El Muro (ii)
La loca llegó arrastrando los
pies, envueltos en una constelación de costras y heridas secas como de cetáceo
varado, y piernas hinchadas como de animal mitológico. La loca entró empujando
la puerta, dio una especie de bufido que provocó que temblaran sus extraños
bigotes de nutria. Entonces levantó la mano, se subió a una silla y anunció a
todos la buena nueva antes de caer.
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