lunes, 24 de junio de 2013
jueves, 15 de diciembre de 2011
PORNO SOFT
...El típico romántico al que le faltan verbos, con sus diamantes carbonizados en el abdomen, como un vulgar terrorista cualquiera perdido o batiéndose a duelo en un enorme descampado con malahierba…
…El típico pornógrafo pudoroso y suave que cierra los ojos para disparar, o baja las persianas para no espiar cómo las vecinas se desnudan, cómo los balcones titilan, ladran, gritan, las luces tenues, los pianos, el charleston, lo prohibido, las gomas de mascar, los sicarios, los colmillos afilados, un dedo o dos dedos, elige, tengo muchos, dice en su lengua bizarra, lengua polisémica y de doble filo, dice, y ríen, quedamos en tres dedos con su niágara: cuando deja de enumerar siniestros y niebla, cuando deja de contar horas del día en las que ni siquiera tiene el valor de resucitar o de levar un poquito el ancla, eso dice, y callan, y otorgan, y se miran y buscan palabras, las buscan y tratan de ponerlas en pie, como el árbitro Collina cuando levantó uno a uno a los jugadores del Bayern después de ese gol del Manchester en el último minuto: mis palabras son jugadores del Bayern en el último minuto de la final de la Champions de 1999…

...Porno soft y puntos suspensivos: no se me ocurre equipaje mejor para viajar a ninguna parte...
Miguel Ángel Maya
Sevilla, 15 diciembre, 2011
P.D.
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sábado, 19 de diciembre de 2009
El pudor del pornógrafo
...Todo lo que Madrid tiene de amnésico y veloz, lo tiene el sur de bomba de relojería o recuerdo...
...Esta mañana sonaba Gustavo Cerati, y antes de ayer veía pasar la carretera desde la ventana del autobús, y Despeñaperros estaba nublado y lluvioso, y me parecía un espectáculo maravilloso, y Alba Molina decía: "déjame surcar una vez más, por bajo guía; déjame morir entre las olas, a la deriva; deja que mi cuerpo de madera se rompa con las olas bajo el sol; déjame, déjame morir a la deriva"...
...Y sin querer fui recordando mujeres, mujeres con nombre y apellidos, mujeres sin nombre, con piel inolvidable, con piel difuminada o difusa por el tiempo o sin piel, mujeres que hoy vería con extrañeza y a quienes a la seguda copa, el primer beso o el último recuerdo diría eso de yo sé que te he querido mucho pero no recuerdo quién eres, mujeres que por unas cosas o por otras pasaron de largo cuando yo habría dado años de mi vida porque se hubiesen quedado, aunque sólo fuera un poco...
...Recordé como un obsceno pornógrafo, como un delator infame, un romántico tan estúpido como impune, un gato que se atusa los bigotes y mira un paisaje que alguna vez fue suyo o reconció como suyo...

...Recordé a María. Tampoco de ella recuerdo el apellido, si no, hoy en día, con las redes sociales y los googles, la buscaría: ella era hija de la Señorita Mari Carmen del Pelo Largo del Párroco don Victoriano. Y la adoraba. Quién sabe dónde está, qué hace, si se acuerda de mí como yo me acuerdo de ella. Yo recuerdo que tenía las paletas separadas y su cuello. No se me olvida su cuello y el olor de su chándal celeste...

...En 1999, después de un lunes de feria, me acordé de ella y decidí ir a buscarla: recordaba su nombre y apellidos y que vivía en la Calle Olimpiada, de Alcorcón. Me escribí los números de todos los Hernández de la Calle Olimpiada, diez, y empecé a llamar: el octavo resultó ser el de ella. Nos vimos. Nos reencontramos, pero volvimos a perdernos...
...Cumplía años el 11 de marzo, pero una vez la llamé desde Nápoles y me dijeron que ahí no vívía ninguna V...

...De R. recuerdo músicas y torpeza. Casi no recuerdo labios, pieles, nada; pero sí sonidos, música, a cual más cálida, a cuál más rara. Los olores y los sonidos son la puerta de entrada de la nostalgia: cuando uno menos se lo espera. Las músicas también. No éramos demasiado animales, o más bien animales temerosos...

...L., mi Moby Dick, el tiburón de El viejo y el mar que nunca dejó atraparse, a quien nunca llegué, tuvo en su mano todas mis músicas, me dio de comer en su mano, como la muñeca de la canción de Brassens, pero ella tampoco tenía mayor interés en tenerme comiendo de la mano...
...De ella recuerdo una camiseta del Che, su cuerpo, su piel, su olor, su saliva, el invierno en Lisboa, su mano, el olor de tabaco que quedaba en mi mano después de la suya, su indiferencia a veces, su llama encendida a veces, mi forma de sufrir, el no terminar de darnos nunca, el desaparecer, el encontrarnos, las clases en la facultad, las últimas veces y los reencuentros, las dos velocidades, lo que ella quería y el abismo entre lo que yo quería, y siempre la música de otro en su piel, siempre la canción Sábanas de Seda, París, la agonía, la despedida, las canciones que todavía me estremecen...

...De A. recuerdo un taxi compartido desde Flores a El Remate, en Guatemala, y muchas noches sin dormir a orillas del Petén Itzá, y un fin de año en Bahía, su piel, su sexo, sus bragas en el suelo o sobre el empeine de sus pies, una resurrección, una lengua, la casa de Nápoles, la cama de Nápoles, su ausencia cuando yo decidí quedarme en Nápoles, y los ases que me guardo en la manga...


...De D. prefiero guardármelo todo, como en la canción de Ruibal, y quiero seguir necesitando abrazarme a su espalda cada noche...




...A menudo me pregunto cuántas personas son importantes en mi vida, influyen directamente en mis acciones, en mis gestos, me mueven, me impulsan...


...Muchas veces me pasó de encontrarme con una piel casual y no recordarla bien. No recordar ni siquiera el nombre, ni siquiera vagamente la sonrisa, o el color de los ojos, sí apenas una fiesta de disfraces, un programa de radio, un telefono escrito en una servilleta, y como mucho la duda entre si marcarlo o no unos días después...

...No sé si ellas se preguntarán alguna vez por mí, por si fuera así, y para facilitarle la tarea a Google, ahí dejo un inventario pornográfico: por si acaso, por si fuera necesario, por si provoco alguna casualidad, por si quedan enterrados definitivamente...
Miguel Ángel Maya
Sevilla, 19 diciembre 2009