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jueves, 20 de septiembre de 2012

DÍA D



...Y un día nos llega el Día D...
...A través de la ventanilla veo una chica que conduce y canta y que se ha pillado el vestido azul con la puerta del coche, y el vestido azul se agita como una pequeña y rudimentaria bandera clavada en medio de uno de esos lugares fronterizos e inhóspitos donde hay lugareños enjutos y silenciosos que observan a los forasteros...





...L. sostiene el vino blanco, y sostiene el tiempo de los relojes, en la madrugada, y lee algo en El pasado de Alan Pauls que ella subrayó cuando El pasado era para ella un clavo ardiendo y que parece que Pauls escribió para mí ahora -aunque lo escribiera hace ahora diez años y quien yo era hace diez años no necesitara de El pasado. Me gusta cuando L. me lee lo que subraya. Yo subrayo y doblo páginas, porque leo mucho en los trenes, y en los autobuses y en los metros, y no siempre tengo a mano algo con lo que subrayar. Las páginas de mis libros están dobladas en un amasijo semiótico de señales: según si la página está doblada en pico, y el tamaño de ese pico, según si está arriba o abajo, según si está doblada en vertical, si está doblada por la mitad...
...L. es capaz de contar el desembarco de Normandía sin dejar de sostener una copa con vino blanco y sin dejar de sonreír con sus dientes de conejo...



...El día D. puede sorprenderte en el Templo de Debod con Mata-Hari: Mata-Hari te puede hablar de un avión en el aeropuerto de Trípoli o de un kalashnikov o de un amante. Mi anmesia selectiva sólo me permite recordar mis intimidades más inconfesables: mi teoría sobre la novela y lo anecdótico del libro frente a la historia magmática, mis conceptos filosoficos referencia, preferidos, e inamovibles, mis fantasías sexuales, las noches que dormí en playas junto a monos e iguanas, las tardes repletas de luciérnagas en la Selva Amazónica, cómo viví la ocupación de Nápoles o el bombardeo de París de los que luego me enteré por los libros...
...El día D. me devuelve a la extraña calma de esa pensión en ese cayo de Florida pocas horas antes de la llegada de ese memorable huracán que "ya tengo en el recuerdo"...

Miguel Ángel Maya
Madrid, 19 de septiembre, 2012

*

domingo, 14 de febrero de 2010

Sólo quería verte bailar



Torra immoi
ca is pilus funt ancora
neddus che-i sa notti (...)
Torra immoi
m'as'agatai trasparenti
baddend'a luxi 'e luna.


Ritorna adesso
che i capelli sono ancora
neri come la notte (...)
Ritorna adesso
mi ritroverai trasparente
ballando al chiaro di luna.

Mariagrazia Dessì, "Torra immoi"




...Las nubes acuarelosas difuminan la luna en el cielo, tengo los ojos rojos, estoy cansado y despierto, suena Bill Evans, suave, como un secreto delicado de esos que se parecen tanto a un gato restregándose somnoliento por entre las piernas de los comensales. Como esos secretos que siempre están ahí sin terminar de desperezarse, de desesperarse...
...La misma cosquilla de unos bigotes de gato, la misma música, la misma luna, las mismas ganas de que te volvieras y volvieras a mirarme, volvieras a verme bailando en el claro de luna...
...Las mismas historias que me contabas, sudorosa, después de bailar, mientras yo soñaba contigo aunque te tuviera enfrente...
...Qué cosas tenía yo cuando no sabía lo que era el jazz...




...Iba en el autobús mirando por la ventana el camino que tantas veces hice para ir al centro cuando casi nada existía de esta forma en que existe ahora, ni siquiera yo. Sonaba la música y veía pasar la ciudad como una fantasía, como un recuerdo de quien yo era hace años, cuando miraba la ciudad por la ventana con los mismos ojos, la misma piel, la lluvia salpicando la imagen, y sin música...
...Se subió una chica de la que recuerdo, alguna vez, su mirada, o un pequeño y casi imperceptible roce en la yema de los dedos, y se bajó exactamente en la misma parada que se bajaba cuando yo la esperaba, y esperaba que nos agarráramos a la misma barra, y había ese leve roce, y se iba, y nos mirábamos...
...Esta vez no me vio, quiere decir que su mirada o la mía no son las mismas. Quién sabe cuántos segundos o minutos de su vida habrá ocupado en su cabecita ese roce fortuito de yemas de dedos entre la parada de Santa Clara y la del Corte Inglés de Nervión. Quién sabe si alguna vez ella esperó encontrarme en el autobús...
...De eso hablábamos esta noche en La Carbonería, otro sitio mítico, donde aprendí a beber moscatel, y veía taconear a una bailaora que ahora estará perdida en Tokio, o casada, o sola, o feliz, sin saber lo mucho que me estremecía cuando yo la miraba con estos mismos ojos rojos, pero con una mirada tan distinta, tan enamorada de quien no debía, tan ilusionada por todo, tan en llamas que parecía que alguien la había rociado con líquido inflamable...



...En Atocha, anoche, había una chica corriendo descalza, con los zapatos de tacón en la mano, porque perdía el tren a Barcelona. Es bonito ver bailes así: levantar la vista de El hombre que amaba los perros, levantar la vista de Ana se cruzó en mi camino en uno de esos momentos tan frecuentes, en que yo me balanceaba en el borde de un foso, y encontrarse con un movimiento de aire y una chica descalza que corre con unos zapatos de tacón en la mano, y que pierde el tren...
...Antes, en el bar de enfrente a la salida del AVE había visto a una chica sentada a una de las mesas, piernas cruzadas, abrigo negro, vaqueros, botas, leyendo un libro, con una cerveza olvidada a medio terminar...
...Es así como me imagino muchas veces a la lectora de un libro mío. Pocas veces imagino un lector. No sé por qué o tal vez no quiera saberlo. Le doy incluso un nombre, una voz, unas pupilas, y la imagino casi siempre así, en una mesa de café, mientras afuera llueve, y tiene un abrigo rojo, y un bolso caótico, y está algo despeinada, y una cerveza a medio terminar, o un café...
...Casi nunca me la imagino bailando, aunque me moriría por ve bailar a mi lectora, me encantaría saber dónde yace el libro, qué fue de él, junto a qué otros libros está, si es querido o no, si de sus labios salió un tienes que leerlo que cayó en los oidos de su mejor amigo o dibujaron una mueca de hastío mientras pasaba páginas con desgana...
...Me gustaría conocer esas otras danzas, esa otra música que empieza cuando se termina la historia...
...Me gustaría sentarme al piano y poner a bailar las manos, me gustaría tocar el piano para que tú bailaras, para que nos viéramos bailar cada uno su baile...

...Bueno, antes pensaba mucho en el final de las historias, el comienzo de las historias estaba siempre ahí, como un suicida en una cornisa o como una ola inesperada que suaviza el castillo de arena hasta que el castillo se convierte en un bultito anécdótico. Lo mismo pasa con los castillos en el aire. Pero el final de las historias tenía siempre algo de dolor, algo de felicidad, algo de incertidumbre...
...Ahora pienso mucho en quiénes somos cuando volvemos a encontrarnos, y al abrazo le sigue un olisquearse como perros, un mirar al fondo de las pupilas para ver si está ahí el bultito de fango donde antes hubo un castillo de arena, y muchas, muchas olas, muchas mareas bailando al son de la luna, con su música de trompetista invisible, de pianista náufrago, al compás de los ciclos, de los flujos, de los astros...
...Cómo nos miramos cuando queremos olernos y besarnos después de habernos encontrado...



INT. RICK'S / MESA DE LASZLO - NOCHE
Sam lleva su pequeño piano con ruedas hasta la mesa de Laszlo. Percibimos en su rostro un extraño miedo. Tampoco Ilsa consigue mostrarse todo lo tranquila que quisiera. En la armófera flota un algo misterioso, un sentimiento profundo...
ILSA
Hola, Sam.
SAM
Hola, señorita. No esperaba verla de nuevo.
ILSA
Ha pasado el tiempo.
SAM
Es verdad. Ha pasado mucha agua bajo el puente.
Se sienta al piano y se dispone a tocar.
ILSA
Toca mi vieja canción.
SAM
Sí, señorita.
Sam comienza a tocar una canción; está nervioso, como esperando que algo vaya a suceder en cualquier momento...
ILSA
¿Dónde está Rick?
SAM
(eludiendo la preguna)
No sé, no lo he visto en toda la noche.
Ilsa esboza una irónica sonrisa. Vemos a Sam muy nervioso.
ILSA
¿Cuándo volverá?
SAM
No volverá esta noche; se fue a casa.
ILSA
¿Siempre se marcha tan pronto?
SAM
No, nunca... Bueno...
(incapaz de salir de la situación)
Tiene una chica en "El Loro Azul", va por allí a menudo.
ILSA
Mentías mucho mejor antes.
SAM
Déjele en paz, señorita. Usted le trae mala suerte.
ILSA
(con dulzura)
Tócala, Sam. Déjame recordar.
SAM.
No sé a lo que se refiere.
ILSA
Tócala, Sam. Toca "As time goes by".
SAM
Se me ha olvidado esa canción. No recuerdo la melodía.
Por supuesto que no se le ha olvidado; simplemente no quiere. El miedo de Sam va en aumento.
ILSA
Te la recordaré.
La tararea. Sam comienza a tocarla muy débilmente.
ILSA
(sigue)
Cántala, Sam.
Y Sam comienza a cantarla.
SAM
"You must remember this; a kiss is just a kiss; a sight is just a sight; the fundamental things apply as time goes by. And when two lovers woo; they still say I love you; on that you can rely; no matter what the future brings; as time goes by".
La puerta de la sala de juego se abre. Rich ha oído la canción y se dirige furioso hacia el piano.
RICK
¡Sam! Te había dicho que nunca volvieras a...
Rick se para en seco. Sam deja de tocar; con su mirada le indica la presencia de Ilsa. Ilsa, sin necesidad de girarse sabe a quién se va a encontrar. Se da la vuelta despacio. Apenas respira. Rich no respira nada en absoluto; es como si le hubiera dado una sacudida, un shock. Durante un largo instante, lo único que hace Rick es mirarla. Se puede adivinar lo que está pensando. Con los ojos clavados en ella, continúa andando hacia el pino. Ella le mira fijamente. Sam está sencillamente aterrorizado; pone el taburete sobre el piano y se marcha corriendo. Ilsa ni siquiera lo advierte; sigue mirando a Rick.




...Sólo verte bailar, como un enemigo que duerme, inofensivo, abrazado a quien fuiste o fui o fuimos sin la más mínima esperanza en lo que seremos. Sólo verte bailar lo que tú no querías, sin luna, sin secretos, sin noche, sin trampa, ni cartón, ni perro ni lobo que nos ladre...
...Ni siquiera querría que volvieras ahora, que suena Bill Evans, y estoy cansado y despierto...
...O sí...



Miguel Ángel Maya
Sevilla, 13 a 14 febrero 2010