...Por ejemplo, los objetos que pasan de mano en mano, acumulando historia y anécdotas, y que es como si empezaran a vivir cuando llegan a nosotros: ese mueble o cartel que uno encuentra en la calle, esa foto que uno encuentra en la casa a la que acaba de llegar...
...Yo tenía una maleta verde. Con esa maleta verde he ido y vuelto muchas veces, cuando vivía en Nápoles: dentro ha llevado libros, ropa y comida, mis libros, mi ropa y la comida que, cuando volvía de Italia, me traía de recuerdo a España, y, cuando volvía de España, me llevaba de recuerdo a Italia... ...La veía salir por la cinta del equipaje, y la reconocía por su color. Una vez no salió, y estuvo dos días dando vueltas por ahí. Luego me llamaron del aeropuerto de Roma, donde había aparecido con sus heridas de guerra: la rueda rota, un cargador de móvil desaparecido, su interior revuelto aunque dentro no faltaba ni un libro, ni un pantalón, ni un calzoncillo... ...La miraba y pensaba dónde habría estado, en qué aeropuertos, en manos de qué autoridad o pasajero, a merced de las circunstancias, antes de que volviera a mí...
...El domingo metí dentro de la maleta un puzzle, una bolsa con un juego de piezas de colores, dos carteles de unas películas iraníes (que ya estaban en esta casa cuando llegué yo), cajas de dvds de cine clásico: Tener y no tener, El halcón maltés, Gilda, Casablanca... pero sin el dvd dentro, porque ya lo tenía en otra parte, otros dvd de promociones: un documental de National Geographic y una especie de resumen de Cuarto Milenio, que sigue todavía envuelto en el plástico con el que lo obsequió El País, y gomas de borrar, sacapuntas, caramelos libaneses, aspirinas marroquíes... ...Cerré la maleta por última vez y la dejé en el punto de reciclaje del mercado de Antón Martín, entre la pescadería y la filmoteca... ...Volví minutos más tarde para tirar unos papeles y la maleta ya no estaba...
...Llevo varios días preguntándome quién se la llevó, dónde estarán ahora la maleta, los juguetes, los carteles de las películas: los imagino en una pared de alguien que recibe a un amigo, quién sabe si son los carteles de dos películas que en su momento marcaron al tipo que se llevó la maleta, y al encontrárela en el punto de reciclaje lo vio como una señal de algo... ...No sé, le doy vueltas y pienso que la historia de esa maleta y de los objetos que tenía dentro, continúa, aunque nos hayamos separado para siempre después de tanto tiempo...
...Es curioso cómo en una mudanza los recuerdos adquieren formas físicas y se encarnan en objetos: abres un cajón, y aparece un posavasos, una tarjeta de embarque de easyjet, una servilleta con un número de teléfono, un cochecito, unas entradas de Clamores, un paso en falso, un casi abismo de carmín por el que no te jugaste la vida... ...Son objetos que a pesar de haber estado ahí, en la misma casa que ahora abandonas, callados, agazapados, perdidos, tienen sus músicas y sus historias...
...En este caos de cajas, eso es lo que más me gusta que me pase... ...Y luego están los libros, claro: cuando uno tiene que domesticarlos, sacarlos de las estanterías y meterlos en cajas, lo prioritario pasa a ser el objeto: no importa ya si el libro me gustó o no, si marcó mi vida o no, uno se da cuenta de la importancia que tienen sus libros por el cariño con que los trata al meterlos en la caja, porque trata de que tenga las mejores compañías posibles: "no, no puedo poner a Manuel Puig junto a Cela"... ...Desde el punto de vista de una mudanza, hay libros mucho más dóciles que otros: los de Seix Barral son los que más me gustan, de ahí que Boquitas Pintadas viaje en el camión de la mudanza con todos los honores, porque además es un libro maravilloso... ...Los de Losada son geniales: sirven para rellenar los huecos de las cajas que han dejado las ediciones en tapa dura o los 2666, de modo que Roberto Arlt, que me perdone por la devoción que le tengo, se ha convertido en un funcional rellenahuecos, con todo el dolor de mi corazón, y sus siete locos o sus juguetes rabiosos viajan de canto, justo antes de cerrar la caja... ...Es raro ver los libros como si fueras el hombre de hojalata...
(Dellat. melancholĭa, y este delgr. μελαγχολία, bilis negra).
1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.
2. f.Med. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes.
3. f.ant. Bilis negra o atrabilis.
...Me he ido de muchos sitios. Quiero decir, he llegado a muchos sitios, he empezado varias veces desde cero. Me apasiona llegar a un lugar donde nunca estuve antes: esa primera toma de contacto donde uno es una esponja que acaba de bajar de un tren... ...Pero también me he ido de muchos sitios...
...En estos días estoy especialmente melancólico porque se avecina ese momento de volver a meter en cajas esos objetos que ahora están en la buhardilla de la Calle Amor de Dios con Huertas en la que he pasado poco más de un año...
...Pero no es sólo eso: quiero decir, también dejo un poco Madrid, no definitivamente ni por mucho tiempo, pero sí psicológicamente, sí melancólicamente, sí lo dejo mudanzamente, como he dejado tantos sitios, como dejé Sevilla, como dejé Nápoles, como dejé los lugares donde fui feliz... ...Recuerdo cuando llegamos y empezamos desde cero, y recuerdo cómo fuimos descubriendo, poco a poco, la topografía de Madrid, nuestros lugares, los espacios que hicimos nuestros, cómo fuimos habitando las casas, las calles, los rincones...
...Ayer me levanté con la noticia de la muerte de Labordeta, y también por eso estoy melancólico. Cuando era chico, no sé por qué, lo adoraba, y una vez me dedicó un libro, y cuando me dio un beso me pinchó su barba, y, y, y...
...Después fuimos al Real de la Jara, el pueblo de mi padre, y cuando habíamos bebido mucho me llevó a la huerta donde vivía con sus abuelos y mi abuela...
...La casa ahora está completamente en ruinas: pero mi padre me fue enseñando los lugares que habían sido suyos, y su relato trabado por el alcohol era más poderoso que el presente: me enseñó la chimenea, la escalera que llevaba al doblado, su cuarto, la alberca donde estuvo apunto de ahogarse... ...El recuerdo de Madrid seguirá ahí, poderoso, con todo lo mío, mi piel y mis pupilas y mi biografía y mis músicas y mis pasos perdidos por el mundo, sí, pero lo verdaderamente terrible es el paso del tiempo: me recuerdo preparando este viaje de ida hace ahora cinco años, y parece que fue, literal y melancólicamente, ayer...
...Hoy el cielo apareció londinense y agrio, como los cielos bonaerenses de Roberto Arlt. Suelo levantarme cuando es de noche: hago café, abro la ventana, respiro, bebo café. Hoy no sólo olía a mañana, a comienzo, ça commence aujourd’hui, sino también a lluvia...
...Esta noche no podía dormir, e imaginaba que la ciudad estaba hambrienta, y que se comía todos mis sueños, y recuerdo que me levanté, y escribí en el papel a orillas de la cama: ya he contado otras veces que siempre tengo agua, papel y lápiz a la orilla de la cama, por si tengo sed... ...Escribí a oscuras la historia de un hombre gordo que va perdiendo las letras de su nombre. Por la mañana no se entendía casi nada...
...Ayer tenía un futuro repleto de incertidumbre y de cosas, pero en La Alameda me encontré con alguien de mi pasado. Ahora llueve. Ayer firmé el contrato del piso. Ahora suena Patty Smith, o Lily Allen, o Madame Faithfull, alguna voz de mujer. He mirado las estadísticas de blogger, y hay algo curioso: ahora, según Blogger, había catorce personas conectadas a alguna de las páginas desde España, ocho desde los Emiratos Árabes Unidos, dos desde Corea del Sur, otras dos desde Lituania y una desde Venezuela... ...Me parece fascinante y raro no poder ponerle rostro a personas que leen quién sabe que entrada de este blog desde Lituania o desde los Emiratos Árabes Unidos... ...Se me viene a la mente un tornado como el que vi a lo lejos desde el velero que me llevó de Panamá a Colombia...
2
...El otro día encontré en el blog de Lázaro Sarmiento una radiografía de la caja torácica de Marilyn Monroe. No sé por qué, pero me impactó mucho, y pensé que es una brutalidad ser testigo del interior del cuerpo de Marilyn Monroe, del esqueleto que la sostenía, de sus pulmones, cuando yo lo único que conocía de ella era su cuerpo por fuera, su sonrisa, su mirada. Es como sentir de repente una extraña intimidad con alguien que está demasiado lejana: lo más cerca que estuve nunca de Marilyn fue por un relato de mi padre, que cuando era chico tuvo en sus manos una pelota de béisbol firmada por Joe di Maggio, regalo de los americanos en cuya casa trabajaba mi abuela como asistenta...
...La piel de la mano de mi padre había tocado una pelota que a su vez había tocado la piel de la mano de Joe di Maggio, una piel que alguna vez habría acariciado la piel de Marilyn, y mi padre me daba a menudo la mano cuando caminábamos juntos, por lo tanto, en alguna remota célula de mi mano, en algún resto infinitesimal de mi piel hay también algo de Marilyn por culpa de esa pelota de Joe di Maggio...
...Es como si la brutal radiografía del pecho de Marilyn fuera una alarma que me recordara que todo se termina, que las fiestas se terminan, que las caricias se terminan, que las células de la piel se terminan...
...Creo que ya lo he contado miles de veces: me parece un milagro oír músicas o voces de alguien que ahora está bajo tierra: no sé, es un milagro escuchar la trompeta de Miles Davis, la guitarra de Frank Zappa, o la voz de Benny Moré... ...Más aún me pasa con esa gente que uno he conocido viva: Jeff Buckley,Antonio Vega,Roberto Bolaño...
...Una vez me despedí de una chica con la que me había acostado. Sabía que no nos veríamos en mucho tiempo, y mientras volvía del aeropuerto pensé en la posibilidad de que el avión tuviera un accidente. Yo todavía tenía en mis dedos el olor de su sexo, y me estremeció pensar que ella pudiera morir en un accidente de avión mientras yo seguía oliendo su sexo en mis dedos...
3
...Conocí a Manuel en Nápoles, ahora vive, investiga cosas absurdas y las escribe desde China en su facebook. A Manuel le robé su personaje de Baco, cuando también yo empecé a hacer de mimo en la calle, pero compartí muchas más cosas con él aparte del personaje robado...
...Una noche encontramos, en un cubo de basura de la calle Salvator Rossa, un montón de fotografías en blanco y negro con el documento gráfico de la vida de una mujer: en las fotos había bautizos, bodas, escenas familiares, grupos de amigos, con una protagonista... ...Recogimos las fotos, y reconstruimos la biografía de aquella mujer. Después estuvimos usando esas fotos como carátulas de los cds que nos grabábamos...
...Hace ahora un año encontré algo parecido en una tienda de antigüedades de Brooklyn: la biografía fotográfica de una mujer, desde las primeras fotos siendo una niña, a las últimas, con unos sesenta o setenta años...
...Me he pasado parte de los dos o tres últimos años investigando cabos sueltos y casi diría que enterrados, ocultos, rocambolescos, inverosímiles para escribir Memorias de una fiera, que es el libro donde cuento la historia de mi rastreo de los dos últimos libros póstumos de Roberto Bolaño: Historia del cieno y Memorias de una fiera... ...Es difícil seguirle el rastro a dos libros póstumos tan golosos para editores y agentes, lo cierto es que en Memorias de una fiera cuento o transcribo muchas de las conversaciones que teníamos en Nápoles hasta altas horas de la madrugada, especialmente las que giraban en torno a los crucigramáticos... ...Ya hablaré más detenidamente de esta historia, que yo empecé a investigar a raíz de una noticia de un periódico cuando estaba con Cabaret en las tripas del difunto, y que, sin comerlo ni beberlo, me ha llevado a dos novelas póstumas de Bolaño cuya existencia desconocía completamente...
...No, no me he perdido, como cuando hablo... ...Todo esto viene a cuento porque en el facebook de Manuel he leído los apuntes de un hallazgo de una investigación similar a la que cuento en Memorias de una fiera: el escritor Thomas Pynchon y el músico Jacques Brel son la misma persona... ...Manuel lo escribía así el 27 de junio:
“Hoy he hecho un descubrimiento que puede revolucionar la literatura norteamericana y la canción francesa: ¡THOMAS PYNCHON Y JACQUES BREL SON LA MISMA PERSONA! Pynchon lleva decenios ocultándose y lo poco que conocemos de su rostro es gracias a dos o tres fotografías de juventud. Brel también jugó al escondite en los úl...timos años de su vida, antes de fingir su muerte y su entierro en la Polinesia. Hay muchas coincidencias biográficas que confirman mi teoría. Tengo pruebas. Sólo me falta saber a quién enterraron en la tumba de Brel. El misterioso Jacques Pynchon tiene ahora 81 años y sigue en paradero desconocido”.
...Las conclusiones y los documentos aportados por Manuel son realmente concluyentes y esclarecedores y explican muchas de las piezas de los puzzles biográficos que faltan en las crónicas vitales de ambos: que Pynchon sea el autor de Ne me quitte pas es casi más brutal que la radiografía del pecho de Marilyn... ...Manu, ¿me informarás de tus hallazgos ahora que has dejado por una temporada la China milenaria?...
...Era casi de noche y en la radio del coche Óscar Sipán, el editor de Tropo, hablaba con pasión de Opio en las nubes.Óscar Sipán no sólo tiene una pasión contagiosa, sino que contaba la aventura de ir detrás de un libro o de un autor. Sin ser editor, conozco muy bien la sensación de ir tras un libro, desde el momento en que uno se detiene en una cuneta, por ejemplo, y escribe el título de un libro que le va a acompañar en las sienes durante años: a partir de ese momento uno empieza a encontrar señales o pistas, oye hablar del autor en alguna parte, encuentra algún libro o texto en el que se habla de él o que contiene algo de él, y es como pasar rozándolo, como sentir que uno casi lo ha conseguido. En la ciudad donde uno menos se lo espera va encontrando pistas cada vez más contundentes hasta que un buen día, en un puesto, en una estantería, en un lugar rocambolesco, encuentra el libro...
...A veces lo del libro es un pretexto tan inútil como algunos sueños: al final, en cualquier momento, la vida da un golpe de timón y uno cae por la borda... ...Es curioso, en estos días he descubierto la pestaña estadísticas en este blog: me gusta fantasear poniéndoles rostro a las personas que se pasan por aquí, y ver los lugares remotos desde los que se conectan, o las palabras claves de búsqueda: hace dos días, las palabras claves de búsqueda eran éstas:
Miguel Ángel Maya Ava Gardner Fotos carta de ajuste Francesca Regni Poeno la mama la forsa a la hija a follar Imagen de carta de ajuste Los payaasos de la tele Miguel angel maya blog Miguel angel maya blogspot
y ayer fue: miguel ángel maya ava gardner lara moreno viage egipto 31 agosto 2010 el pudor del pornógrafo miguel ángel maya ivan thays bellver lagrimas negras pichiciegos su sonrisa esplendorosa su carita tan hermosa letra de cancion
...Me había puesto a pensar o ficcionar sobre esas personas, conocidas o anónimas, que por diferentes motivos, entran cada día en este lugar: quíénes son, qué buscan, cómo llegan hasta aquí, por qué motivo se quedan o por qué motivo no vuelven...
...Pero la vida acaba de dar uno de esos golpes de timón tan parecidos a un jarro de agua fría: yo estoy a punto de cambiar de vida, y la vida que me circunda también se empeña en cambiar de rumbo. No sé, es raro, pensar que haya cosas que, en un momento dado, conjuntan sus tiempos y sus espacios, sincronizan sus ritmos disparatados, para germinar de repente dejándonos con la boca abierta... ...Cuando eso pasa, cuando el cielo se cubre de nubes y uno sabe que la vida tal y como la entendía hasta ahora no va a ser ya la misma, no hay opio que valga...
...Ahora estoy en medio del torbellino de cambios que me circundan: visito pisos vacíos, por ejemplo; miro el calendario para cuadrar o conjurar fechas claves; trato de hacer el equilibrista entre dos ciudades, nada menos; y le doy vueltas a las ideas o las bombas que van minando mi insomnio hasta que suena el despertador y empieza a rodar el tiempo y el espacio bajo mis pies...
...Cuando estoy así, mis neuronas suelen entrechocar entre sí, y suelen ponerse a carburar o a elaborar rudimentarios discursos estéticos que mi falta de destreza lógica me impide transcribir como el intelectual que nunca seré. A pesar de mis muchos años de filosofía, de mi estrambótica tesi di laurea sobre Schoenberg y el concepto de Movimiento dedicada a la memoria de Frank Zappa, no sirvo para los discursos lógicos: las palabras razonables o razonadas que salen de mi boca terminan en un patético hundimiento o en unos pobres fuegos artificiales de fiesta de pueblo...
...Es en estos momentos cuando más ideas se me vienen a la cabeza: la mayoría no pasan de simples ocurrencias, pero generalmente conviene tener un lápiz o un piano a mano, por lo que pudiera pasar. A veces pasa “algo”, y es importante ir armado...
...Tengo muchas cosas que decir y voy armado. Hoy, quiero decir: hoy tengo muchas cosas que decir y hoy voy armado. No es lo habitual, por eso soy inofensivo. Estoy resfriado y un poco tengo ganas de llorar por el torbellino que me circunda, de modo que las voy a decir como quien lanza los dados de una partida en la que se juega algo o mucho...
...Cuando murió Fogwill, un periódico me pidió que escribiera algo sobre él: querían tener el texto en la recámara por si la necrológica del que de verdad sabía de Fogwill no llegaba a tiempo. Yo escribí esto, que no se publicó, porque aunque el texto del que de verdad sabía de Fogwill nunca llegó, pero al parecer había más necrológicas en la recámara además de la mía, y publicaron otra. La mía era ésta:
Supongo que los cínicos y las ovejas negras comparten un buen porcentaje de carga genética. Anoche murió en Buenos Aires Fogwill, la oveja negra más famosa de las letras argentinas, después de sesenta y nueve años de provocación y varias obras maestras: sólo por Los pichiciegos y por Muchacha Punk merece la pena que decidiera ponerse a escribir lo que se le pasaba por esa cabeza bizarra. Mitad personaje, mitad autor, se movía hábilmente entre los márgenes del folio y el ojo del huracán. Se enfrentó a escritores o a críticos sólo por joder, o para corregirles los signos de puntuación a las críticas, o vaya usted a saber para impresionar a qué mujeres o a qué clase de mujeres. Fue francotirador, out sider, sociólogo, publicista, mosca cojonera, incordio de los biempensantes literarios, de los grupillos o grupúsculos, del lumpen intelectual del habla hispana, de los premios literarios y las becas internacionales detrás de los que corría cuando era joven y de los que se cansó cuando se dio cuenta de que había formas más fáciles y productivas de financiar sus adicciones que la literatura. Se hacía pasar por loco, porque sólo los locos dicen lo que quieren, y sólo los que dicen lo que quieren controlan los medios que dictan lo que conviene decir y lo que no. Fue prodigioso con la calculadora de números y dinero, y también en el cálculo de la imagen que quería proyectar, pero más lo fue juntando palabras, a veces elegantes y casi siempre impertinentes. Escribir, decía, no era encontrar la palabra justa, sino hacerle creer al lector que la palabra que el autor había puesto ahí, tenía que ir justamente ahí.
Los mitos argentinos suelen tener cierta querencia por lanzarse al vacío: algunos, como Salvador Benesdra, acaban estampados sobre el pavimento del barrio bonaerense de Balvanera después de un vuelo desde un piso cuarenta; otros, como Charly García, terminan en la piscina de un hotel cagándose de la risa. Fogwill, que se lo bebió, fumó y aspiró todo, terminó dejándose ganar por un enfisema pulmonar que se conoce que no sabía mucho de genios cínicos ni de letras argentinas huérfanas o esas cosas que ahora dirán los meapilas que pidan su beatificación. Escribió lo que quiso, o al menos fue lo que nos hizo creer, porque no tenía que ganarse el pan con la literatura, ni la fidelidad de un crítico o la adulación de un soplagaitas. Ganó mucho dinero. Perdió casi todo el dinero que ganó entre empresas imposibles y vicios caros. Fue capaz de llamar ciego a Borges o negar la existencia de Macri, el dueño de Boca y de Buenos Aires, en cuya agencia trabajó como publicista. Contó el infierno de Malvinas en pocas horas, con una máquina de escribir y con doce gramos de coca entre su nariz, sus dedos y sus ansias, cuando los pichiciegos cachorros que los militares argentinos mandaron a aquel matadero todavía no habían ni regresado, y después de que su madre le dijera, ilusionada: “hundimos un barco” y de imaginarse a miles de ingleses violetas flotando sobre aquellas aguas heladas.
Fogwill decía que la literatura argentina ya no tenía futuro, no porque ya no escribieran Borges o Cortázar o se hubieran ido callando esas vacas sagradas que él nunca reverenció, sino porque los jóvenes se empeñaban en escribir cosas como “alzó los hombros sin saber qué responder”. “Cuando uno escribe eso”, decía, “estamos perdidos”. Ahora que se ha ido él, no sé si perdidos, pero jodidos y mudos sí que nos hemos quedado. Ahora, no seré yo quien alce los hombros sin saber qué responder (o al menos no seré yo quien lo escriba, ¡glub!).
...Yo no sé de casi nada en profundidad: tengo lagunas literarias alarmantes para alguien que se supone que quiere dedicarse a esto, pero el reverso es que he leído libros imposibles, conozco a autores que a mí me parecen luminosos de los que la mayoría no ha oído hablar nunca, y es como si tuviera un pequeño santuario de músicos y escritores, que forman parte de una intimidad, tal vez hecha a medida, tal vez falsa, como todos los juegos que nos inventamos y a los que ponemos reglas...
...Con esto quiero decir que yo no sé nada de Fogwill, y si lo adoraba era por esos detalles de su literatura que yo adoro encontrar en un libro, es esa sensación de encontrar un entramado literario distinto, “nuevo”, ésa es la palabra: nuevo. La tarde que devoré Los pichiciegos, en Buenos Aires, encontré algo que hizo que se me cayera la baba mientras murmuraba entre dientes: “qué hijo de puta este Fog”: hay un momento del libro en el que, uno de los pichiciegos, le pregunta al narrador por qué está siempre hablándole a la grabadora. Hasta ese momento yo me había preguntado varias veces cómo hacía el narrador para “escribir” todo eso en aquellas condiciones infames. Cuando escribo, y alguien narra, suelo preguntarme siempre desde dónde narra, cómo narra desde el punto de vista material: si lo escribe, si lo piensa, si lo habla, porque es algo que me parece crucial. ¿Cómo alguien escribe en primera persona en una selva, por ejemplo? ¿Cómo es posible escribir en primera persona si soy un narrador perdido en la selva? ¿De dónde saca uno papel y lapiz si está tratando de sobrevivir? ¿Cómo es posible que las palabras que salen de la boca de un tipo perdido en la selva terminen en el libro que tengo en mis manos?...
...Sólo a un psicópata o a un maestro se le ocurriría no dejar ni siquiera ese cabo suelto en la narración de los pichiciegos, sólo a un tipo genial se le ocurriría pensar en cómo resolver el hecho de que exista un manuscrito que narre lo que está sucediendo en Malvinas, cuando muchos de esos pichiciegos ni siquiera regresaban: de pronto, sin decir una sola palabra sobre eso, Los pichiciegos se convertía en la historia de ese objeto: la grabadora, y toda la historia gravitaba sobre aquella infame guerra y sobre esa grabadora que logró provocarme un desasosiego extraño: temía que se le agotaran las pilas y no poder seguir leyendo... ...¿No es maravilloso?...
2
...En estos días estoy leyendo cosas sobre el número de octubre de Granta, donde aparecerán los 22 escritores nacidos a partir de 1975 que, según la revista, van a ser más influyentes en los próximos años, van a “mover” o “agitar” la literatura en español. Particularmente interesante me parece la entrada que hizo en su blog Javier Calvohace unos días. Ha habido otras: la de Iván Thays, o la de Sergi Bellver (cuya lista incluye a dos narradoras que son mi debilidad: Lara Moreno y Sara Mesa)...
...Yo mandé mis Últimas 2 horas y 58 minutos a la Editorial Duomo para participar, lo hice como quien le manda un paquete a un amigo. Supongo que desde fuera puede parecer hasta tierno. Fui a Lengua de Trapo, saludé a Fernando y le pedí un ejemplar de mi única novela publicada, nos tomamos un café y esa misma tarde él se fue a Buenos Aires y yo me fui a correos. Ya por abril tenía dos novelas terminadas en la recámara: Cabaret en las tripas del difunto y Memorias de una fiera. Cabaret en las tripas del difunto es lo mejor que he escrito nunca, me refiero a la propuesta literaria, al discurso literario, a la apuesta inmensa que es. Supongo que está feo que esto lo diga yo, pero las frenéticas, enfermizas e insistentes correcciones de mis manuscritos se deben a una mezcla de inseguridad y autoexigencia letales. Si no le diera tantas vueltas a las cosas quizás tendría dos novelas más publicadas, dando vueltas por ahí, de mano en mano, con lo estimulante que es eso, pero se trata de una cuestión de honestidad: dos novelas ya son dos puntos sobre los que se puede trazar una línea y sacar algunas conclusiones. Y esa línea no puede construírse sobre los cimientos de un bluff o sobre una impostura, y mucho menos sobre dos obras muy deficitarias entre lo que desean decir y lo que dicen...
...Yo no estaré en la selección de Granta: por otra parte supongo que los escritores que están ya lo saben. Y no estaré en ella porque nada de lo que he hecho (literariamente hablando) merece que yo esté ahí: desde escribir así Últimas 2 horas y 58 minutos, (el discurso literario, la propuesta literaria, la carne que pongo en ese asador,) porque no sólo hace falta ser honesto con un discurso, sino es crucial que ese discurso sea deslumbrante, sea distinto, único, y el de Últimas 2 horas y 58 minutos no lo es, no no lo es del todo; hasta mandar el paquete así, dobladito de forma tan amateur, con mi biobibliografía dentro, sabiendo que va a tener que abrirse paso entre un enjambre de agentes, editoriales, egos y sobre todo, manuscritos que de verdad contienen ideas o estructuras que van a mover los cimientos de lo que ha pasado literariamente hasta ahora...
...A la larga yo creo que cuando puedan trazarse líneas entre varios puntos (novelas, cuentos, híbridos, guiones, cómics, poiesis en definitiva) de todo lo que haya publicado, creo que se va a ver algo interesante. No sé si moverá cimientos o derribará puertas, pero tendrá su lugar, su espacio, será más o menos poderoso, descarado, irreverente, pero estará ahí y será reconocible, habrá gente que lo comparta y gente que lo denigre, y tendrá sus fallas y sus fisuras, pero podrá tocarse, verse, o incluso podrá disparársele... ...En el hasta ahora único ejemplo que se puede tomar de mi discurso literario (Últimas 2 horas y 58 minutos), o uno pone mucho de su parte, o probablemente no encontrará casi nada de eso: tal vez algo, muy poco, y demasiado camuflado con otras cosas desdeñables como para tener lo otro en cuenta...
...En Cabaret en las tripas del difunto se puede ver de forma más clara por dónde va a ir ese discurso: el blog es todavía un soporte rudimentario, yo quiero otra cosa, busco otra cosa, pero por ahí voy a transitar: probablemente el libro digital va a permitir potencialmente el desarrollo de esos discursos que, a la larga formarán parte de mis novelas futuras (si es que existen), sin sacarle todavía el jugo. Por el mapa estructural que llevo trazando desde hace años, probablemente Criminalmente bella sí forme ya parte de ese discurso: el guión de cine o el cómic que pueden leerse en Cabaret en las tripas del difunto forma todavía parte de un mundo algo antiguo; pero las distintas composiciones musicales (que se podrán escuchar) o los falsos documentales que hay que guionizar y producir sí formará parte de un discurso que sí se acerca a lo que yo pretendo decirle al mundo...
...Esto que trato de escribir forma parte de un discurso más profundo: uno es lo que hace, en el sentido de poiesis: el poeta griego no escribía sin más, sino que hacía, creaba algo, hacía algo que demostraba quién era, qué buscaba, qué ofrecía, qué quería de la vida... ...Las frustraciones constantes en muchos escritores, o guionistas, o músicos parten de ahí: tengo ideas cojonudas que el universo no puede perderse, ¿cómo es que el universo es tan ciego de no verlas? La mayoría de las veces dirigen improperios al universo ciego en vez de cuestionarse si las ideas que tienen son tan cojonudas como para que el mundo no se las pierda, o incluso, si siendo así, se identifica lo que uno quería decir con lo que dice...
...En resumen, yo no seré uno de esos escritores de Granta porque no he hecho nada para estar ahí, lo que yo he ofrecido es muy poco: Últimas 2 horas y 58 minutos es muy poco para mover el mundo, es insignificante. Cuando tenga la habilidad de subir la apuesta, ya hablaremos, mientras tanto, le digo al tipo que hay al otro lado del espejo eso de: “mantente agazapado, sigue labrando la tierra, no sueltes la presa, escribe, maldito, haz, tecla a tecla, palabra a palabra, nota a nota, haz algo, estúpido”...
...Mi tentación, ya que decidí mandar a Duomo mi único libro publicado en vez del manuscrito de Cabaret en las tripas del difunto, que todavía estaba manga por hombro, fue escribirles una carta explicándoles que mi discurso literario del futuro iba a ser la hostia, pero hacer algo así no es elegante: Bogart nunca haría eso...
...Por otra parte, nadie me asegura que, incluso llevando a cabo todo lo que, según escribo ahora, será constitutivo de mi discurso futuro (el rodaje de falsos documentales, de películas, de fotografías con escenas de crímenes, el sonido orquestal de las obras de Edgar Torres que se mencionan en la novela), no va a ver una falla entre la realidad y el deseo: lo que yo quería contar y lo que terminé contando...
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...El problema, mi problema, es que demasiadas cosas me suenan a viejo. No es un problema de edad (Granta pone el límite en los 35 años), la propuesta literaria de Fogwill me parecía viva, novedosa, móvil, inquieta, irreverente, difícil. Salvador Benesdra (otra de mis debilidades) se lanzó al vacío cuando rondaba los cincuenta... ...Hace algunos años, un domingo, fui a casa de Lara, que además de ser una debilidad es una amiga, que entonces trabajaba cribando libros para Planeta, y estaba en un colchón, rodeada de manuscritos que más podrían calificarse de mamotretos: novelas que transitaban, una tras otra, caminos miles de veces recorrido, novelas con propuestas literarias no sólo insípidas, sino decididamente secas, tristes. Supongo que eso es lo que busca Planeta, pero a mí, como lector, me suena a camino trillado, a repetición insulsa de un discurso manido, demasiado gris, demasiado cómodo para el escritor y tramposo para el lector...
...No sé, cuando leí Las teorías salvajes, de Pola Oloixarac, que fue un libro que no me gustó particularmente, al menos le agradecí que dijera las cosas de otra manera y por eso sentí que me atraía; cuando leí Llámame Brooklyn, de Eduardo Lago, me pasó algo parecido: Pola tiene mi edad y Eduardo podría ser mi padre, pero ambos buscan cómo decir algo de otra manera...
...Cuando salió Últimas 2 horas y 58 minutos,Lino Portela me hizo una entrevista para El País: una de las preguntas fue: “La nocilla, ¿te gusta?”. Y sí, me gusta la nocilla, o al menos veo con interés lo que hace Fernández Mallo y algunos de los suyos, pero fue una pregunta que me hizo pensar: “es curioso, el Grupo Santillana acaba de descubrir la nocilla, y parece que eso es lo más nuevo que se está haciendo ahora, porque es aquello sobre lo que ellos están apostando, sin embargo hay gente nacida en los ochenta (o finales de los 70, como yo) o incluso en los 90, que, con todas las imperfecciones y los actos fallidos que se quieran, están poniéndose el mundo por montera, comiéndonos por sopa." Nunca me gustó eso de matar al padre, ni nada por el estilo, pero es sorprendente cómo los grandes grupos, los grandes entramados que se supone que mueven las cosas, llegan tan tarde a las cosas...
...Esta mañana leía esto en el artículo de J.J. Armas Marcelo en el ABC de las letras:
En los tiempos legendarios del Felipismo, M.P. y Cristina Scaglione hacían unas fiestas dignas de las novelas de Piglia. En una de ellas estaba invitado a cantar tangos Carlos Acuña, de quien se decía (esa es la leyenda) que era el novio no tan secreto de Pilar Franco, la hermana “verso suelto” del Ubicuo. Acuña entró en la casa del barrio de la Estrella de los M.P. y preguntó quién era Vargas Llosa. “Yo mismo”, contestó Oneto. Por extraño que parezca, el tanguista y el periodista se parecen físicamente y, desde entonces, los he confundido muchas veces. Luego llegó Vargas Llosa a aquella fiesta y Oneto se lo presentó a Acuña como si fuera el periodista José Oneto. La broma siguió hasta el final. A los postres, Joaquín Leguina le servía cucharaditas de caviar Beluga a Charo López, Mercedes Sosa comían sin parar salmón ahimado del Canadá en la cocina de la casa, y M.P. meditaba sobre la traición con un trago en la mano y fumando incesantemente en el patio que llamábamos la “M-30”. ¡Eso eran fiestas!
...Si a mí me produce un sentimiento mezcla de rubor, vergüenza ajena, tristeza y olor a naftalina, no puedo evitar pensar qué sentirá, por ejemplo, Luna Miguel, que está en otro mundo y escribe (muy pero que muy bien) desde otra parte, al leer semejante despropósito tan dinosáurico y tan anciano, tan de puro y soberano, tan grimoso, tan de otro tiempo cultural lejano, cuando las editoriales gerontocráticas regidas por gente de puro y soberano todavía marcaban el paso y a las pequeñas editoriales llenas de entusiasmo no les quedaba casi aire... ...Hoy no es así, y lo más interesante se hace al margen de esas fiestas que añora Armas Marcelo, en las que uno podía toparse con esa escena terrible: Mercedes Sosa engullendo un salmón en la cocina, o encontrarse con esos señores de traje que cuando escriben un libro de memorias o de actualidad política se retratan en la contraportada del libro sujetándose la cara...
...Lo de Ricardo Piglia, además, es sintomático: en los dos suplementos culturales (El País y ABC) se destaca el evento: Blanco nocturno. De él sólo he leído Prisión perpetua, y sólo me consta que es uno de los grandes por terceras personas de cuyo gusto me fío. Ahora bien, la carta que escribió en su defensa después de haber sido condenado no sólo carece de la más mínima elegancia, sino que es mezquina y se descalifica por sí sola, sobre todo cuando llama Danieri a Gustavo Nielsen. No sé, igual soy injusto, pero sin ponerle un solo pero a la literatura de Piglia, me da la sensación de que alquien que escribe una carta tan mezquina contra un tipo que le ha ganado un juicio no se merece tantas palmadas en la espalda, por muy bien que escriba. No sé, esto es cosa mía... ...Aquí se cuenta un poco la historia, en la que, curiosamente, quien está para quitarse el sombrero es el Señor Fogwill...
...Armas Marcelo termina así su alabanza de Piglia:
Vuelvo a Piglia. Tengo para mí que es, en estos momentos, uno de los más exigentes novelistas de la literatura en lengua española. Experto en lunfardo y tangos, no abusa de sus conocimientos y sólo apabulla como escritor porque lo ha leído todo y todo aparece transparentado en cada novela. Lo hecho de menos cuando veo a tantos escritores mediocres escribiendo y diciendo mamarrachadas en sus blogs.
...Yo soy, supongo, uno de esos escritores mediocres de los que habla Armas Marcelo: tengo un blog y nunca me encontré en a Mercedes Sosa devorando un salmón en una cocina (ni siquiera pescando un salmón en un río) o a un tipo con iniciales (debe de ser muy importante), un Gepunto, “reflexionando sobre la traición con un trago en la mano”. Me perdí esas fiestas que seguro eran un no parar... ...Mi pregunta es: si no tuviera un blog ¿seguiría siendo mediocre?...
...Hace unos meses quedé con Alberto Olmos para pedirle que me cediera los derechos para adaptar su Tatami al cine, para escribir un guión a partir de su novela. Estuvimos toda la tarde hablando y, cuando volvíamos a casa me dijo algo que me ha dado mucho que pensar: muchas veces el hecho de que uno sea escritor depende de que a un editor le guste tu discurso, tu propuesta, lo que tienes que decir... ...Quizás hoy en día son las editoriales pequeñas y sexys las que están dinamitando el sistema desde dentro, o quizás sea solo una ilusión óptica, y yo sea un simple iluso... ...Pero eso es, como casi siempre, otra historia...
"Cuando relato mis trashumancias, mis caídas, mis delirios y mis secretas orgías, lo hago únicamente para detener, ya casi en el aire, dos o tres gritos bestiales, desgarrados gruñidos de caverna con los que podría más eficazmente decir lo que en verdad siento y lo que soy" Maqroll el Gaviero. (Álvaro Mutis)
PARANOICA FIERITA (Editorial Carpe Noctem, 2022)
TEXTOS ENGORDADOS Y OTRAS ESPECIES
Proyecto literario digital
CRIMINALMENTE BELLA (Editorial Alegoría, 2016)
(Edición y prólogo)
MONSIEUR WITNESS (2015-2016)
Proyecto literario digital
FALSA ANTOLOGÍA COMPLETA DE LOS POETAS INCENDIARIOS (Editorial Alegoría, 2014) *
(Edición y prólogo)
EL HOMBRE QUE DECÍA HABER SALVADO A REBECA B. (Editorial Alegoría, 2013)
ÚLTIMAS 2 HORAS Y 58 MINUTOS (Lengua de Trapo, 2008)
Últimas 2 horas y 58 minutos. Primera (o segunda) parte.
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Últimas 2 horas y 58 minutos. Segunda (o primera) parte.
Nací el 2 de julio de 1978. Soy músico, escritor, viajero. Estudié en el Conservatorio de Sevilla. Me licencié en filosofía por la Universidad Oriental de Nápoles (Italia). He tocado todos los géneros literarios, incluido el curriculum vitae. Escribo novelas, relatos, poemas y guiones, compongo canciones y toco el piano. Mi espectáculo musical se llama Migue y el fabuloso trompetista invisible. He vivido en Alcorcón, Sevilla, Londres, La Habana, Ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires, Nápoles y Madrid. Algunos de mis relatos han aparecido en antologías, revistas, fancines o rocambolescos folletines olvidados. Me gano la vida como buenamente puedo (casi siempre de forma legal). He publicado dos libros: "Últimas 2 horas y 58 minutos" y "El hombre que decía haber salvado a Rebeca B". Y he editado "Falsa antología completa de los poetas incendiarios". Para ser feliz me basta un piano, una playa desierta, buena compañía. Thelonious Monk ya inventó casi todo lo que se me ocurre. De mayor quiero ser Jacques Brel o Leonard Cohen.