miércoles, 22 de agosto de 2012

VOLVER




...Cuando el insomnio me gana la partida me sumerjo en la radio y en los folios a la orilla de la cama y en cantidades imprecisas de whisky on the rocks...
...La voz de Eduardo Lago es cálida: me lo imagino cocinando, me lo imagino hablando en una sobremesa con vino o con alcohol. Me lo imagino fumando marihuana junto a Thomas Pynchon después de haber subido a una azotea de Manhattan por las escaleras de incendio detrás del edificio. Me lo imagino cantándole una nana a una de sus lectoras treinteañeras, a una de sus alumnas veinteañeras. Me lo imagino sorprendido cuando le cuente que he conocido a Sofía y que hemos tenido una pequeña historia...
...Sin embargo, la voz de Eduardo Lago, llevándome a Nueva York, adonde en realidad me llevó fue a Nápoles: me llevó a la primera vez que pisé Nápoles, me llevó a la nitidez de mis pasos diez años atrás, me llevó a ese salvajismo tierno, a ese amasijo de desesperación y alegría, a los rincones donde me fui dejando años, piel, tiempo, palabras, llanto, me llevó a los sonidos y a los olores y me llevó a todos los estratos de mi piel y de su piel...
...Volver sin que nada se haya dulcificado, volver sin que el miedo se reblandezca, volver sin que diez años puedan con este bofetón de biografía...

Miguel Ángel Maya
Napoli, 22 de agosto de 2012.
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