martes, 9 de agosto de 2011




...El café permanece en el fondo de la taza, ya frío, sin más argumentos que las páginas del manuscrito virtual que hay tras la página de blogger o tras el google earth que da vueltas de peonza, como en una novela de Kerouac, donde se baila descalzo y se encienden las calles. O como en esas escenas memorables en los pasillos de los trenes nocturnos. Me confunden las películas, París, el blanco y negro, los gatos que maúllan en los tejados, las postales que llegan a destiempo, los trenes. Todo lo que permanece larvado y suave me inquieta por mucho blues que contenga o por mucho que vuele. Me confunde lo que creo haber vivido, lo que relato de mi vida, lo que disimulo...




...Hoy conducía, de nuevo, cuando el sol ni siquiera había hecho acto de presencia. Cada vez el sol sale más tarde. Son curiosos los ritmos, cómo se dilatan cada día a medida que avanza el verano, como si los días fueran versiones dylanianas de sí mismos: esas versiones cada vez más lentas que a Dylan le da por hacer para reírse de sí mismo, para tomar(se) el pelo con la solemnidad con que los demás ven sus himnos. Observo a los niños que cuido, en la piscina, en las aulas, y casi siempre están en guerra. Luego escribo cosas y sueño con que alguno de estos días suceda algo que me sacuda...

Miguel Ángel Maya
Sevilla, 9 agosto, 2011

P.D. La foto está sacada de aquí.
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