viernes, 9 de agosto de 2013

CASA INUNDADA



El teatro donde yo daba los conciertos también tenía poca gente y lo había invadido el silencio: yo lo veía agrandarse en la gran tapa negra del piano. Al silencio le gustaba escuchar la música; oía hasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando el silencio ya era de confianza, intervenía en la música: pasaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de intenciones.

Felisberto Hernández, La casa inundada

Miguel Ángel Maya
9 de agosto de 2013

P.D. La foto es de Saul Leiter y está tomada de aquí 

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