Pulgarcito anoche
Anoche seguí tu rastro de migas,
bajo el cielo estrellado de Dublín, como Ulises. Anoche me empujaste y me
latiste. Comía migas de tu mano como un perro romántico, como si fuéramos muñecas
abandonadas. Anoche te me prohibí para siempre, como si fueras mi peor
dirección contraria, pero en la prohibición había un resquicio de sueño desde
el que te llamaba a deshoras y me iba de fiesta con los gatitos, como cuando
bailabas para mí.
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