...La proporción, insinúas, es más o menos de tres a siete...
...La alquimia nunca fue tu fuerte. Volar tampoco. Anoche soñé que te comía a besos en Dublín. Pude escribirte y decírtelo y recitarte alguna que otra letanía. Pero no. Preferí despertarme, sentir la luz difuminada de la mañana y el cielo dublinesco, agrio, amenazante; preferi relamerme, recordarte, como eras antes de que desertaras, antes de que decidieras que éramos minúsculos y que esos movimientos de sístole y diástole eran insignificantes...
...La señora Pizarnik sabe cómo apuñalarnos, cómo apuntalar tus fracasos, cómo conjuntarlos con tus latidos y tus sábanas, cómo gestionar tus babas y tus sueños...
...Todavía huelo el último rincón donde permaneciste escondida...
...Todavía sueño con arrebatarle un pedazo de Dublín a mi nostalgia...
...Cuando leí la expresión de Caballero Bonald reivindicando "la poesía frente a los desahucios de la razón"en el discurso de aceptación del Cervantes supe que el ser humano había tocado verdaderamente fondo...
...No se me ocurre nada más oportunista, ni un juego más perverso y más tramposo con el lenguaje. No se me ocurre nada más mezquino ni dicho en un contexto peor: un discurso institucional frente a la familia real, por ejemplo, esa familia real que es una metáfora de lo que es este país, con una infanta que dice que enseñarle a un juez su declaración de la renta es una violación de su intimidad, cuando a mí me han pedido la declaración de la renta casi para cualquier puto trámite que he necesitado hacer, cuando cualquier funcionario de tres al cuarto conoce mis datos fiscales casi para cualquiera de mis movimientos; con una institución cuya propia naturaleza confunde sus actividades públicas con las privadas, por definición. No se me ocurre un discurso más de trilero de aceptación de un premio institucional; no se me ocurre nada más demagógico, nada más miserable, por su apariencia de radicalidad ideológica, que esas palabras vacías y planas, que esa malditas palabras domesticadas y serviles, esas palabras tan de aplauso fácil, tan previsibles, tan poco originales, tan falsas, tan hipócritas; no se me ocurren unas palabras que hagan más flaco favor a la desesperación cada vez más fuerte, menos latente, menos oculta, menos celada...
...Mi desesperanza, de la que sólo me salvan tus labios, reside ahí: la consciencia de estar entre la espada y la pared. Cuando pienso que los míos deberían ser estos (Caballero Bonald, por ejemplo) me dan ganas de llorar, me dan ganas de armarme, me dan ganas de bajar la guardia, me dan ganas de romper la baraja, me dan ganas de desertar del planeta...
...El desahucio de la razón y la poesía, en este contexto, son basura son palabras vacías, son animales domésticos, desesperación, desierto, son nada, son pan y circo para hoy, son la mano del poder pasadas por el lomo diciendo "buen chico" después de que el perro le lleve la presa al amo...
...Pero dan para un discurso de aceptación de un Premio Cervantes, dan para una comida con el rey y su particular, siniestra y antipática Familia Monster cuyos propagandísticos vasallos no dejan de recordarnos lo mucho que hizo este señor el 23-F, dan para jugar con dos barajas, dan para un aplauso unánime y fácil, dan para seguir prolongando esta mierda todavía un poquito más...
...De la presentación del sábado pasado rescato un vestido y un amor, las pizzas, la calidez de Enclave de libros,el dolor, el alcohol, las risas, la noche y esto que dijo Lara:
Miguel Ángel Maya es una persona singular, y como persona singular que es escribe mundos singulares. En la presentación que se hizo en Sevilla de este libro, la escritora Sara mesa dijo que Migue tenía un universo propio, absolutamente propio, que es más de lo que pueden decir muchos escritores. Yo estoy totalmente de acuerdo con eso, y para presentar a Migue quiero leer aquí un poema que, en mi opinión, resume algo de lo que Migue es, en su literatura y también, por qué no, en su vida.
"El espectáculo", Las identidades, Felipe Benítez Reyes.
Antes de empezar a leer El hombre que decía haber salvado a Rebeca B. pensaba que era un libro de relatos. abrí el libro y leí el primer capítulo, y rápidamente me di cuenta de que no lo era, El hombre que decía haber salvado a Rebeca B. no es un libro de relatos, en todo caso es una novela, pero más allá de eso es otra cosa: a lo mejor ni siquiera es un libro, es un laberinto y un enigma. Es un fotograma o una trampa. Es Rebeca B. Y Rebeca B. es mucho más que un libro.
Os pongo en antecedentes. Miguel Ángel Maya ha creado una ciudad, Saint Simons. No cabe duda de que Saint Simons entra dentro del mapa literario de trasuntos civilizados, o más bien absolutamente incivilizados, donde ya aparecen Macondo y Jefferson; de hecho Saint Simons, sin tener nada que ver con la una o con la otra, podría ser una mezcla terrorífica de las dos. Saint Simons es el lugar, absolutamente cinematográfico, donde transcurre este libro. Lo tiene todo, tiene una pizzería a la que quiero ir, tiene un Bed & Breakfast donde no sé si quiero dormir, tiene una estación, Sandspur Road, donde querría esperar el tren de mi vida, y tiene Magnolia Avenue, por donde estoy segura que he conducido alguna vez. Pero tiene más cosas: un paseo marítimo, unas dunas que están a punto de comerse la ciudad, un mar que devuelve constantemente misterios y cuerpos a la orilla, una reserva de rencorosos indios Seminola que son un peligro para la población, y sobre todo, para unas galerías subterráneas comidas por el óxido, donde generaciones y generaciones de seres aparentemente humanos son entrenados para la música más celestial, donde se practica el canibalismo y donde la yet set de Saint Simons baja a escuchar conciertos de mozart, Bach y Beethoven y luego gasta impunemente todo su dinero negro en lujos, perversiones, juegos, vicios y demás oscuridades a costa de los habitantes del subsuelo, pura mano de obra explotable. Sin hablar, por supuesto, de la Guerra Minúscula que asoló la ciduad. ¿Alguien se puede imaginar una cosa así? Este es el contexto de este libro.
El otro día hablé con un amigo que se había leído el libro, y me dijo no sé qué de ciencia ficción. Evidentemente, 'parece' ciencia ficción. Pero yo no lo he leído así. Primero, porque el estilo de Migue, rápido, cálido, cinematográfico, descarnado, jazzístico, hermosamente sentimental, policiaco, glamouroso, nada tiene que ver con la ciencia ficción, para mi gusto. Segundo, porque cuando leí la primera descripción sobre lo que pasaba en las galerías lo primero en lo que pensé fue en Eurovegas. Eurovegas sí es ciencia ficción, por lo tanto, la literatura de Migue es pura realidad. Miguel Ángel disfraza de pura ficción la crueldad de este mundo. En El hombre que decía haber salvado a Rebeca B. se reúne, para conspirar sobre los crímenes más violentos el cónclave de la Trinidad de los Azares, que no puede ser otro que el de las Azores, y además, se dicen cosas como esta: "Cuando a usted le dan un plato de comida y una escopeta, ¿se deja acariciar?". No, creo que no es ciencia ficción, por desgracia, lo que cuenta el libro ya ha pasado y está pasando en este momento. Saint Simons es un poco como el desierto de Sonora, los agujeros que hay en la tierra son como los de Ciudad Juárez y la tristeza de la música de cámara de las galerías debe de ser parecida a la de algunas generaciones de músicos cubanos.
Pero en este libro hay una belleza particular, que posiblemente sea lo más importante de todo. Esa belleza se llama Rebeca B. Migue escribe "No, hace ucho tiempo que no sé nada de Rebeca", y al lector se le encoge algo dentro porque eso es la vida, la perplejidad que uno siente al darse cuenta de que alguien se ha alejado de tu camino, de que los años han pasado y no en balde, de que nada fue lo que uno pensaba que sería. Migue escribe: "Los labios de Rebeca B. son fríos, acartonados y azules, sobre todo si el mar ha arrojado su cuerpo a la playa, y ella está inconsciente. No hay mucha diferencia entre un beso y un boca a boca". Migue escribe eso y todos estamos enamorados de Rebeca B. igual que el narrador de este libro. Para mí, en este libro hay muchos testimonios y un solo narrador, y el narrador es valioso como una llave o como la misma Rebeca. El narrador es narrador y personaje. El narrador es un juego íntimo de la escritura: es un personaje que se mira en el espejo y a la vez se da la vuelta y se dirige hacia la playa y a la vez escribe todo esto y aun así resulta lúcido. Este tipo, que aparece una y otra vez en los relatos y del que no sabemos el nombre, es un personaje digno de Miguel Ángel Maya: da igual quien sea, porque él solo es todos los narradores, todos los narradores de este libro son un poco detectives, todos están consternados por el dolor y a veces por el amor, todos tienen un revólver y no saben usarlo, todos tienen miedo y les da por huir o por no moverse, todos tienen ese peso inquietande te la vida, la certeza del paso en falso. La lluvia en la noche siempre les trae mujeres empapadas a casa, y ellos las escuchan y no las entienden y las miran a los ojos y las dejan escapar y luego escapan ellos y conducen un coche y tiemblan y tienen un revólver y lloran.
Tengo que terminar hablando de Rebeca B., la trapecista del pelo rizado y rojo, pero no debo hacerlo. Si lo hiciera, en realidad, traicionaría el libro, porque vosotros tenéis que descubrir a Rebeca B. por vuestra cuenta, tenéis que vivir esa experiencia, tenéis que revolver en una basura llena de ropa interior y cáscaras de plátanos por si ha dejado alguna huella.
Sólo puedo decir que Rebeca es la trampa, el laberinto, el iceberg de hemingway, Rebeca es lo que el lector busca en cada relato, o en cada capítulo, y Migue ha sabido encender esa alerta desde la primera página y alimentar la promesa durante todas las demás. Rebeca B. y aquello que ocurrió en el Bed & Breakfast donde sucedió todo, esos dos símbolos poderosos, a golpe de imágenes de cine mudo, nos llevarán de la mano por la noche de Saint Simons, nos empujarán, más bien, dentro del coche oscuro que viaja a toda velocidad, nos arrastrarán hacia la orilla de la playa buscando un cuerpo, y al final estaremos también nosotros ahí, conmocionados por la belleza, con los ojos traspasados de una extraña nostalgia, oliendo el peligro y sabiendo que, una vez más, Miguel Ángel Maya nos ha metido dentro de su mundo, de su obsesión, y ahora no podemos salir.
Esta tarde se presenta en Madrid El hombre que decía haber salvado a Rebeca B. Será en la librería Enclave de libros, en Calle Relatores, nº 16 (Metro Tirso de Molina). A mi lado estará Lara Moreno, como cómplice de excepción. Allí os espero.
domingo, 7 de abril de 2013
...Hoy te he deseado. Mis ojos rojos, mi tristeza, mi alcohol. Hoy te he deseado y has desaparecido. Me has dado ganas de llorar. De madrugada vi cómo ardía una papelera y cómo un taxi se perdía y me dejaba solo. De madrugada alguien se fue lamiendo todo. Alguien estaba completamente solo y perdido, como en la canción de Vinicio Capossela que dice "sognar che stiamo noi due soli e nel mare aperto". Hoy te he rezado mientras nos masturbábamos en una carretera perdida de Ostia. Hoy me habría subido al coche y me habría ido al mar a finiquitar una botella de vino o a asesinarte definitivamente. Supongo, le susurro ahora a tu biografía enorme y pesada, supongo que me identifiqué con la desesperación con la que sucumbiste al mundo. Hoy te he deseado, pero se me ha olvidado rezarte. Ya no creo en mí, ni en ti, ni en nada. Sólo espero, y fumo, y escribo, y me pierdo, como hacías tú, como huías tú...
...A veces pienso que me gustaría intervenir más, modelar la realidad con mis manos, al igual que intento hacer acordes de jazz que se acerquen a Monk. Modelar la realidad de algún modo: abrir blogger y escribir sobre los insectos policías o sobre animales mitológicos...
...Me dan ganas de hablar sobre imputaciones de infantas o sobre ruedas de prensa en pantalla de plasma, pero me dan asco las infantas y me da asco el tipo que sale hablando en pantalla de plasma. Me da asco una realidad donde los periodistas no se levantan y se van, y dejan ese televisor encendido con ese miserable hablando solo. Sería una imagen demoledora ver a ese ser nauseabundo hablando en un televisor frente a una sala vacía. Sería patético ver al ujier limpiando el polvo y apagando un televisor que nadie escucha, apagando las luces, desconectando los enchufes, mientras él sigue hablando desde otra sala, pensando que alguien atiende a las sandeces y mentiras que dice. Me dan ganas de hablar de eso, pero no lo hago. Quiero decir, seguir hablando de eso, y decir cuatro cosas, o cinco, pero no lo hago...
...De todas formas, escribir aquí sobre eso es domesticado e insignificante. Tengo un asunto terrible entre manos y de ahí está saliendo una novela. Juego a que ese asunto va a cambiar algo acerca de un relato que nos hemos estado contando. Pero me doy cuenta de que a nadie le importan los asuntos terribles ni las novelas cambian nada y de que mis ojos se cerrarán y el mundo seguirá andando. Y podría seguir andando sin las novelas de la mayoría de nosotros, sin las palabras de la mayoría de nosotros, sin los televisores de plasma desde donde se escupe mierda y se pervierte el poco lenguaje que nos queda...
...Aux armes, citoyens, mes animaux domestiques...
"Cuando relato mis trashumancias, mis caídas, mis delirios y mis secretas orgías, lo hago únicamente para detener, ya casi en el aire, dos o tres gritos bestiales, desgarrados gruñidos de caverna con los que podría más eficazmente decir lo que en verdad siento y lo que soy" Maqroll el Gaviero. (Álvaro Mutis)
PARANOICA FIERITA (Editorial Carpe Noctem, 2022)
TEXTOS ENGORDADOS Y OTRAS ESPECIES
Proyecto literario digital
CRIMINALMENTE BELLA (Editorial Alegoría, 2016)
(Edición y prólogo)
MONSIEUR WITNESS (2015-2016)
Proyecto literario digital
FALSA ANTOLOGÍA COMPLETA DE LOS POETAS INCENDIARIOS (Editorial Alegoría, 2014) *
(Edición y prólogo)
EL HOMBRE QUE DECÍA HABER SALVADO A REBECA B. (Editorial Alegoría, 2013)
ÚLTIMAS 2 HORAS Y 58 MINUTOS (Lengua de Trapo, 2008)
Últimas 2 horas y 58 minutos. Primera (o segunda) parte.
*
Últimas 2 horas y 58 minutos. Segunda (o primera) parte.
Nací el 2 de julio de 1978. Soy músico, escritor, viajero. Estudié en el Conservatorio de Sevilla. Me licencié en filosofía por la Universidad Oriental de Nápoles (Italia). He tocado todos los géneros literarios, incluido el curriculum vitae. Escribo novelas, relatos, poemas y guiones, compongo canciones y toco el piano. Mi espectáculo musical se llama Migue y el fabuloso trompetista invisible. He vivido en Alcorcón, Sevilla, Londres, La Habana, Ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires, Nápoles y Madrid. Algunos de mis relatos han aparecido en antologías, revistas, fancines o rocambolescos folletines olvidados. Me gano la vida como buenamente puedo (casi siempre de forma legal). He publicado dos libros: "Últimas 2 horas y 58 minutos" y "El hombre que decía haber salvado a Rebeca B". Y he editado "Falsa antología completa de los poetas incendiarios". Para ser feliz me basta un piano, una playa desierta, buena compañía. Thelonious Monk ya inventó casi todo lo que se me ocurre. De mayor quiero ser Jacques Brel o Leonard Cohen.