lunes, 14 de octubre de 2013

ITHACA


...Hoy me ha llegado al email una oferta de trabajo como profesor de español...
...Es de una página a la que estoy suscrito: es en Ithaca, New York...
... Pienso, por este orden, en Monk, en un apartamento alto, viendo el río Hudson desde su piano. Pienso en Ulises atado al mástil mayor escuchando el canto de las sirenas. Pienso en Butes, el marinero que se arroja al mar para ir hacia ese canto. Pienso en Penélope haciendo y deshaciendo calcetines para el invierno. Pienso en Eduardo Lago. Pienso en lo mucho que me gustaría ser uno de sus alumnos. Pienso que la misma tarde que se presentaba en Madrid el libro de Lara, tambien, en otra parte de Madrid, se presentaba el libro de Eduardo Lago. Me lo dijo Paul durante la cerveza previa a Por si se va la luz. ¡¿Tiene un nuevo libro?! No sabía que podía relamerme porque Eduardo Lago había sacado un nuevo libro. Llámame Brooklyn me lo terminé de leer en la estación de Atocha, de madrugada, y no podía parar de llorar. Una noche se me ocurrió guionizarlo, y le escribí al email del Cervantes de Nueva York para pedirle permiso. Él me lo dio, pero el libro me superó y desistí. Creo que nunca se lo dije. Tal vez sí. La timidez, a veces, puede confundirse con mala educación...
...Cinco minutos después de saber que Eduardo Lago había sacado un nuevo libro, me dicen por teléfono que me lo acaban de comprar y que me lo dará en cuanto nos veamos. No le pregunto por el título. Quiero que todo sea nuevo: el título, el argumento. Abrir el libro por primera vez, empezar a adentrarme en él...
...Caigo en la cuenta de que Ithaca está en Nueva-York-Estado, no en Nueva-York-Ciudad, que es un lugar donde quiero vivir, y donde estoy convencido de que algún día viviré. Está de hecho lejos de Nueva York ciudad. Tanto como de Montreal. Entro en la página de la Facultad y me entero de que en ese lugar dio clases Nabokov y escribió "parte" de Lolita...
...Ahora suena jazz, de hecho suena el canturreo de Monk junto a Mr Oscar Peterson, y bebo vino, y tengo en mis manos Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee...
...Sabía que el título ya iba a tener algo de memorable...
...Lo abro y leo esto:

A través del cristal, oscuramente

Wild Games

Esta historia empieza y termina con un libro, aunque al final, el libro es lo de menos. Mi nombre, como se decía cuando aún había novelas, no importa demasiado. Surgirá cuando lo exija la estrategia de este informe. Una tarde de invierno, a finales de 2009 descubrí en la mesa de novedades de la librería St. Mark's, en el East Village neyorkino, un ejemplar de un libro de Vladimir Nabokov cuya existencia me era enteramente desconocida, El original de Laura. Lo cogí, con mucha curiosidad, y leí en la contraportada que se trataba de una novela que el escritor ruso había dejado inacabada al morir. Intrigado, me puse a hojear el volumen. Se trataba de un conjunto de fichas manuscritas, plgadas de borrones y tachaduras. No sé bien qué me hizo decidirme a comprar el libro, pero lo cierto es que lo leí de un tirón aquella misma noche y, cuando terminé, se había adueñado de mí una sensación sumamente extraña, una inquietud que no acababa de entender.

...Creo que más que las palabras o el mero placer de las historias y los libros, son estas cosas las que me apasionan de la literatura. Este tipo de casualidades que se presentan de pronto, y uno tampoco sabe descifrarlas del todo son las que terminan por apoderarse de mi pasión de leer...
...Eso y estar convencido de una afinidad literaria tan fuerte con el señor Lago que no dudo de que, si nos conociéramos, seríamos buenos amigos...
...Sólo una vez sentí una afinidad literaria parecida con un autor vivo. Fue con Sara Mesa, a quien no conocía más que a través de lo que había escrito. Ahora somos amigos, tal y como presentía por sus libros...
...Pienso, otra vez, en Ithaca. Pienso en Kavafis. Pienso en los regresos y en los perros que reconocen cicatrices y en los héroes que asesinan pretendientes...
...Pienso en Nabokov sorprendido por la muerte con un libro a medio escribir. Y estoy deseando terminar esta entrada para seguir leyendo Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee, acunado por el jazz del señor Gillespie, a quien imagino de noche en un hotel de Nueva York (no de Ithaca), por el vino, por Nabokov, por Lago, por la noche, por la noche, por tu respiración...
...Eso que a veces yo identifico con la felicidad...

Miguel Ángel Maya
14 de octubre de 2013

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