martes, 6 de diciembre de 2011




- ¿Sabes para qué debería utilizarse solo el retrovisor?
- ¿Para qué?
- Para mirarte todo el rato.

Paul Viejo, Los ensimismados


...La última imagen de mi fisioterapeuta rubia es su reflejo de espaldas, sus pantalones y blusa blancos, en el espejo del pasillo entrando en una cabina y girándose sin verme. Fin. Sus diez dedos (fríos) han mejorado mi espalda, su rodilla a veces rozándome en el costado (subía la pierna en el taburete para darme el masaje) ha mejorado mi alma, suponiendo que, para entendernos, hagamos esa pobre y estúpida división platónica entre cuerpo y alma. Platón es como una muleta que nos hace comprender algunas cosas a base de mentirnos o de jugar a que éramos: ¿vale que la realidad era algo magmático e incomprensible e inexplicable y que la ordenábamos? ¿Vale que yo era el inventor del alma y hacíamos una separación literaria entre ella y el cuerpo? ¿Vale que estábamos en una caverna viendo ilusiones y yo os abría los ojos? Mamarracho. La envidia, por ejemplo, reside en los poros. El alma, por ejemplo, reside en el movimiento. Soul. Ya sabes. Música. La música suele tener poner las cosas más claras que la metafísica, por eso Platón la odiaba: no comprendo el abismo, no sé bailar, ¡que le corten la cabeza a los sonidos incomprensibles! Ahora soy yo el que envidia a las demás pieles receptoras de sus diez dedos y su rodilla en los costados. Ahora soy yo el que conduce, trasteando en los botones de la radio con el semáforo en rojo, alejándome de todo. Ahora soy yo el que escribe, el que espera un broche de playmobil, el que pide que le manden un libro por correo. Soy yo el que no mueve ningún tipo de mundo, y sin embargo piensa que, si bien, Vincent, este mundo no se inventó para alguien tan bello como tú, los espejos retrovisores sí se inventaron para rendirse embelesado a ese gesto tuyo tan, a eso que haces con la boca, a esa música que...

Miguel Ángel Maya
Sevilla, 6 diciembre, 2011
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4 comentarios:

Federico dijo...

Es una pena que Vincent no tuviese a mano una rodilla (¿redonda y con hoyitos a los lados?) como la que te presiona los flancos en terapia. ¡Dios, que mixtura!: el olor de una bata recién lavada y planchada, mezclado con el aroma de unos muslos de mujer jóven, próximos a la pituitaria...
Vincent (sorrow), sabía de la peste del aceite de linaza, de la cola de conejo... Pero si cuando las esquirlas de vidrio se le clavaban en la calota; si cuando aquel friso de zoomorfos diabólicos recorría el zócalo del tabuco amarillo provenzal; si entonces -digo- hubiese tenido una rodilla de mujer que acariciar..., no se hubiese pegado un tiro. Y hoy el Cosmos sería más denso, más rico: veinticinco mil o treinta mil telas más de Vincent no iban a ser ninguna bagatela.

Miguel Ángel Maya dijo...

...Quizás tenga usted razón, Federico, pero tenga en cuenta que veinticinco mil o treinta mil telas más no impedirían lo que gravita en todo este asunto: que "este mundo, exactamente ESTE MUNDO y no otro, Vincent, no estaba hecho para alguien tan bello como tú"...
...Pero sí, tener una rodilla que acariciar, Querido Federico, cambia la perspectiva de las cosas...
...Me ha gustado mucho su comentario...
...Un abrazo...

F. dijo...

En mi escrito anterior , resultaron un "que" sin arponcillo y una "joven" arponeada.
Cosas de ballenero en tierra, cegato y sin calafate.

Miguel Ángel Maya dijo...

...Menudeces, don Federico: a usted se le permiten licencias de ballenero en tierra...