miércoles, 14 de agosto de 2013

MEMORIAS DE UN TRAMPOSO



Hay gente a la que se llama 'rica' a ciegas, pues de ordinario esta afirmación se funda tan sólo en las apariencias. La palabra 'rico', en este caso, hace alusión sólo al dinero que gastan, y del que otros sacan provecho, al fin y al cabo. Hay otros que también son ricos. Pero en este segundo caso lo que viene a decir es que todo el dinero que poseen es sólo para ellos, para ellos solos, y para siempre jamás, mientras que el dinero de los primeros está de paso entre sus dedos. Hay una diferencia esencial entre éstos y quienes, como los morlot, por ejemplo, han guardado con prudencia, céntimo a céntimo, una cantidad de la que vivir más tarde, de la que poder comer durante toda su vida. No les reprocho su previsión, simplemente constato que, en vista de un periodo cuya duración es incierta, aleatoria, ¡se habrán privado de todo durante treinta años! No se habrán privado de todo, no: me equivoco, y los halago, pues jamás se privan de su dinero. Y si su corazón se ve dividido es porque se lo reparten la vanidad y la envidia. El único dinero superfluo que gastan es para satisfacerlas. ¡Y decir que se creen ricos! La riqueza no es eso. Ser rico, una vez más, no es tener dinero: es gastarlo. El dinero sólo tiene valor cuando sale del bolsillo; no cuando entra en él. ¡De qué puede servir cuando lo tenemos encima! Para que una moneda de cinco francos valga cuatrocientos céntimos, hay que gastarla; si no, su valor es ficticio. La plata, como metal, es magnífica. ¡Una sopera de plata vale oro! Pero ¿cuál es el valor de una moneda de oro? Un poco de plata. Cuando un hombre rico se entera de que tal negocio que acaba de concluir le reportará doscientos mil francos, sólo es digno de ello, en mi opinión, si, para él, esa suma toma al instante la forma, según sus gustos, de una joya para la mujer que ama, de un cuadro que desea o de un automóvil. Y debo decir además que, si no hubiera gente demasiado rica, habría muchos más pobres sobre la faz de la tierra. Y, si yo fuera el gobierno, como dice mi portera, sería sobre los signos exteriores de pobreza fingida sobre los que impondría despiadados impuestos a las personas que no gastan sus ingresos. Conozco gente que posee siete u ocho mil libras de renta y que no gasta ni una cuarta parte. Para empezar, los considero unos imbéciles, y un poco deshonestos también. El cheque sin fondos es una operación bancaria prevista en el Código de instrucción criminal, y es justo que sea castigado con severidad. Yo sería alegre partidario de una severidad idéntica hacia los fondos sin cheques. El hombre que atesora rompe la cadencia de la vida al interrumpir la circulación monetaria. No tiene derecho a ello.

Sacha Guitry, Memorias de un tramposo

P.D. La foto es de Eve Arnold.


Miguel Ángel Maya
14 de agosto de 2013

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