martes, 18 de mayo de 2010

Cuándo aprendí a silbar




El teatro donde yo daba los conciertos también tenía poca gente y lo había invadido el silencio: yo lo veía agrandarse en la gran tapa negra del piano. Al silencio le gustaba escuchar la música: oía hasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando el silencio ya era de confianza, intervenía en la música: pasaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de intenciones.


Felisberto Hernández



...Recuerdo perfectamente cuándo aprendí a silbar: estaba en una barca, en un río. Tenía muy pocos años, seis o siete. Mi padre remaba y yo soplaba juntando los labios, pero no conseguía que saliera un sonido que pudiera identificarse con silbido. No sé por qué, mi madre, mi hermana o mi padre dijeron algo que yo interpreté como un posible naufragio de la barca. Pensé que si la barca se hundía, sólo silbando alguien podría salvarnos. Todo esto lo recuerdo de forma muy vaga...
...Pero no sé por qué volví a recordarlo el domingo pasado, cuando el Barça volvió a ganar la liga. Y volví a pensarlo ayer, leyendo esta entrada en el blog de Alberto Olmos: son curiosos los procesos, el camino, que hace que cualquier cosa llegue a ser lo que es: el "become" inglés, o el "divenire" italiano: palabras en las que está impreso ese proceso, esa combinación de espacio, tiempo, azar y esfuerzo para que algo, cualquier cosa, llegue a ser algo, para que logremos construir algo con nuestras manos...

...Todo es muy difícil, pero casi nada de lo que se haga sin red termina sin parecerse un poco a lo que queríamos: no sé, hablo de la batalla de escribir una novela, contra pronósticos y circunstancias, contra un trabajo de teleoperador y el metro a las 7 de la mañana, contra el sol que entra por la ventana y pide Retiro, o playa, o vuelo. Hablo de armar un aquipo antológico y asistir como testigo a una época: todos los factores, el enorme y difícil camino, el tiempo, la maduración, lo que hace falta, por ejemplo, para que La Masía, la cantera del Barça haya dado estos frutos admirables: el trabajo anónimo de tanta gente, aunque sólo veamos la punta del iceberg: once tipos jugando al fútbol como mis pupilas no recuerdan haber visto jugar nunca...




...Volví a hablar con Freddy, después de muchos años, de muchísimos años. Fue por casualidad. Últimamente me acordaba mucho de lo que pasó: yo llegué a Bogotá justo cuando Antanas Mockus acababa de hacerse con la alcaldía. Y Mockus había sido profesor de Freddy en la facultad. Le pregunté, en La Florida, qué le parecía que Mockus se hubiera convertido (became) en alcalde de Bogotá. Freddy me dijo que era lo mejor que le podía pasar a Bogotá...
...Ahora él, como muchos otros, como yo mismo, mira con ilusión la posibilidad de que Mockus se coniverta en presidente de Colombia, un país que, por razones sentimentales y azares rocambolescos que forman parte de lo que no se ve del iceberg, me es cercano, muy, muy cercano...



...Lara se ha traído de Brasil un descubrimiento que se llama Felisberto Hernández, un tipo que "se sentaba al piano como quien se sentaba en la barra de un bar". Lara tiene un sexto sentido para descubrir joyas, para señalar con el dedo almas gemelas, armas gemelas: para decir: "Ese tipo de ahí y tú sois muy amigos, así que espabila"...
...Claro, yo, que adoro los descubrimientos y que, además, cuando Lara se convierte en flautista de Hamelin yo me convierto en rata dócil, me he puesto a buscar esa antología que compré en una librería de La Habana no recuerdo cuándo ni dónde ni por qué...
...No la encuentro por ninguna parte, pero sé que, como todo lo que cae por su propio peso, la encontraré...

...Eso sí, lo que he leído aquí y allá de Felisberto, desde el email de regreso brasileño de Lara, me confirma su buen ojo para casi todo. Si a un tipo que toca el piano y escribe como quien se sienta en la barra de un bar, y mancha la música y los papeles de churretes y lamparones de vino derramado, con palabras y frases repletas de ruidos e interferencias es capaz de zarandearlo hasta que lo que escriba se convierta en diamante, por mucho que las palabras quieran seguir siendo carbón, ¿qué no podrán hacer sus pupilas con todo un Brasil?...

...Miedo me da...


Miguel Angel Maya
18 mayo 2010

4 comentarios:

Manuel de Survie dijo...

Qué alegría me ha dado ver una cita de Felisberto Hernández en tu entrada de hoy. No sé si todavía circula el volumen de sus obras completas titulado Narraciones incompletas(Siruela). Recuerdo haberlo descubierto en la biblioteca de Hispánicas de la Universidad de Bruselas, haber pasado ratos excelentes con sus cuentos y haber planeado su robo de varias maneras; pero nunca conseguí descubrir dónde cojones habían escondido la plaquita magnetizada que hace saltar la alarma del detector. Quizá ni siquiera tenía. Así que supongo que ahí seguirá, si no ha habido otro devoto de Felisberto algo más osado que yo. Entonces, ay, todavía tenía la esperanza de costruírme una biblioteca.
Inolvidable su novela corta Por los tiempos de Clemente Colling.
Italo Calvino dijo maravillas de Felisberto. Y Cortázar.

Miguel Ángel Maya dijo...

...Ay, don Manuel de Survie...
...Siempre una alegría encontrármelo por aquí...
...Justo ayer fui a buscar esas Narraciones Incompletas y no estaba en mi librería de siempre. Desistí de buscar la antología cubana donde aparecían algunos cuentos de Don Felisberto. Seguro que estará en Sevilla, si es que no se la dejé a alguien y la he perdido...
...Me apunto "Por los tiempos de Clemente Colling", y tanto del señor Calvino como del señor Cortázar me fío bastante...
...Ay, robar libros: nunca he podido, lo más parecido a eso fue el "Tocarnos la cara" de Belén Gopegui, del Cervantes de Nápoles, pero era tan aburrido que no merecía la pena el cargo de conciencia, así que lo devolví y estaba descatalogado jajaja. Pepe me dijo que sospechaba que "se lo habían distraído".
...Sí me quedé libros fortuitamente: alguien me los dejó y, bien por azar o por mudanza, bien porque se terminó la amistad o porque se "nos rompió el amor", como cantaba La Más Grande o la Fernanda y la Bernarda de Utrera, terminaron quedándose en mis estanterías...
...Siempre un placer salvar con usted el uso horario Madrid-Shanghai, aunque nuestras conversaciones estén aquí, a la vista de todos...

lu dijo...

Ay, pues no conozco yo a este hombre. Y tiene un nombre estupendo, Felisberto, chulísimo. Tomo nota. Y lo de aprender a silvar también está ahí pendiente, que no me sale, vamos, que no hay manera.
Besos, Migue!

Miguel Ángel Maya dijo...

...Ay, Lu, saber silbar depende de taaaaaaantas cosas...
...Bentornata, beso!!