martes, 1 de mayo de 2012




 ...Y ya con este reguero de pólvora digamos que se está barruntando un punto y final: un punto y final con la insolencia de los asteriscos a pie de página, de las notas en los márgenes, o de los puntos y seguido, contundentes como los puntos y aparte o los suicidios inesperados...





 ...Digamos que cuando te convertiste en futuróloga y me guiñaste el ojo de cristal que usabas como bola para predecir, para prevenir, para perecer, sin ni siquiera despeinarte con esa brisa cálida que traías, junto con los naipes, las trapecistas y la mujer que el mago cortaba en dos, y todos nosotros devorábamos en los asientos de atrás, en las camas de atrás, en los desvanes... Digamos que cuando te convertiste en futuróloga yo ya había dormido bajo el cielo del Sáhara, como Saint-Exupéry, después de aquel terrible accidente en las dunas de Egipto...





...No es fácil escaparse de una película francesa y estar caliente, haber leído a Foucault, haber sido el último peluquero de Foucault antes de que Foucault tuviera por cabeza una privilegiada y prodigiosa bola de billar, y ser la estrella de este espectáculo de circo: ser la mujer cocinada y devorada por todos, ser la mujer serrada por el mago, ser la que reparte los naipes, la que monta a caballo, la que está en llamas, la que necesita un último aliento, llámese solo de violín, llámese infierno...



Miguel Ángel Maya
Sevilla, 1 mayo, 2012

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2 comentarios:

kika... dijo...

Sea, me dices.
Sea, te grito.
Y siempre he querido ser ayudante de mago... vete afilando el serrucho...

besos,
K

Miguel Ángel Maya dijo...

:-)

(afilado queda)
;-)