...Conducir a través de la noche y que lugares que fueron míos sean señales e indicaciones a un lado de la carretera y sean nudos en la garganta o sean juventud y divinos tesoros, o bisutería divina. Llegar a tu tacón. Detener el coche en la cuneta y olisquear los árboles y la vegetación. Mirar el mapa y estar perdido mientras vuelve a sonar en la radio del coche Radio Capital...
...Volver es reconocer estos pequeños rituales: el coche, la cuneta, Radio Capital, las ciudades que van quedando al paso, enterradas, atrás, iluminadas con las luces largas porque a esta hora no hay nadie por la carretera: Puglia, Foggia, Cerignola. Sí, todas las reconozco, todas me duelen, algunas me dibujan una sonrisa. La mayoría me convoca a un silencio extraño, a recuerdos apilados, a demasiados verbos, por eso prefiero el silencio, y hacerle una segunda voz a Celentano, o hacerle una segunda voz a Johny Cash, o hacerle una segunda voz al mismísimo diablo con tal de que ciertas ciudades queden atrás...
...La música tiene esas cosas, nos decimos ambos...
...Llegar de madrugada. Encontrarse de pronto en un olivar en medio de ninguna parte. Encontrarse de pronto en un lugar donde el silencio sería macizo si no fuera por las chicharras, y encontrarse bebiendo vino negramaro del Salento y comiendo queso pecorino y encontrarse escuchando a Cesare Picco tocando el piano debajo de un olivo...
...Bañarse en playas de rocas de esas donde Odiseo no quiso oír a las sirenas, y nadar durante horas por entre unas fortificaciones de la Segunda Guerra Mundial, y acordarme de la película Mediterraneo e imaginarme soldados donde ahora hay sirenas...
...Caminar por Otranto de madrugada. Ir a comer a lo de Antonio, y sentir cómo se deshace la stracciatella, il fior di latte, i pezzi di cavallo en mi maltrecho paladar con tanto esfuerzo de garganta. Quedarse hablando de fútbol en el Sudeste con dos argentinos errantes hasta que se hace de día. Volver, desandar las calles, ver la danza de los barcos en el puerto del castillo a las seis de la mañana. Asistir al desperezarse de Otranto. Encontrarse con todos ellos, un año más viejos o un año más terribles o un año más tiernos...
...Conducir hacia el norte. Volver a las indicaciones en las cunetas y al desasosiego...
...Así hasta hace media hora, que caminaba por Piazza dei Cinquecento, lentamente, donde empezó todo, mi amado, mi dolor, Pier Paolo. Donde se empezó a terminar todo para ti...
...Volver a Roma siguiendo tus pasos. Saber que mis pasos por Roma se pierden porque yo estoy perdido, porque yo he perdido, porque a veces todo me duele y a veces me acuerdo de tu última y escalofriante dedicatoria...
...Contemplar cómo cae la noche sobre Roma...
...Y llorar y preguntarte, Pier Paolo, ¿y ahora qué hago? ¿A qué noche me agarro? ¿Adónde coño voy?...
Miguel Ángel Maya
24 de agosto de 2013
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