...Y si alguna vez deseé con todas mis fuerzas todo lo que anida bajo el mar, todo lo que me falta, todo el humo de todas las fábricas y todo el plomo del mundo, si alguna vez decidí morir sepultado bajo un cielo rebosante de estrellas o por un tren de mercancías a destiempo en medio de la noche, si alguna vez dormí al calor del efecto invernadero de los besos que decidí guardarme en los bolsillos desiertos, si alguna vez deserté de la voz de Ella Fitzgerald fue por una buena causa o por miedo...
...Si alguna vez escuché una conversación de más a través de la preinstalación de aire acondicionado, y oí aquellas voces maquinando crímenes, aquellos jadeos resolviendo deudas, aquellas dudas preparando coartadas, fue porque sigo sin acostumbrarme al mes de septiembre, a los zapatos, a las culpas, a los pantalones largos, al silencio, a la inminencia de la lluvia...
Miguel Ángel Maya
Vieste, 30 de agosto - 2 de septiembre, 2012
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2 comentarios:
El tilo sigue allí, sombreando el mismo banco de hierro, en un lateral del sendero de grava fina, abrigado del viento del nordeste por un bien podado seto de boj. Pero ahora tiene un alcorque de mosaico con segmentos de mármol blanco, negro y rosado, y el camino, a trechos, luce un pavimento de granito gris. El árbol ha crecido en tantos años. El día que ella se fue -al oscurecer de un setiembre lluvioso- fui hasta él y apoyé la frente en la corteza, a la altura de la bifurcación de las ramas principales.
He seguido haciendo este ritual cada año... Pero ahora la horquilla está fuera del alcance de mi frente; se nota que el tilo ha crecido desde entonces. Yo sigo siendo el mismo. Creo.
...Es precioso lo que cuenta: gracias infinitas...
;-)
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