viernes, 1 de julio de 2011




…Lo nuestro se ha fraguado en la imagen congelada de unos insistentes y perpetuos títulos de crédito. Ninguno de los dos ha terminado de entender por qué no tienen la imagen de un beso y sí la de una huida…





…Decidimos hartarnos del cordón umbilical el mismo día: mañana vendrá con un café a la cama, ayer lo hizo con un cigarro, pasado mañana decidirá atravesar mi cuerpo desértico a lomos de elefante. Yo soplaré unas velas con desgana, pensando que Leonard Cohen tenía exactamente la misma edad que yo inauguro cuando compuso Famous blue raincoat. Ella manchará las sábanas con todo lo que halle a su paso, como un huracán o un infierno dócil. El paso del tiempo tendrá su propia música y yo me acomodaré a su ritmo como esos extranjeros rubios que bailan en países de negros en los escenarios tristes de los bares semivacíos. Marcaré las cartas y su juventud me insultará y me dará sed. Nunca llegaré a nada si sigo lamiéndolo todo de esta forma. Ella no me perdonará nada. Lo que suena en la radio del coche mientras conduzco por la noche seguirá sin definir este limbo, esta sonrisa boba, esta lágrima kilométrica, este no reconocer al tipo del espejo, con su barba de seis días, sus ojos digamos que verdes, su pelo alborotado…
Lindsay Lohan y yo debimos haber nacido en Siena, tal día como hoy, separados por estos ocho años insalvables, su 1986 y mi 1978, por este dulce mundo raro, como si no importara nada, como si no hubiéramos perdido el norte, como si el rock & roll no fuera con nosotros, como si todavía, como si la sintaxis explotara...
...¡Boom!…



Miguel Ángel Maya
2 de julio 2011

P.D. :-(
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