Eco
Eco se perdió al final en la
vorágine de la locura y de un sutil silencio que nunca dejó de ser un ruido
atroz ruido siervo ruido miseria en el que Eco jamás pudo encontrarse ni siquiera
cuando se zambullía en la más espeluznante risa, esa que le rebosaba de la
médula.
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