Ahab
Mi Moby
Dick se había llevado parte de mí cuando se llevó aquella pierna. En su momento
me negué a hablar de ello y de mi boca no volvió a salir nada que tuviera la
forma y el rencor de una ballena blanca. Hasta que una noche, en un apacible
lago, se desató una tempestad que terminó con las pocas palabras que todavía
tenía guardadas.
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