Siluetamapa
El azar dibujó en la ventana un
agujero negro. A mis cinco años imaginaba que al otro lado habría gatos.
Después me dije que era la silueta de un detective de dibujos animados al que
solo le faltaba la pipa —una pipa que suponía que tarde o temprano el azar
terminaría dibujando en la comisura de sus labios—. Ahora, pasado el tiempo, el
desengaño solo me permite ver un triste mapa —todavía tengo que averiguar de
qué lugar—.
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