Teóricamente, podrá decirse que pensar e imaginar son, como autointerpretar el sueño durante el transcurso, formas de procesarlo de mala fe y arreglarlo para el consumo clínico. Pero cuando se ha abandonado cualquier propósito de conocimiento o de cura interesa más el goce del sueño que la producción de muestras para las biopsias del alma o del deseo.
Y nunca pude concebir forma alguna del goce que no integre los indispensables ejercicios de imaginar y de pensar. Lo mismo ocurre con escribir. Llamo a esto escribir.
Fogwill, La gran ventana de los sueños
Miguel Ángel Maya
30 de abril de 2014
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