Per tutte le canzoni che avevamo ancora qui
dentro,
per tutte quelle che abbiamo vissuto,
per la crepa del mio
pianoforte
e della nostra gola e dei nostri cuori,
grazie, Claudio,
amico.
Venètte da tanto luntano
nu furastiero,
nu furastiero...
Restaje 'ncantato do mare,
do sole e 'a luna,
nu furastiero...
…Ayer por la tarde limpiaba las teclas del piano con un
pañuelo húmedo, tecla a tecla. Y pasé mi mano por la cicatriz que dejaste en él
cuando, bailando, en el pequeño escenario del Oh-la-lá, lo tiraste al suelo.
Anoche me acordé de ti y sonreía con un nudo de emoción en la garganta. Es
extraño el instinto. Es extraño recordarte al ver la huella que tu baile le dejó
a mi piano y sentir un nudo de emoción en la garganta. Ayer te fuiste para
siempre en Condofuri. Yo acariciaba la huella que tu baile dejó para siempre en
este viejo piano y tú te ibas de aquí…
…La última vez que nos vimos fue en Nápoles, a principios del
verano del 2009. Yo caminaba por Via Toledo, entré en la Galería y vi tu
caballete. Me dio un vuelco en el estómago. Después hubo una época, no hace
tanto, en que nos escribíamos mandándonos canciones por Facebook. Este verano
estaba en Otranto, me dijeron que estabas en Condofuri. Se me pasó por la
cabeza ir a verte de camino a Siena, pero no lo hice. Fui feliz en Condofuri.
Fui feliz en aquella casa maravillosa con aquella gata recién parida, el fresco
nocturno de la noche, los olores del campo, Cesárea Evora. Siempre tuve el
presentimiento de que te irías para siempre en Condofuri…
…Desde la cicatriz de mi piano, el piano con el que tocaba
en Via Roma, el piano con el que tocaba en el Oh-la-lá, donde después
bailábamos, donde después bailabas, se me agolpan los recuerdos: se me agolpa
la calidez y tu ternura, el pelo enmarañado cada vez más gris, tus pocas
palabras, tu olor a tabaco y a sudor, tu whisky, tu forma de dibujar, tu
extraña forma de bailar a medio camino entre un sirtaki ebrio. Cierro los ojos
y te veo en Galleria Umberto I, veo tu caballete abandonado, colocado allí, y
me recuerdo esperándote. Te veo dibujando, la cabeza enmarañada, la calma en
tus gestos, el retratado sentado frente a ti, tú rodeado de gente. Te llamaban
maestro, en Nápoles, donde respetan a los artistas porque saben que Nápoles se
hizo de artistas antiguos. Nápoles está hecha también de los caparazones de los
artistas callejeros antiguos, porque Nápoles es sus calles y porque sus calles
están construidas por los rastros y muescas que le iba dejando gente
maravillosa como tú. La canción de Maria era “Era di maggio”, la canción de
todos era “Na bruna”, nuestra canción, la tuya y la mía, era “La malagueña”.
Cierro los ojos, la canto, y te veo a ti, y recuerdo el sabor del vino de Don
Giovannino, y abro los ojos y veo tus ojos brillantes, y veo a Martín, y veo a
Wang, y veo a Iván, y veo a Maria, y veo a Manuel, y veo al quijotesco Diego, y veo a Don
Giovannino. Ahora lloro y río acordándome de Kiro cantando “qué bonitos ojos
tienes debajo de esas dos viejas” y te veo reírte, y me parece mentira que ya
no estés, porque tu risa era demasiado poderosa, como tu presencia, como tu
mundo, porque alguien tan poderoso parece que está a salvo de la muerte, y tú
lo estabas…
…Nápoles se nos quedó a todos en la piel. Este verano tuve
miedo de volver a encontrarme en sus calles, perdido, con todo mi pasado. En
Nápoles fui brutalmente feliz gracias a la gente que me acunó. Y me acuerdo de
ti como si esta fuera una pesadilla irreal de la que voy a despertar, y este
verano veré tu caballete en el puerto de Ischia, frente a la enoteca de
Raimondo, este verano cantaremos, hablaremos hasta el amanecer, te sentiré
roncar en la tienda de al lado…
…Te recuerdo dibujando, te recuerdo riendo, nos recuerdo a
todos da Don Giovannino, te recuerdo diciendo “señor gerente”, te recuerdo
diciendo “no te das cuenta de nada”, te recuerdo bailando en el Mattone, con la
sigaretta in bocca, recuerdo tu vaso de whisky, tu pelo despeinado en Ischia,
tus dibujos en la casa de Condofuri, me acuerdo de Sierra Maestra, me acuerdo
de Chichi Peralta, me acuerdo del Oh-la-lá, me acuerdo de esa felicidad, de mí
llevando el teclado de un sitio a otro por la maltrecha Spaccanapoli, hecha de
adoquines, me acuerdo de ti en casa de Iván, te recuerdo en casa de Adriano,
tomando café a tu lado, tu “Miguel, che ti pigli?”, recuerdo tus preguntas, tus
opiniones, tus palabras precisas. Me acuerdo de ti llamando a nuestra casa del
Quartieri Spagnoli a las tantas, me acuerdo de ti duchándote a las 3 de la mañana.
Me acuerdo de nosotros tres, tú, Martín y yo, nos recuerdo, nos recuerdo y casi
se podría decir que nos toco a los tres con diez años menos, y me duele todo,
me duele aquella felicidad y me duele que tú no estés y que tú hayas muerto
porque tu corazón te ha dicho que ya basta, y veo en tu muro de Facebook la
última canción de Chavela Vargas que colgaste, y recuerdo cuando yo hacía de
mimo y me tiraron un petardo gli scugnizzi y en mi vestido plateado se abrió un
boquete, y me acuerdo de ti diciendo “Che carino” la primera vez que me viste a
medio desmaquillar, y te recuerdo en Piazza San Domenico, y te recuerdo
caminando con el caballete a la espalda, y te recuerdo, y te recuerdo, y te
recuerdo, y nos recuerdo, y todo es dolor, y no te vas, y siento que no hay
extensión más grande que mi herida y que siento más tu muerte que mi vida y que
no perdono a la muerte enamorada ni a la vida desatenta ni a la tierra ni a la
nada…
…Pensé tantas, pero tantas veces, grabar “La malagueña” en
el pequeño y rudimentario estudio que monté en casa, así, a capella, con palmas
y silbidos, a la primera toma, junto a un vaso de ron, y mandártela para que
pudieras escucharla tantas veces quisieras. Y no lo hice. Y ahora me dejas
aquí, con “La malagueña” en mi maltrecha garganta hipocondríaca, desorientado,
huérfano, preguntándome a quién se la canto yo, para qué, si al abrir los ojos
no van a estar más los tuyos…
…Y paso la mano por la cicatriz de mi piano, y no, no puede
ser, dai, maestro, no te has ido, non te ne sei andato davvero, amico mio, non è
vero, non può essere vero…
15 de mayo de 2014
P.D. El dibujo es "Claudio", de Martín Elfman
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