martes, 1 de junio de 2010

Réquiem y brindis

Y no te das cuenta, flamenca,
que ser libre como el viento
es mejor que ser princesa

Manuel Molina


No perdono a la muerte enamorada

Miguel Hernández




A Lorna

...De pronto, una llamada puede cambiar el curso de la vida, de las cosas, de la habitación en la que uno está, de la música que uno oye. Lo sabes mejor que nadie: yo estaba con Desaluz. Una de las imágenes que tengo de ti es en la cocina de Robe, con el portátil en Youtube, viendo vídeos de Skank Anansie...
...Esta noche tenía pensado escribir una entrada, y hablar sobre la piratería del pueblo elegido contra un barco de ayuda humanitaria, o del volcán Pacaya, o de la muerte lejana del bandoneonista Rubén Juárez, la decepción de Antanas Mockus o de la feria del libro...

...De pronto, sí, una sola llamada y una noticia queda rebotando en las sienes y cambia el orden del tiempo, el azar del espacio, del verano, de la posteridad, de las prioridades, de un puño, de una mandíbula, de las lágrimas, quién sabe por qué hay lágrimas, por qué lugar del cuerpo éste empieza a llenarse de melancolía como si hubiera una repentina fuga de tristeza por las cañerías, por qué el cuerpo se llena de esa melancolía viscosa cuando nos pasa este zarandeo terrible que todavía no asumimos, porque no es justo, porque todos los objetos siguen ahí, el piano, Fito, los aplausos, Skank Anansie, el sofá, la ropa, la música, el tiempo, el espacio, los sedimentos que ha ido dejando la Humanidad, las canciones de Jacques Brel, el descubrimiento de la penicilina, la búsqueda del fuego, la desaparición de los dinosaurios, las revoluciones o las injusticias, todo sigue ahí, frente a nuestras pupilas, emborronándose, y a pesar de que el ritmo de la vida sigue su curso, la dentellada es irremplazable y el mundo es mentira que siga andando, y todo pasa a un segundo plano, todo se vuelve anecdótico, ridículo, como un decorado de papel haciéndole frente a un huracán...
...Tu presencia era tan poderosa que su inercia todavía sigue tiñendo la cotidianeidad: incluso ahora que sabemos que no vas a volver, que los objetos quedarán ahí, tu risa sonora, que rebotaba en las paredes, la maqueta del bar, o la de la casa que te diseñaste para vivir en el Caribe, donde se convive con los huracanes como si la tragedia fuera la cosa más normal del mundo, donde se fumaba una hierba maravillosa, los cuadraditos de las paredes pintados de tu puño y letra, el olor a hierba que siempre delataba tu presencia en casa de Robe, tu acento de ninguna parte, y tu forma de ver el mundo y de vivir, que quien más quien menos todos asumíamos, algunos embelesados, otros dubitativos, otros convencidos, otros tomando lecciones de la vida que tú emanabas, luminosa...
...Se me llena la cabeza de preguntas, y parecen pájaros revoloteando: me pregunto por qué tu cuerpo decidió que ya no más, en qué momento sobreviene el último latido, por qué hay un último latido o qué pasa tras el último latido, qué hecatombe, qué réquiem, qué pasz, por qué el proceso de la vida decide detenerse, y sobre todo, por qué coño la vida decide que tengas que ser tú, por qué tu corazón se detuvo exactamente ahí, por qué tus células se sublevaban de ese modo, por qué, por qué, por qué...
...Cuando se va para siempre alguien como tú por más que tu recuerdo sea tan poderoso como eras tú y tu presencia, que deformaba para bien el espacio y el tiempo de la sala donde estuvieras, por más que tu presencia en nuestras sienes siga siendo tan intensa, la vida pierde algo de golpe, lo pierde como cuando se te cae algo desde la cubierta de un barco y ves cómo el mar lo engulle, y ese pedazo de vida que se pierde no se regenera nunca, es un lugar que se ha detenido ahí, como una casa en la que nadie vive y en la que crece malahierba, y queda para siempre roto y es desesperante porque es así, y porque no tiene remedio: es recuerdo, sí, pero no sabes la rabia que me da pensarte como un recuerdo poderoso, saber que no vamos a brindar más, a compartir una cerveza o un vídeo de youtube, saber que esto se ha terminado, con lo mucho que nos diste...
...Aquí va mi primer brindis, niña, con esta cerveza amarga, maldiciendo desde mis tuétanos a la muerte enamorada porque se te nos ha llevado, pero mejor cantándote, con música, como sé que esperabas que te siguiéramos queriendo, sonriendo con pena y llanto y maldiciendo al mundo por haberte ido y agradeciéndole lo mucho que nos diste y admirándote por cómo te dio la gana vivir, e incluso morir...
...Con eso nos quedamos, de eso seguiremos bebiendo, preciosa...

Miguel Ángel Maya
Madrid, 1 de junio, 2010

3 comentarios:

lu dijo...

Jo, Migue...

R. dijo...

Migue, lo siento mucho. Me ha emocionado muchísimo tu texto. Ánimo.

Anónimo dijo...

Hacía mucho tiempo que no entraba en tu blog...Y me encuentro con esto...No sé qué decir, me siguen temblando las piernas...Miro por la ventana, el cielo de Cracovia sigue gris...Y no sé qué decir, Miguel. Lo siento...Muchos besos