lunes, 25 de abril de 2011



El pasado es esa tierra inmóvil a la que nos acercamos con un movimiento uniformemente acelerado, pero el trayecto -tiempo en el espacio -nos impide apartarnos para tener una visión que no esté afectada por la caída -espacio en el tiempo -voluntaria o involuntaria. El tiempo, aun detenido, da vértigo, que es una sensación que sólo puede dar el espacio.
El pasado sólo se hace visible a través de un presente ficticio -y sin embargo toda la ficción perecerá. No quedará entonces del pasado más que la memoria personal, intransferible.
No me interesa la impostura literaria sino una verdad que se dice con palabras que necesariamente van una detrás de la otra aunque expresen ideas simultáneas. Sé que una frase es siempre una cuestión moral. ¿Hay una memoria ética? ¿O es estética, es decir selectiva?
La memoria es otro laberinto en que se entra y a veces no se sale. Pero son fantásticos, innúmeros, los corredores de la memoria, fuera de la que hay un silo tiempo real y es aquel que se recuerda -es decir, yo mismo ahora en que la máquina de escribir es la verdadera máquina del tiempo.
Escribir, lo que hago ahora, no ews más que una de las formas que adopta la memoria. Lo que escribo es lo que recuerdo -lo que recuerdo es lo que escribo.
Entre ambas acciones están las omisiones -que son los intersticios, lo que se queda. Es decir, mi hueco: el espacio del tiempo recordado.
Es tan fácil recordar, tan difícil olvidar... ¿No es eso lo que dice la canción? ¿O dice...? No recuerdo, lo he olvidado. Recordar es grabar en un idioma u otro. Pero olvidar no tiene equivalencia.

G.C.I. La ninfa inconstante

1 comentario:

tormenta dijo...

Ay, Migue...
Cuánto me identifico.