, Sevilla, El Líbano… Son dos seres derrotados que, a través de la metaliteratura desbordante del libro y la ayuda de un narrador omnisciente que realmente no lo es, caminan por los bordes de la vida.

Y es que esta es una novela de fronteras, absolutamente. De fronteras geográficas entre países y territorios que nos tientan a revisar el mapamundi y seguir la ruta de los personajes a modo de literatura de viajes. De fronteras vitales: “tal vez (…), eso sea una frontera, el lugar donde la gente deja de existir”, los dos protagonistas buscan una nueva identidad abandonados a los avatares que les impone el azar, encontrando a su paso el reverso desconocido de sus vidas a través de “(…) lugares de paso, inexistentes y fronterizos, que sólo sirven de guarida a los locos, a los que huyen sin nada que perder o los que deciden hacer de la frontera un estimulante modo de vida (…)” . Y estos son los personajes que se encuentran los dos outsiders a su paso, hombres y mujeres que tienen en común la pérdida o el destierro: chinos en el desierto de Mejico descendientes de los supervivientes de un naufragio antiguo frente a la Baja California, un superviviente de un accidente de aviación que decidió hacer de los restos del fuselaje su hogar en el medio del desierto, el gitano macedonio comerciante de extrañas mercancías que transita las fronteras de Israel, El Líbano y Europa...

Pero sobre todo, es un libro de fronteras literarias, marcadas por los juegos continuos en la narración. Descubrimos elipsis admitidas por el propio narrador: “(…) No sé de qué página no escrita de esta novela lo había sacado (…)”. Impregnado de metaliteratura, es muy recomendable el capítulo 13 de la 2ª parte en el que aparecen personajes de novelas fracasadas y en el que se mencionan otros de más éxito: Arturo Belano (¿tendrá esta novela tintes de Bolaño?), La Maga, Morelli… Metaliteratura del libro en sí mismo: ambas partes, protagonizadas por personajes diferentes, contienen referencias entre sí a través de breves apariciones de personajes, pueblos o situaciones: encontramos a Madame Tatanchourk inesperadamente en la segunda parte, aún siendo ésta un personaje propio de la historia que se novela en la primera e incluso obtenemos en esta 2ª mayor información sobre ella.

Un gran juego, en definitiva, que sospecho se conforma como las capas de una cebolla y que cada lector podrá disfrutar en mayor o menor medida en función del conocimiento previo de la biografía de Miguel Ángel Maya. Así si visitamos su web, descubrimos que el mimo que representaba al dios Baco en Nápoles, el viaje en velero en Colombia, la conferencia sobre literatura de vanguardia en Bogotá, el Burger King de Londres y los títulos de novelas escritas por alguno de los protagonistas, no son más que traslaciones de la vida de Maya a esta su primera novela publicada, que juega con un falso narrador omnisciente para poder poner cordura en un relato muy ingenioso pero a veces muy difícil de seguir que “(…) al ser tan inverosímil nadie dudó que fuera un cuento y no parte de su biografía”.
¿Será ésta una novela nocilla?


...Me han dicho los pajaritos o las malas lenguas que han salido otras reseñas, yo mismo he visto algún que otro blog que ha hablado de ella: pero en un 90% han sido amigos o primas... Igual, de muestra un botón...

...Luego me hizo una entrevista Lino Portela, para la sección El Fotomatón, de los lunes, en El País. Me pasé media hora hablando con Lino Portela, y él luego, recorta, añade, quita, pon, catapúnchimpún, dejó la entrevista en los huesos... Lo de menos es que yo contestara a lo que me preguntó, porque resumió un poco al libre albedrío, pero no quedó mal; de hecho, a la gente que leyó la entrevista, lo que más le gustó fue lo que no dije, de modo que dije que lo había dicho, y tan contentos...

ENTREVISTA: Talentos EL FOTOMATÓN... Miguel Ángel Maya, escritor y pianista

"¿Grabar un disco? No, gracias"

LINO PORTELA - Madrid - 19/05/2008

Hace un año, Miguel Ángel Maya (Madrid, 1978) trabajaba en una empresa de control técnico de edificios. Mientras el jefe no miraba escribió Últimas 2 horas y 58 minutos (Lengua de Trapo), con la que ha ganado el Premio de Narrativa Caja Madrid. Ha sido mimo en Nápoles, teleoperador y buscavidas. Ahora es músico y escribe.

Pregunta. ¿Se ha gastado ya los 15.000 euros del premio?

Respuesta. No. Poco a poco. Me gusta el dinero para hacer viajes. Ahora me voy a La Habana.

P. Los dos protagonistas de su novela cambian de vida de repente. ¿Es lo que hace usted?

R. En parte, sí. Cambiar de trabajo es cambiar de vida. Y yo he tenido muchos.

P. Cuente, cuente.

R. He vendido falsificaciones de perfumes por teléfono. También fui mimo en Nápoles disfrazado del dios Baco. Fue el trabajo que más dinero me ha dado.

P. ¿Mola más ser escritor o músico?

R. Hay poca diferencia, aunque el músico da más morbo a las chicas. Se liga más.

P. Lo siguiente es publicar un disco...

R. No, gracias. Grabo mi música en casa y la cuelgo en mi web. Bastante tengo con una editorial para lidiar además con una discográfica.

P. En directo, actúa con un trompetista invisible. ¿Quién es?

R. Es Oswaldo, un argentino que tuvo que huir de Buenos Aires porque atropelló a un perro uruguayo. Junto a él, el público me hace más caso.

P. ¿Pertenece a alguna generación literaria?

R. Que yo sepa no, pero igual sí. Simplemente tengo amigos que escriben.

P. Y la Nocilla, ¿le gusta?

R. Sí, no está mal. Está claro que hay una nueva forma de escribir.


...Jano Remesal me hizo otra entrevista para El Dominical, pero no la encuentro, y no está en internet, así que un día que me de por volver a escribir algo más acerca de Últimas 2 horas y 58 minutos lo pondré. Igual, os digo, si alguien lee esta entrada hasta el final, que la novela es más corta que la parrafada que he puesto aquí...

...Después del coñazo que he soltado, creo que me voy a ir a Valencia a ver a mi hermana...

...En fin, yo sé que me he pasado, de hecho empecé a hacer la entrada a las 18:30, y son las 21:43, si en vez de hacer tantas tonterías, en estas tres horas, hubiera escrito otras cosas otro gallo podía cantarme. Lo siento por este ladrillazo egocéntrico (voy camino de goytisolizarme, ¿no?), pero el aniversario lo merecía... Vino, por favor...

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 20 enero 2009

P.D. Perdonad las erratas, pero no esperaréis que relea todo lo que he escrito, ¿no?
venga, a huí!!

sábado, 17 de enero de 2009

Reflexiones a la intemperie de un barco mutilado (y 4)

5:06 am
...salgas a deambular los parques. Pero no confíes. Casos se han dado. Los incautos nunca sobreviven. Escribir durante muchas horas será después lo de menos. Un acto de transcripción. Lo que dudo es que llenar páginas de signos rudimentarios sirva para algo. Pesan demasiadas leyes sobre la ciudad, sobre ti y tus signos, para que un mazo de páginas pueda desviar una micra de su curso al electrón más indefenso. ¿Intentar la belleza? No sé qué harás después con todas tus palabras. La ciudad no las necesita como tú la necesitas a ella. Son precarios, y jamás antisísmicos, los edificios que se fabrican con palabras. Escribir durante muchas horas será superfluo. Quién sabe. Ustedes los hombres tienen esa manía de construir universos intransferibles y transitorios, cada uno con sus materiales. Yo opto por la sustancia misma: infrasonidos, destellos, titilaciones donde se condensan todos los códigos. Cierto batir de alas o el colapso de una supernova que nadie advirtió. Hay demasiados metalenguajes que prescinden de tus signos. Tampoco quiero apabullarte. Puede que al final, cuando hayas levantado tu pequeño universo de signos, podamos encontrar en la terminación de una palabra, en una pausa o un signo de puntuación, alguna sustancia nova que añadir al universo. No digo que sea; pero quizás. De todos modos, sin intención de desanimarte, yo prefiero el temblor de los electrones mientras fabrican el último rayo en la intimidad de una nube, el oleaje magnético que fluye y refluye desde el Sol: la sustancia misma, ¿comprendes? Sin intermediarios.

"Habanecer", Luis Manuel García, Mano Azul Editora.

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 17 enero 2009.

viernes, 16 de enero de 2009

Reflexiones a la intemperie de un barco mutilado (3)


5:05 am
...desde el momento que la fundes existirá... apenas entre linderos de cartón, esos confines de tu libro. Pero a lo mejor no es eso lo que buscas. El mimetismo es rara veces fecundo. Trata mejor de hallar la ciudad que hay dentro de ti. No. Puede que no sea esa. Dentro de todo hombre discurre una ciudad con casas y caminos, puentes y símbolos, hasta con historia y onomásticos. Yo emplearía un silencio corto, dos chasquidos y el roce de una hierba seca contra la cortea de una ceiba. Sí. Es casi seguro que no se parezca a la otra; que hasta juegue a los antípodas; pero si la vigilas cuando vaya a abrevar en tu imaginación, si le tiendes, con mucha astucia, un cerco, a lo mejor la atrapas. Si lo consigues, no te dejes ablandar por tus ruegos. Esas ciudades interiores que crecieron en cautiverio, puestas en libertad son sumamente peligrosas. Pero si la amansas, si logras aprehender su naturaleza recóndita; empezará a parecerse a la otra, y más aún, a las ciudades de cuantos se internen en esa, la que hayas desvelado. Pero recuerda siempre que está viva. Deberás tomar todas las precauciones de un domador, sin deshechar la ternura de una anciana viuda por sus canarios. Antes de reducirla, te esperan muchísimos amaneceres y plenilunios pasando la mano sobre su lomo de edificios, acariciando sus orejas de antenas o palmeando su hocico de fábricas. Jamás te confíes. Suele morder sin previo aviso. Estuvo escribiendo durante muchas horas, dices. Como si fuera lo más difícil. No te vanaglories de una operación meramente caligráfica. Lo importante ocurrirá mientras te juegues la vida acercando a las fauces de la ciudad una brazada de circunstancias, cuando la domestiques hasta que ella rumie con calma, sin eructarte al rostro esa papilla indigerible de sueños que le hayas proporcionado; cuando la acostumbres a esperarte echada en las tardes, a ovillarse alrededor de tus pies cuando haga frío, a seguirte con su andar torpe de ciudad cuando... [continuará]

"Habanecer", Luis Manuel García, Mano Azul Editora.


...Aquí vemos a un chico palestino, llevando en brazos a una peligrosísima terrorista de Hamas que ha sido herida tras un bombardeo israelí a la ciudad de Gaza. Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé...

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 16 enero 2009.

jueves, 15 de enero de 2009

Reflexiones a lla intemperie de un banco mutilado (2)

5:04 am
...en todas las novelas galantes. Hoy me talan como a un olmo enfermo. Mañana me erigen en cualquier parqueadolescente. Por algo son ustedes los dueños de las cosas. Los amos del planeta. Dicen. Amos y siervos. ganadores y perdedores. Sabios y necios. Son demasiado precarias las fronteras para tantas afirmaciones. Pero hay peligros: son ustedes los dueños de la palabra, pero no del silencio. Les falta todavía demasiado para descifrar ese lenguaje final que es el silencio. Su sintaxis minuciosa, su gramática subrepticia. Hasta tanto, no descubrirán la sabiduría del silencio; tan distante de la otra, que no necesita formularse. Ustedes se dicen, por ahora, los dueños de las cosas. Un universo objetuario, esa excrecencia en el costado del universo, les pertenece. Destruyen y fabrican, con los despojos e las viejas cosas, cosas nuevas. Los dueños. Esa palabra rotunda. ¿Por cuánto tiempo? Nadie sabe. ¿Para siempre? Eso no pasa de ser una alegoría típicamente humana. Ya hay otros hombres poseídos por los objetos que poseen. Las apariencias son engañosas. Ya te darás cuenta. Un fusil puede creerse dueño de la mano que lo empuña; y un hombre, del televisor que lo hipnotiz. Sobre todo, porque oprimir el disparador o el botón suelen tomarse como actos voluntarios. El libre albedrío. Esa es la trampa. Pero esto es una disgresión. Aunque a veces las disgresiones son más interesantes que el tema (escucha a Mozart si no). Todavía. Antes, concretemos. Buscas la sustancia de la ciudad en los objetos. Crees adivinar en ellos la huella inequívoca de los hombres. Pero las huellas de esa categoría no existen. Si logras una ciudad inequívoca, creerás que es esa, porque lo inequívoco siempre es convincente. Pero habrás perdido el camino. la ambigüedad es, como el espacio, el medio donde habitan las cosas. Más te valdrá encontrar las piezas con qué armar todas las ciudades que son, las que podrían ser. No acampar en esa ciudad cuadrapléjica que... [continuará]

"Habanecer", Luis Manuel García, Mano Azul Editora.

...P.D.: Andan preocupados, dicen, porque el Comandante ya no escribe sus reflexiones en Granma: era el último nexo con la palabra, con el mal llamado logos, con el Verbo con mayúsculas. Pasó de extender palabras en un inmenso espacio de tiempo (discursos verborreicos de siete, ocho horas, monólogos aburridos que todos calificaban de ocurentes y brillantes, cuando sólo basta escucharlos para desmontar, también, la fama de orador brillante y hombre inteligente) a hacerlo en un pequeñísimo espacio físico en el periódico más escuálido del mundo, apenas cuatro paginitas de propaganda y sinsentido. Quién sabe si el Comandante se está convirtiendo en Puro Intelecto, los pelos de su barba son ya apenas atisbos de pelo arratonado bajo un mentón tembloroso y babeante, y no necesita ya de las palabras para comunicarse. Quién sabe si ha llegado ya a ese sublime estado sin retorno en el que las palabras y las cosas forman un nirvánico amasijo de... en fin... Quién sabe, ¿no?

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 15 enero, 2009.

miércoles, 14 de enero de 2009

Reflexiones a la intemperie de un banco mutilado (1)

5:03 am
Cuidado con esa tablilla. Es peligrosa. No parece, pero sí. Los pernos fueron hierro colado alguna vez, o acero. Yo de eso sé tan poco como tú de páncreas o de glándulas suprarrenales, y los tienes dentro. Válganme esos recuerdos difusos de montaña y de bosque que no han logrado borar del todo ni el salitre ni la lluvia. El tiempo. Digo, eso que ustedes llaman tiempo. Lo más raro que hayan inventado. Nadie puede verlo, tocarlo; no huele, ni sabe, ni suena. Y sin embargo ustedes lo pierden, lo gastan, lo ahorran, lo usan, lo hacen, lo dan, lo piden, lo exigen y hasta lo matan. Yo sé qué son cincuenta veranos, cien nortes con marejada, dos mil amaneceres, quinientas lunas llenas, pero no sé lo que compone el tiempo ese de ustedes. Estuvo escribiendo durante muchas horas, dices que te persigue, como si existir -fíjate, existir, que vivir ni se diga -no fuera un juego continuo de persecuciones: ¿Qué persigues tú cuando una inocente frase te persigue? ¿Quién la persigue a ella? Yo tampoco estoy fuera de juego. Inmóvil, silencioso, sí. Pero ni aunque te diera todas las pistas, los móviles, las circunstancias, los aconteceres más fútiles, adivinarías todos los juegos en que estoy al mismo tiempo. Clavadas en la tierra, sembradas en el cementerio, mis patas trasiegan miléculas, intervienen en el comercio de átomos que me traen, desde cualquier distancia, los pregones de las montañas y el susurro de las piedrecitas que yacen dispersas en los caminos. No hay ráfaga de luz que no se lleve algo de mí o algo que me traiga: grano de polvo, semilla extraviada o mensaje anotado con leve iridiscencia sobre una página de sombra. No hay ventolera, llovizna, claror de luna o rocío que no deposite en mí sus confidencias. No hay ni un milímetro de silencio que no contenga la huella dactilar de todos los ruidos del universo. Pero las apariencias son engañosas y ustedes se dejan caer sobre mí sin advertir que les saqueo los recuerdos, y que entre las fibras de mis maderas hay más besos, más éxtasis y decepciones que... [continuará]


"Habanecer", Luis Manuel García, Mano Azul Editora.

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 14 enero 2009.


martes, 13 de enero de 2009

Los perros románticos (2)

...Vuelve a nevar, aunque muy tímidamente. Suena "Mustang and Go", de John Lee Hooker. Madrid está centroeuropeo, gris, frío...

...Raúl Gómez Jattín escribió esto en Casi Obsceno:

La muerte camina en tus sueños
y florece en tu piel
lo que me ofreces entonces
es una rosa
cuyos pétalos
caen
Lluvia de la eternidad.

...Lo que más le gustaba a Edna de mí era que le escribiera poemas que no eran míos (yo no sé escribir poemas). Creo que también le gustaba que la diera por perdida...
...A mí lo que más me gustaba de Edna, sin embargo, era cuando salía de la pantalla de cine: no se me ocurre mejor manera de darla por perdida...
...Farera, a quien no conozco, me preguntó ayer si encontré a Laura... Me gustan este tipo de preguntas inesperadas, que uno no sabe de dónde provienen, como una bala perdida. Me recuerdan a cuando uno está sobre un escenario, cegado por las luces, y sólo siente un vacío negro de respiraciones y presencias y gente, y alguien le dice algo, y uno pone cara de Borges ciego, o de perro ciego, o de ser indefenso, ciego, y responde más o menos al espacio desde donde viene la pregunta, temeroso...
...Laura, desgraciadamente, es una historia finiquitada en el plano de eso que llamamos Realidad. Ya lo era cuando escribí el libro. Lo que no me perdonó nunca fue que escribiera su email al final de la segunda (o primera) parte del libro. Lo bueno es que, aunque Laura exista (que existe), y siga con su vida en Buenos Aires, con su radio de madrugada y con su desmemoriado inquilino (me consta que todavía sigue en su casa, y todavía buscan al tipo que se dejó el libro de Jattín en el suelo de un taxi bogotano...), y aunque ella no quiera estar dentro de un libro, ahí está y seguirá estando, convertida en ficción, es decir, no siendo ya ella. Yo no tenía derecho a dar su email, pero ella no tiene derecho a pedirme explicaciones por haberla convertido en personaje... Como en un inofensivo bolero, hemos firmado tablas, sólo que ella ha dejado de quererme (si es que alguna vez sintió algo parecido a eso). Es como si se hubiera levantado en mitad de la partida, y se hubiera ido para siempre...

...Ahora suena "Nobody knows", caricia dulce de Hooker. Está a punto de salir el café...

Madrid.
13 enero 2009.

lunes, 12 de enero de 2009

Los perros románticos (1)

...Suena "Four on six" de Wes Montgomery. Ya apenas quedan restos de nieve en los tejados...
...Una vez leí que Edna Purviance, actriz de cine mudo, conocida por ser la protagonista femenina de muchas películas de Chaplin, no había sido muy feliz...


...Hubo un tiempo en que conocí a una actriz de cine mudo que también se llamaba Edna. Una noche le mandé este poema de Bolaño:

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el espacio de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
Y aquí me voy a quedar.

...A Edna le gustó mucho. Al poco tiempo empezó a mandarme películas que ella misma hacía. Me las mandaba a mí y se las mandaba a otros como yo: nos llamaba perros románticos. Yo le escribía guiones, y a veces aullaba. Un buen día Edna desapareció...

...Quién sabe dónde estará ahora...

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 12 enero 2009.


viernes, 9 de enero de 2009

...

Fotos

...Nieva en Madrid...
...Ayer recibí, de Andrea, unas fotos preciosas...


Cuando Lisa me dijo que había hecho el amor
Con otro, en la vida cabina telefónica de aquel
Almacén de la Tepeyac, creí que el mundo
Se acababa para mí. Un tipo alto y flaco y
Con el pelo largo y una verga larga que no esperó
Más de una cita para penetrarla hasta el fondo.
No es algo serio, dijo ella, pero es
La mejor manera de sacarte de mi vida.
Parménides García Saldaña tenía el pelo largo y hubiera
Podido ser el amante de Lisa, pero algunos
Años después supe que había muerto en una clínica psiquiátrica
O que se había suicidado. Lisa ya no quería
Acostarse más con perdedores. A veces sueño
Con ella y la veo feliz y fría en un México
Diseñado por Lovecraft. Escuchamos música
(Canned Heat, uno de los grupos preferidos
De Parménides García Saldaña) y luego hicimos
El amor tres veces. La primera se vino dentro de mí,
La segunda se vino en mi boca y la tercera, apenas un hilo
De agua, un corto hilo de pescar, entre mis pechos. Y todo
En dos horas, dijo Lisa. Las dos peores horas de mi vida,
Dije desde el otro lado del teléfono.

Roberto Bolaño


Miguel Ángel Maya.
Madrid, 9 enero, 2009.

jueves, 8 de enero de 2009

Maruja y los ojos de Norman Lewis

...Maruja Torres ha ganado el premio Nadal: aquí vemos a mi amiga Irene disfrazada de berenjena. Mi amiga Irene va camino de convertirse en Maruja Torres, por eso estoy convencido de que también ella, algún día, será una escritora de éxito. Es catalana, vive en Barcelona, y si sigue a ese ritmo de ingestión de gin-tonics, sin duda, llegará lejos, como Maruja. Una noche, o más bien una madrugada, yo llegué a Barcelona en tren, desde Nápoles, y su madre me hizo un bacalao con tomate del que todavía me acuerdo. De Irene también me acuerdo, y cada vez que veo a Maruja Torres, no puedo evitar ver a Irene en el cámping de Londres, o en ese bar de Barcelona, el "Bonovo" (al que Irene va o iba, no sé si existe, porque el bonovo es un mono que resuelve los conflictos sociales follando, según ella misma me contó), o en Madrid, con su gin-tonic en la mano y su cigarrillo de liar... Ay, Maruja, Maruja, le digo. Qué coincidencia: Maruja gana el Nadal e Irene me manda una foto vestida de berenjena.

...Voy a contar una anécdota de Irene: trabajaba en el Instituto de la Mujer, o en algo de Arte Contemporáneo de Barcelona, donde se había organizado una exposición sobre el Maestro Jorge Luis Borges. No sé bien dónde fue, pero sí sé lo que pasó. Irene tenía que ir al aeropuerto a recibir a María Kodama, la viuda del Maestro, la Yoko Ono de las letras hispánicas (Yo, de hecho, no la llamaría Kodama, sino Yokodama), y no había leído nada de Borges. Fue a su cita, en el aeropuerto de Barcelona, nerviosa, temiendo que la señora Kodama descubriera que era una total ignorante acerca de la obra su marido.
Pues bien, para que luego digamos que la naturaleza no es sabia: Irene, que es una chica repleta de alergias, me dijo que la señora Kodama tenía casi tantas alergias como ella, así que se pasaron los tres días que duró la exposición sobre Borges, las conferencias, los encuentros, las ponencias, hablando de alergias, evitando alimentos y ambientes. Irene me dijo que la señora Yokodama es encantadora. Yo me lo creo...

...Yo, que soy novelista de culto (un eufemismo o coartada que suele referirse a los pocos libros que uno vende) tuve un encuentro fugaz con Maruja Torres: esto bastaría a cualquier escritor (incluso de culto, como yo) a decir que Maruja Torres y él son amigos. Yo, como pocos novelistas de culto, soy honesto, por eso no diré que soy amigo de Maruja, aunque siempre ha sido una tía que me ha caído bien. También ayuda el hecho de que me recuerda a mi amiga Irene. "Un calor tan cercano" me parece un buen libro. No pasé de la décima página de "Mientras vivimos", y me pareció extraordinario el libro de crónicas de Latimoamérica. Lo demás que he leído de ella son artículos, pero hubo uno, que apareció en El País Semanal a finales de agosto de 2005 (creo), titulado "Los ojos de Norman Lewis" (no he podido encontrar ningún enlace, así que algún día lo escribiré completo, si encuentro el diario donde lo pegué), que me pareció maravilloso: habla de un libro titulado Nápoles 1944, escrito por Norman Lewis cuando trabajaba para el ejército inglés durante la liberación de Nápoles al final de la II Guerra Mundial. Yo leí ese libro a los pocos meses de llegar a Nápoles, poco antes de leer La pelle (La piel), de Curzio Malaparte, con el que encuentro muchas semejanzas. El libro de Norman Lewis es una crónica del año que Lewis pasó en Nápoles, con el ejército inglés, y está escrito en forma de diario. Pongamos que yo leí el artículo el domingo, y volvía a Nápoles un martes o un miércoles. Hice escala en Barcelona, desde Sevilla, donde me encontré con Pepe, el chico que llevaba la biblioteca del Cervantes: él iba con bermuda, chanclas, todavía arena en los pies, y con resaca de un ácido que se había metido en una fiesta en una jaima en una playa de Almería. Qué pintas llevábamos. Nos vamos a un bar del aeropuerto Pepe y yo, y a eso que nos vemos a Maruja Torres, tomándose un whisky, a las doce de la mañana (esto siempre lo cuento así, pero sinceramente no sé si me lo he inventado, lo mismo Maruja tenía una botella de agua mineral, pero si digo que se estaba tomando un whisky, y nos la imaginamos, no parece que la imagen desentone mucho de una hipotética probabilidad). Como me había gustado tanto el artículo "Los ojos de Norman Lewis", donde Maruja habla de "cuando Nápoles era Bagdad, y Norman Lewis había tenido la lucidez y la valentía de contárnoslo", yo me acerqué a ella y se lo dije. Estuvimos dos minutos de reloj (máximo tres) hablando de Nápoles. Ella me contó que una vez se dejó olvidado el portátil en un hotel y que cuando volvió todavía estaba allí. La escena me sonó tan improbable como el dinosaurio de Monterroso (¿uno deja un portátil abandonado en Nápoles y cuando regresa está allí? Maruja, le dije, ¿de verdad que era en Nápoles? ¿No sería en Zurich? Maruja asintió, moviendo su melena, sus pulseras entrechocaron, y, sonriendo, con esa boca tan suya, llena de dientes rocambolescos, me aseguró que le pasó en Nápoles. Después nos saludamos, ella se fue, y yo me quedé con Pepe, que dormitaba los efectos del ácido en la silla de al lado de Maruja. Éste fue mi encuentro con Maruja Torres. Me alegro un montón por su Nadal. Me cae bien la señora...

...Por cierto, Martín, me ha gustado tu comentario sobre Nápoles a la entrada anterior...

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 8 enero, 2009.

miércoles, 7 de enero de 2009

Nápoles

...Probablemente uno de los libros más extraordinario que he leído en los últimos tiempos (hablo de los últimos cuatro o cinco años) sea Llámame Brooklyn, de Eduardo Lago. La historia es muy simple: un hombre (Gal Ackerman), antes de morir, le pide a un amigo (Nestor) que complete, ordene, reescriba, la novela que él no va a poder terminar nunca. La novela no es otra cosa que todos esos papeles que el viejo marino de origen danés Gal, varado en Nueva York, había ido acumulando para escribir su novela. La novela es dolorosamente autobiográfica, y el amigo encargado de terminarla, poco a poco, se va sumergiendo en esa dolorosa biografía que tanto le incumbe. No hay más historia, pero el libro es maravilloso. Eduardo Lago construye la novela a través de retazos, saltos mortales, espaciales y temporales. Creo que eso es lo que me parece magistral: Gal ha tenido una historia durante toda su vida con una tal Olga. Gal está enamorado de ella, lo ha vuelto loco, lo ha llevado al abismo y le ha hecho tocar el cielo, le ha hecho sufrir como un miserable perro. Pues bien, lo poderoso del libro es que el lector se va haciendo una idea de la historia a medida que va rellenando los huecos de lo que ha ido dejando escrito el propio Gal, y este proceso lo vive al mismo tiempo que su amigo, quien al final termina la novela...

...Ahora estoy en Madrid, pero ayer mismo, a esta misma hora, estaba en Nápoles. En el iceberg, en los gatos de mi propia biografía, está la relación entre “Llámame Brooklyn” y mi propia búsqueda de lo que yo mismo fui por las calles raídas, imposibles, emocionantes, de Nápoles. Ayer volví a abrazar a Claudio después de tres años en los que ni siquiera sabía dónde se había metido: sólo su caballete permanece impasible y abandonado en la Galleria Umberto I, en obras. Supongo que ya no juegan por la noche los scugnizzi a ser Maradona. Claudio seguía en el mismo sitio que siempre estuvo, buscando lo mismo, encontrando el mismo polvo. Ahora viaja a Milán y a veces está con su hija en España, pero siempre regresa a Nápoles, y siempre está rodeado de esos personajes tiernos, simples, desdentados, entre la indigencia y el dandysmo. Nápoles es ese caballete de Claudio abandonado en la Galleria Umberto I, mientras él está por ahí, zascandileando, en otra parte, en otro whisky...
...Desembarcar en Nápoles es verme frente a esos edificios de tuffo giallo, derruidos, ruinosos, dignos, pero a la vez mágicos. Veo portales, anónimos, y me estremezco al pensar en quién sabe quiénes vivirán ahora en esa casa donde hubo una fiesta una noche, donde hubo una piel, una noche. Paso frente a rincones donde sé que estarán la misma gente de siempre. Paso frente a Donald, vestido de pato, en Piazza San Domenico, y me entristece darme cuenta de que no me conoce, y de que nunca me reconoció durante los cinco años que viví allí. En cambio sólo Donald, el escocés siempre borracho y con una terrible cicatriz en su vida de la que nunca es capaz de hablar, se dio cuenta, en Piazzetta Nilo, frente al bar de la señora coi capelli di strofinaccio, el día que empezaron los bombardeos en Irak, de la leyenda que había en el techo de la iglesia: Hic locus terribilis est. Me lo decía con una cerveza, apesadumbrado por los bombardeos. Desembarcar en Nápoles es darme cuenta, no sólo de lo terrible de “este lugar”, sino del paso del tiempo (como me pasó cuando leí las vidas de Ulises Lima y de Arturo Belano... De repente, setecientas páginas después, uno descubre con una sorpresa grotesca, que se han ido haciendo viejos... Leí Los detectives salvajes en la última casa donde viví, después de licenciarme y de decidir quedarme allí, porque seguía enamorado de Nápoles y porque me estaba enamorando y porque maldita sea, no podía levantarme de la silla e irme en el mejor momento), de mi propio paso del tiempo, y de la eternidad obscena y a la vez repleta de movimientos en que vive Nápoles para no llegar nunca a ninguna parte. Desembarcar en Nápoles es recordarme a mí mismo con veintidós años, después de nueve meses recorriendo Latinoamérica con una mochila a la espalda, y es recordarme a mí mismo enamorado de aquella suiza loca que me volvió loco y que dentro de unos días tendrá un hijo, en Suiza, y es recordarme a mí mismo preparándome los exámenes, y los cassettes, y las casas donde viví, y las mujeres que no tuve, y esas noches, maldita sea, esas noches en las que caminábamos, siempre volviendo, Martín y yo, después de haber estado en un lugar al que nadie sabe cómo habíamos llegado, donde habíamos estado cantando o simplemente pensando qué estamos haciendo aquí: la taberna de Don Giovannino, con Claudio, y Wang, y a veces María, y siempre Martín, y el vino, y “La Malagueña”, e “Indiferentemente” en la voz de Don Giovannino, y el vino, y ese frío que iba despareciendo: primero se secaban los calcetines, después se iba calentando el cuerpo, empezando por el corazón... Era Don Giovannino, o era el restaurante Eritreo, o eran otros sitios por los que ahora paso, y no siempre los reconozco, o no siempre los recuerdo, y no siempre me conocen ni me recuerdan...
...A veces pienso que la prueba irrefutable de lo mucho que viví en Nápoles es la poquísima cantidad de fotos que tengo de aquellos años... Me acuerdo de mí mismo, cuando vivía en I quartieri spagnoli, bajando a ver a los artisti di strada. Me acuerdo de mí mismo tocando el piano o haciendo el memo disfrazado de Baco. No hace tanto, y todavía me siento parte de eso, y me emociona haberlo vivido aunque no querría seguir viviéndolo. Mi recuerdo de Nápoles son los jirones de piel y vida que fui dejándome entre sus calles, los calcetines agujereados, las manos en los bolsillos contando monedas. Por eso me fui de Nápoles, porque había llegado el momento de dejar de vivirlo. Creo que me fui a tiempo. Logré irme con el suficientemente tiempo de antelación como para que Nápoles siguiera infectándome como una de esas enfermedades que siempre llevamos con nosotros, que invernan, hasta que aparecen sus síntomas, como para que la misma condenada y miserable y adorable Nápoles me doliera con la misma fuerza que los amores que se fueron para siempre y que aún recordamos, en medio de una calle, con una sonrisa en los labios, con una nostalgia en el cuerpo, con los brazos bajados irremediablemente, con todos los sueños del mundo rotos en pedazos, pero de pie...
...Nápoles se ha terminado, ha cerrado el telón, y cuando vuelvo sólo veo los restos de la obra de teatro que yo representé, el circo en el que terminé desembocando, la vida que quise y que me quiso, las noches, las fotocopias de los libros, la casa negra con paredes doradas, el piano, la calle, los bares que compartí con Martín, en la frontera entre lo que había dejado atrás y lo que ahora llevo delante... Sospecho que si me hubiera quedado en Nápoles, yo mismo sería ahora como ese caballete de Claudio, solo, con el retrato de Shrek, con el dibujo del mismo rostro que retoca una y otra vez, y, eso sí (y esto es lo que de verdad me hace latir apenas llego a Nápoles y huelo su mar, su salitre, sus fugas de gas, su olor a mercado), con el mismo abrazo tierno, emocionado, desesperado, con que nos abrazábamos después de “La malagueña”, y Don Giovannino echaba el cierre, y él se perdía, dando tumbos, con su caballete a la espalda, y no sabíamos dónde dormía, dónde dormíamos, dónde estábamos, aunque sí porqué...
...Ayer me dijeron, además, que el profesor Kunkler había muerto: después de terminar de discutir mi tesis (Una critica sonora all'Occidente: Schoenberg e il movimento), el borachín Kunkler salió a felicitarme...

...Llámame Nápoles, y probablemente acertarás, o al menos me estremeceré un poco, a veces, incluso, me volveré para que no me veas llorando.

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 7 enero, 2009.