...me dejé caer al suelo, chapotié en el barro, elemento en donde mejor podía dedicarme, con intensidad, a un solo pensamiento: que era insoportable su ausencia.
La presunción (absurda) de que los árboles eran como rastros suyos fue lo que me hizo pararme y seguir buscándola por esos campos que ahora no son más que desiertos de piedra filuda y desperdicio.
Cuando la encontré me tocó desenmarañarla entre las luces del crepúsculo.
Andrés Caicedo, Angelitos empantanados
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2 comentarios:
En este fotograma, Sacottie cree aún que tiene entre sus brazos a una mujer con un asombroso parecido a Madeleine. Es consciente de que aquello que abraza no es más que una especie de médium que lo conecta con la muerta: cuando la besa con furia aniquilante no la siente a ella sino a la "otra". Nunca antes tan ardiente el siempre frígido Jimmy Stewart (por ejemplo en "La ventana indiscreta", que le hace ascos a una Grace Kelly magreona y que, cuando se le echa encima con insinuantes ronroneos, casi coge el listín telefónico y le llama un taxi que la lleve a casa: no he tenido la suerte de ser mujer pero, de haberlo sido, este no me llevaba al huerto ni en limusina).
Hay quienes prefieren la primera mitad de la película; yo casi prefiero la segunda, a partir de la depresión en que cae Scottie, extraordinariamente bien interpretada por Steward. El proceso mental que uno se imagina en él a partir de darse de bruces en la calle con Judy Barton, cómo va reconstruyendo el ideal que ha muerto, con aquellos enervantes toques de necrofilia... Cautivo de la terrible nostalgia, piensa que ahora el azar le brinda un nexo entre la que está enterrada en un cementerio de San Francisco y él, que la añora hasta la demencia.
El desenlace es sabido, pero quiero decir que este componente perturbador y necrófilo de la película la coloca -para mí- en lo más alto del género. Tengo dicho cuando hablamos de cine que es una de las películas de mi vida. Quizá la que más huella me ha dejado, independientemente de su innegable calidad. Pero esta per se no basta para explicar mi feeling. Hay algo en ella que me fascinó.
...Es curioso, yo la vi de pequeño y me fascinó...
...Cada vez que la veo o la recuerdo es como si aquella primera vez (¿con siete u ocho años?) fuera otra película que es mítica...
...Es decir, ahora es para mí autobiográficamente mítica, pero la de aquella primera vez es como si fuera otra película...
...No sé si me explico. La recuerdo del mismo modo que recuerdo la pintura de Saturno devorando a su hijo: la primera vez que vi esa pintura, en El Prado se me quedó grabada de tal manera que las muchas veces que he vuelto a verla, incluso en el mismo Prado, es como si estuviera viendo otro cuadro...
...En fin...
...Sé que no me he explicado jajaja...
;-)
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