...Me gustan los relatos épicos, las historias que cuenta mi abuela, y las crónicas: las crónicas deportivas, las criminales, las taurinas. Me gusta que me cuenten cuentos, leer frases, asomarme a los libros como quien se asoma a un abismo...
...Hace unos días me di una vuelta por la feria del Retiro. Concretamente iba buscando dos libros que no consigo encontrar en ninguna parte: No es fácil ser verde, de Sara Mesa, Editorial Everest; y Las Primas, de Aurora Venturini. Son libros que, al parecer, existen, a pesar de ser rocambolescos y difíciles de encontrar...
...En la caseta de Caballo de Troya me dijeron que el libro de la señora Venturini estaba agotado. Lo que me pareció indignante, como autor y como lector, fue lo que me dijeron los tenderos del tenderete de Everest:
MIGUE: Hola, buenas tardes, estoy buscando un libro titulado No es fácil ser verde, de Sara Mesa.
CHICA JOVEN: (Desconcertada) No, aquí no es.
MIGUE: (Desconcertado, pues no había preguntado por una calle o había llamado a un teléfono erróneo) ¿Cómo que aquí no es? (Me retiré y miré el rótulo de la caseta: efectivamente ponía EVEREST. Para entonces la chica atendía a una señora que le preguntaba por libros para colorear. Busqué otros tenderos de los muchos que miraban al vacío parapetados tras una trinchera de libros).
Crucé la mirada con otra chica, algo menos joven, llamé su atención con un gesto. Se acercó sonriente.
MIGUE: Hola, estoy buscando un libro que se titula No es fácil ser verde, de Sara Mesa, es el Premio Tritoma 2008.
La chica se encoge de hombros.
CHICA: No. No está editado en Everest.
MIGUE: Sí, seguro que está editado aquí.
En una conversación oral no se puede poner el enlace de la página de la editorial, por lo tanto sólo se puede mantener un forcejeo dialéctico.
CHICA (sonrisa incómoda): No, te habrás equivocado. Seguro que no.
La discusión había encallado. Podríamos haber estado así durante días. De modo que me acordé de la lógica aristotélica que tantos quebraderos de cabeza me dio en primero de carrera.
MIGUE: A ver, el Premio Tritoma de Narrativa Joven, ¿es de la Editorial Everest?
Se acerca un señor mayor, calvo, creo que con gafas, pero no me acuerdo.
SEÑOR: Hola, ¿qué ocurre? (la mira a ella, me mira a mí)
MIGUE: Hola, estoy buscando un libro que se llama No es fácil ser verde, de Sara Mesa, Premio Tritoma 2008.
Doy por hecho que con esa calvicie y esas canas que asoman por la coronilla no puede ser más que un inequívoco librero de los de antes, tal vez editor intrépido, una rata de biblioteca que conoce al dedillo el catálogo de la editorial en cuya caseta está va a subsanar rápidamente el error de las dos chicas jóvenes, mujeres de otro tiempo, hijas de twitter y facebook, primas hermanas del messenger, y sólo vecinas distantes del libro en papel. Descubro con estupor que también el señor es de la opinión de que me he equivocado de editorial.
Mosqueado decido seguir con el razonamiento aristotélico que había empezado con la chica, y repito la pregunta:
MIGUE: El Premio Tritoma de Narrativa Joven, ¿es de la Editorial Everest?
SEÑOR: (Digno, seguro, con autoridad): Sí, sí, claro.
MIGUE: ¿Y la Editorial Everest ha publicado TODOS los Premios Tritoma que ha habido hasta la fecha?
SEÑOR: Eso no podría decírselo.
MIGUE: Bien, pues yo quiero el Premio Tritoma del año 2008.
SEÑOR: A mí me parece muy bien, pero le puedo asegurar que no es de esta editorial, y tampoco tengo intención de discutir porque tengo gente que atender. Mírelo bien, que seguro que hay un error.
Ante el categórico argumento de autoridad del tendero no hay más lógica aristotélica que la que arde. Eso sí, la escena me parece tan bochornosa como sintomática.
...Después seguí paseando por la feria, y me detuve en Demipage, casualmente, porque tenían una radio en la que sonaba Creuza de mä, de De André, que tiene el don de convertirme en Ulises atado al mástil o en rata de Hamelin, y allí estaba, azaroso y casual, El don de Vorace. El chico que estaba al otro lado no parecía un vendedor de pescado, y empezamos a hablar, no sé por qué, y por eso compré el libro: he empezado a leerlo, y he subrayado esto:
-Coruja, tú me tomas por una atracción de circo. Me ayudas a no morir, cuando sabes que deseo lo contrario.
-Es que te quiero –Marta mordiendo el abdomen de un caracol.
-Y lo dices así, como cualquier mujer enamorada de cualquier hombre enamorado.
-¡No! Lo digo como cualquier mujer enamorada de un monstruo.
...Con ese diálogo ya siento que el libro me ha hecho una promesa, y quiero ver adónde me lleva...
...Cuando vuelva el sol, insistiré en mi búsqueda de Las Primas, y de Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin, que me la recomendó esta mañana Fran al salir de la clase de guión...
...Pero con relatos y crónicas en realidad no me refería a los libros que las cuentan, sino a la vida que sucede, a las batallas, a las escaramuzas de los espadachines o de las trincheras...
...El primer mundial de fútbol del que tengo recuerdo es el de Italia 90. Yo tenía once años, y para mí Nápoles era un nombre sonoro y misterioso. Quién me iba a decir que iba a dejarme en Nápoles cinco años de vida. La selección italiana era medio Nápoles, y mis recuerdos son vagos: una mano de Maradona salvando un gol contra Rusia, un gol de Caniggia contra Brasil, Maradona gritando hijos de puta al estadio San Paolo en la semifinal contra Italia, y que en la prórroga del España-Yugoslavia fui a comprarle un paquete de Ducados a mi padre al estanco de Santa Aurelia, y que las calles estaban desiertas, y que al volver a casa Yugoslavia había marcado el segundo gol...
...Todo lo que sé de antes lo fui aprendiendo a posteriori: Garrincha, por ejemplo, o Pelé, o Cruyff y su naranja mecánica, o los Italia-Brasil de antes de yo nacer o de los que no tengo recuerdo, la mano de Dios o el mejor gol de todos los tiempos...
...En la página 15 de la segunda (o primera) parte de Últimas 2 horas y 58 minutos, el protagonista se acuerda, en una frontera sembrada de minas, en un desierto rodeado de inhóspitas montañas, cerca de las ruinas de Kedesh, en Israel, de esto:
“En el Estadio Azteca de Ciudad de México, en el minuto doce de la segunda parte del partido del cuartso de final que enfrentaba a Argentina y a Inglaterra, Héctor Negro Enrique, centrocampista argentino, entregó el balón en corto a Diego Armando Maradona, que lo recibió de espaldas. Escondió el balón, arrojándolo donde las palabras no son capaces de llegar, como si fuera a retroceder, y se giró, súbitamente, cambiando el ritmo, mirando hacia el campo contrario, entre dos jugadores ingleses, Beardsley y Reid. Reid fue el primero que trató de meter el pie y empezó a perseguirlo, sin llegar a darle caza en ningún momento. En el origen de la jugada, en ese giro entre dos jugadores, estuvo tal vez la clave de todo. Si el pie de Reid, entre el balón rodando y el pie de Maradona, hubiera entrado cinco, cuatro, tres centímetros más allá, antes de que se volviera, de que iniciara el vuelo, todo se había desbaratado y Maradona habría perdido el balón, en una jugada rutinaria más. La diferencia entre el mejor gol de todos los tiempos y un balón perdido ante una entrada rival, podría cifrarse en lo que sucedió en esos pocos centímetros. Maradona se fue escorando hacia la derecha, donde otro jugador inglés, Butcher, trató de barrerlo sin lograr su propósito: se giró sobre su eje y lo persiguió sin esperanza como si hubiera adivinado ya el futuro de aquella carrera que iba llegando a su fin. El último en salirle al paso fue Fenwick, ya en el área inglesa. También éste estuvo a punto de arrebatarle el balón y no lo consiguió por muy poco, pues Maradona esquivó su pie, con un levísimo toque hacia la derecha, en milésimas de segundo, dejándolo con una extraña miel en los labios, el tobillo huérfano. A Maradona sólo le quedaba superar a Peter Shilton, el portero, y el último intento desesperado de Butcher, que sólo pudo derribarlo cuando ya empujaba el balón hacia el interior de la portería. Todos los que habían tratado de arruinar aquella obra de arte, aquella jugada magistral, fallaron en su intento por muy pocos centímetros, por tan poco, por un espacio tan ínfimo, que resultaba inverosímil que ninguno hubiera podido detener a Maradona. El gol más grande de todos los tiempos había tenido, mientras se estaba gestando, aquellos débiles talones de Aquiles”.
“En el Estadio Azteca de Ciudad de México, en el minuto doce de la segunda parte del partido del cuartso de final que enfrentaba a Argentina y a Inglaterra, Héctor Negro Enrique, centrocampista argentino, entregó el balón en corto a Diego Armando Maradona, que lo recibió de espaldas. Escondió el balón, arrojándolo donde las palabras no son capaces de llegar, como si fuera a retroceder, y se giró, súbitamente, cambiando el ritmo, mirando hacia el campo contrario, entre dos jugadores ingleses, Beardsley y Reid. Reid fue el primero que trató de meter el pie y empezó a perseguirlo, sin llegar a darle caza en ningún momento. En el origen de la jugada, en ese giro entre dos jugadores, estuvo tal vez la clave de todo. Si el pie de Reid, entre el balón rodando y el pie de Maradona, hubiera entrado cinco, cuatro, tres centímetros más allá, antes de que se volviera, de que iniciara el vuelo, todo se había desbaratado y Maradona habría perdido el balón, en una jugada rutinaria más. La diferencia entre el mejor gol de todos los tiempos y un balón perdido ante una entrada rival, podría cifrarse en lo que sucedió en esos pocos centímetros. Maradona se fue escorando hacia la derecha, donde otro jugador inglés, Butcher, trató de barrerlo sin lograr su propósito: se giró sobre su eje y lo persiguió sin esperanza como si hubiera adivinado ya el futuro de aquella carrera que iba llegando a su fin. El último en salirle al paso fue Fenwick, ya en el área inglesa. También éste estuvo a punto de arrebatarle el balón y no lo consiguió por muy poco, pues Maradona esquivó su pie, con un levísimo toque hacia la derecha, en milésimas de segundo, dejándolo con una extraña miel en los labios, el tobillo huérfano. A Maradona sólo le quedaba superar a Peter Shilton, el portero, y el último intento desesperado de Butcher, que sólo pudo derribarlo cuando ya empujaba el balón hacia el interior de la portería. Todos los que habían tratado de arruinar aquella obra de arte, aquella jugada magistral, fallaron en su intento por muy pocos centímetros, por tan poco, por un espacio tan ínfimo, que resultaba inverosímil que ninguno hubiera podido detener a Maradona. El gol más grande de todos los tiempos había tenido, mientras se estaba gestando, aquellos débiles talones de Aquiles”.
...El mundial del 94 sí lo recuerdo con más nitidez. Recuerdo que vi la final en Madrid, yo tenía 16 años, mi abuela se acababa de casar, y no quería ver a Italia ni en pintura por lo que Tassotti le había hecho a Luis Enrique. Quién me lo iba a decir a mí. Pero lo que recuerdo con nitidez era mi vida, una cierta nube gris en alguna parte, una tristeza rara, una infelicidad mía, por mis cosas, y un cierto desapego por lo que pasaba en el césped...
...El mundial del 98 lo viví casi todo en Londres: adonde me había ido a trabajar, como casi siempre que me daba por colgarme una mochila, porque estaba enamorado de quien no me convenía, y me veía los partidos que podía en algún pub, cuando cambiaba el turno con algunos de mis compañeros del Burger King de Paddington. Recuerdo la final, Francia-Brasil, en la recepción de Tent-City, en un televisor con interferencias y sintiéndome feliz...
...El mundial del 98 lo viví casi todo en Londres: adonde me había ido a trabajar, como casi siempre que me daba por colgarme una mochila, porque estaba enamorado de quien no me convenía, y me veía los partidos que podía en algún pub, cuando cambiaba el turno con algunos de mis compañeros del Burger King de Paddington. Recuerdo la final, Francia-Brasil, en la recepción de Tent-City, en un televisor con interferencias y sintiéndome feliz...
...El mundial del 2002 lo viví en Nápoles, y recuerdo la eliminación de Italia contra Corea, en el bar que hace esquina con Via Mezzocannone. También recuerdo la eliminación de España, el gol anulado a Hierro porque Joaquín habría centrado desde fuera, y yo montándome en un tren a las 4 de la mañana, en dirección a Roma, y La Enemiga, Clara, en el andén, despidiendo a una amiga suya, y yo que me iba de allí sin pedirle ni su número ni su email ni nada...
...La final del 2006 también la vi en Nápoles, y para mí fue un reencuentro después de dos años con la ciudad y con gente: fue en una azotea enorme, y fue una fiesta, y un estremecimiento raro, estaba contento por quienes quiero, desconcertado por lo de Zidane, y aturdido por la brutalidad de la ciudad, otra vez, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, que en el caso de Nápoles van de la mano...
...Éste será el primer mundial que vea desvinculado de Nápoles, o tal vez no...
...El fútbol para mí es una batalla, y se presta a ese minimalismo en el que el azar, unos centímetros de más o de menos, un resbalón o un error, pueden marcar la frontera de una crónica...
...Algo así quiero proponerme durante este Mundial: quiero escribir relatos épicos, crónicas minimalistas de los partidos que vea y a los que pueda sacarle jugo...
...Serán crónicas sui-generis, particulares, a mi manera, y las iré colgando en este blog...
...Lo bueno es que, en el fondo, seguiré hablando de lo mismo: las tres heridas, la muerte, la vida y el amor, los juegos de azar y esa batalla misteriosa que depende de un esférico...
...Let it be...
Miguel Ángel Maya
Madrid, 10 de junio, 2010
14 comentarios:
Recomiéndame No es fácil ser verde, por favor. Voy a creerte a pies juntillas.
Hola, Miguel Ángel. Lo que cuentas de Everest no me sorprende nada. Es como lo dices y peor. De libros para colorear y diccionarios escolares con portaditas de Wall-e saben mucho, pero de edición ni papa.
Eso sí, gracias a ellos me he convertido en una autora nebulosa e inasible...
El libro lo puedes pedir en la Casa del Libro, por internet. Tardarán tres o cuatro semanas en enviártelo, pero lo harán. Espero que el contenido esté a la altura de la espera...
Un saludo.
Sara Mesa
...Señorita Lamento, en cuanto lo encuentre y lo devore te lo recomendaré...
...Eso sí, no te conviene creerme a pies juntillas jejeje...
...Un beso!...
...Hola, Sara:
...Muchas gracias por escribirme. La verdad es que no sé cómo llegué a saber del libro, pero llevo meses buscando y está requetepedido en La Casa del Libro y no hay manera, por eso me pareció un buen momento pedirlo en la caseta de Everest, claro que no sabía que eran vendedores de pescado...
...Insistiré hasta conseguirlo porque estoy convencido de que, por lo que he leído, hay una cierta afinidad literaria, y sé que tu libro va a ser de esos libros "diferentes"...
...Al menos eso tienes que agradecerle a tus editores vendedores de pescado: haberte convertido en una autora nebulosa e inasible: yo siento especial querencia por los autores nebulosos e inasibles, de modo que me tienes ganado de antemano jajaja...
...Un abrazo! (y si quieres escríbeme al email, aunque sólo sea para que pueda preguntarte más cosas del libro y para contarte, ya con insultos y sin autocensura lo que pienso de tus editores jajaja)...
...Lo dicho, un abrazo y gracias!...
Desde hoy me uno a la búsqueda, señores.
Sobrecogedor y necesario el vídeo 'Contra la impunidad' de Azucena Rodríguez.
Suerte en la búsqueda de la justicia.
Creo que es muy probable que este año vuelva a caer algún partido en Nápoles. Una amiga se casa en Ravello a fin de mes y antes me gustaría pasar un par de días por esa ciudad maldita.
¿Recuerdas el partido Italia-México del 2002? Para ir a verlo al Barrio Español teníamos que cruzar todo el centro antiguo de la ciudad. México siempre nos había caido bien, odiábamos el modo italiano de entender el futbol y, sobre todo, por tocar las pelotas, íbamos decididos a ser los más mexicanos, dos pinches güeyes bajo el Vesubio.
A medida que avanzábamos por las calles silenciosas del centro (¡silenciosas!¡en Nápoles!), consteladas de improvisados grupillos de personas amontonadas delante de televisores en las ventanas de los bajos... grupos de viejos reconcentrados, de camellos apoyados en sus motos, algún niño, el tenso retrato de un pueblo vertebrado a lo largo de todo el camino por el murmullo de los locutores.
Recuerdo que cuando al fin llegamos a casa de los amigos algo se nos había amontonado en el estómago y, aunque intentamos hinchar a favor de México, ya no sonábamos creibles ni para nosotros mismos.
En fin, esperaba encontar por aquí unas palabras acerca de los partidos, especialmente sobre esa telenovela absurda que es la selección argentina. Personajes como Maradona y Bilardo, Heinze, Verón y Messi, ¿no te parecen dignos de una novela de Cesar Aira?
Por cierto, tal vez ya lo conoces, hay un blog en Letras Libres en el que Juan Villoro y Martín Caparrós intercambian cartas sobre el mundial que creo que te gustaría. Puedes verlo aquí: http://www.letraslibres.com/blog/blogs/index.php?blog=18
Un abrazo,
M.
Migue! Sin duda tu blog es un periplo encantador. Espero que algún día nos encuentre recorriendo librerías y en búsqueda de libros oníricos...a mi me resulta difícil encontrar los de Boris Vian y algunos discos de Nick Drake...casi imposibles. Saludos!
...Ra, gracias por unirte a la búsqueda jijiji...
...Veremos adónde nos lleva esto jajaja (como si fuera un importante plan para atracar un banco)...
...No lo he visto, Rebeca, pero sé que en el documental Paco León habla sobre el padre de nuestro abuelo Antonio. A ver si encuentro el vídeo, porque justo en estos días, a raíz de unas fotos escaneadas por mi padre, quería hablar aquí sobre él y parte de su historia y cómo un profesor de Wisconsin la desempolvó...
...Un abrazo...
...Ay, Martín, tal y como prometí, quería haber colgado aquí las crónicas de los partidos que iba viendo, sí, pero una conjunción de cosas lo han impedido: la primera de todas es una gota de agua que cayó insistentemente sobre el router, y me ha dejado siete días sin internet y peleándome con los teleoperadores del 1004 para que lo solucionaran. Por otro lado, el volumen ingente de trabajo que tengo, que no me permite más que ver los partidos y comentarlos, como mucho, en la barra de algún bar, con los análisis apresurados que ello conlleva: vi el España-Suiza en el mismo bar donde vi el 2-6 del Barça al Madrid. Por primera vez, en caso de gol de España, iba a poder gritar lo mismo que los demás. No es fácil ser culé en Madrid, y menos cuando uno tiene que seguir mirando de reojo el desenlace de la Segunda División para ver si una última carambola favorece al Betis, y a la vez aspirar a ver ganar un mundial a España...
...Para mí lo de Suiza fue especialmente sangrante, porque una suiza rubia que conoces bien se pasó el partido entero mandándome mensajitos con emoticones llorando y haciéndome pedorretas y diciendo "pobrecito miguelito" y cosas de ese tipo, más el frente italiano danielino que, apenas terminó el partido, bombardeó el móvil de mensajes del tipo "los suizos no faltan nunca a la cita" y cosas de ese tipo. Con los italianos ya estoy en guerra, e iré con cualquier equipo que juegue contra ellos por más indecente que éste sea. Después de haber visto jugar a Don Messi he tragado saliva y he pensado que me gustaría una final España-Argentina (algo que puede pasar si España queda segunda y Argentina primera en sus grupos, como parece lo más probable que vaya a pasar, si es que a España no le da una pájara contra Chile o una pájara ridícula contra Honduras). De otro modo podrían haberse encontrado en semifinales...
...Sería bonito ver juntos esa final, ¿no? Sí, Argentina es lo suficientemente surrealista como para dedicarle muchos comentarios de sorna, sólo que uno puede quedarse en eso de ver a Maradona gesticulando con aires de mafioso besucón o bien relamerse y restregarse las pupilas ante el juegode Messi...
...Sí, me acuerdo perfectamente de ese recorrido por Nápoles desierta con la gente viendo el partido contra México y cómo poco a poco nos fuimos acobardando jajaja...
...Gracias por el blog de Letras Libres. Por un momento imaginé que era un fuego cruzado entre Villoro y Caparrós el entrenador (sevillista grrrrrr) del athletic, lo cual dejó el surrealismo de Maradona y Heinze en pañales jajaja...
...Luego entré en razón. Le echaré un vistazo...
...Un abrazo, hermano...
...Ay, Julieta, pocas cosas hay más bonitas que encontrar cuando menos te lo esperas un libro o un disco que uno lleva buscando con dedicación durante años...
...Quién sabe...
...Besos...
Ya veo que sientes el futbol de verdad. Con tu buena pluma sería muy interesante que hicieses esas crónicas. Yo sólo he visto hasta ahora los de España; me sorprendió el primero, pues no esperaba que España fallase en el primer partido del mundial y con respecto al de Honduras, el asunto cambió mucho, como era de esperar, y se pudo ganar por mucha más diferencia; ahora sólo falta que ante Chile no hay sorpresa y pasemos a la siguiente fase, convenciendo.
Lo de la búsqueda del libro es alucinante y el colmo es que no te sepan decir nada de lo que buscas, que ellos mismos han editado ¿falta de profesionalidad? o sencillamente que no les interesa más que lo conocido, o sea que el kiosco es nada más que un puesto de venta, no una librería.
Un saludo
...Gracias, Arruillo...
...Espero poder con esas crónicas a partir de octavos...
...Sí, lo de la búsqueda del libro y el hecho de que en la caseta de la propia editoral ni siquiera supieran qué libro era es, más que nada, sintomático...
...El puesto de Everest no era ni siquiera un puesto de venta: era un tenderete de mercado de abastos con libros para colorear...
...Lo bueno es que, no sé si por solidaridad gremial, me he hecho fan de Sara Mesa...
...Un abrazo...
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