sábado, 17 de enero de 2009

Reflexiones a la intemperie de un barco mutilado (y 4)

5:06 am
...salgas a deambular los parques. Pero no confíes. Casos se han dado. Los incautos nunca sobreviven. Escribir durante muchas horas será después lo de menos. Un acto de transcripción. Lo que dudo es que llenar páginas de signos rudimentarios sirva para algo. Pesan demasiadas leyes sobre la ciudad, sobre ti y tus signos, para que un mazo de páginas pueda desviar una micra de su curso al electrón más indefenso. ¿Intentar la belleza? No sé qué harás después con todas tus palabras. La ciudad no las necesita como tú la necesitas a ella. Son precarios, y jamás antisísmicos, los edificios que se fabrican con palabras. Escribir durante muchas horas será superfluo. Quién sabe. Ustedes los hombres tienen esa manía de construir universos intransferibles y transitorios, cada uno con sus materiales. Yo opto por la sustancia misma: infrasonidos, destellos, titilaciones donde se condensan todos los códigos. Cierto batir de alas o el colapso de una supernova que nadie advirtió. Hay demasiados metalenguajes que prescinden de tus signos. Tampoco quiero apabullarte. Puede que al final, cuando hayas levantado tu pequeño universo de signos, podamos encontrar en la terminación de una palabra, en una pausa o un signo de puntuación, alguna sustancia nova que añadir al universo. No digo que sea; pero quizás. De todos modos, sin intención de desanimarte, yo prefiero el temblor de los electrones mientras fabrican el último rayo en la intimidad de una nube, el oleaje magnético que fluye y refluye desde el Sol: la sustancia misma, ¿comprendes? Sin intermediarios.

"Habanecer", Luis Manuel García, Mano Azul Editora.

Miguel Ángel Maya.
Madrid, 17 enero 2009.

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