Para Debrah
Algún día te lo contaré todo,
también yo tengo algunas cosas que contarte,
y caerán las piezas del dominó y
la bomba atómica y se fragmentará en miles de
pedacitos de restos de naufragio la teoría de Newton
y danzaremos separadas por mamparas esmeriladas.
Algún día seré una esquiva gata y maullaré y me restregaré
por tus piernas cuyas rodillas oprimen mi cuello, y recorreré
los cubos de basura bajo el puente de Brooklyn, y
veré cómo te besas con tus amantes, cómo
se ponen en marcha los volcanes y las miserias
y se velan las armas y aullaré a pocos centímetros
de las aguas del Río Hudson y otros territorios
míticos encerrados entre las páginas de tus libros o entre las escamas
de un monstruo enloquecido, y se perderán mis poemas
y mis diarios, y moriré en París como César Vallejo y
también tendré ese día ya en mi recuerdo,
como tú recordabas Coney Island.
Algún día me armaré de valor y recordaré
ese deseo terrible que habita en la punta de la Vía Láctea
y me acompañará el aullido de los monos
y te lo contaré todo por fin y quedarás sepultada
bajo ese peso callado y frío como
un hastiado crimen en un lugar inhóspito y cruel
sin tiempo para identificar en la locura eso tan rojo
y moribundo semienterrado en la nieve,
blanda, fría, dulce, inofensiva nieve.
Sylvia Eleniak, Sweetness
Miguel Ángel Maya
12 de noviembre de 2013
P.D. La fotografía es de Nastya Kaletkina
P.D. La traducción del poema de Eleniak es mía.
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