Cat
Cat se desmayó la última noche y
se sumió en un profundo sueño durmiendo en las calles de una ciudad llamada
Abandono que conocía como la zarpa de su mano. Cat solía despertar,
desperezarse, lamer su leche, fingir el desaliento, sortear las caricias.
Aquella mañana, sin embargo, supo que ya nada sería igual. A todo ello (a eso
que ya nunca sería igual) lo llamó Barco.
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