...volvería a descubrir, una vez más, que ese cansancio era una pequeña mentira confundida entre un poco de felicidad. Entonces me resignaba a esperar las palabras
que me vendrían de aquel mundo, casi mudo, de espaldas a mí
y deslizándose con el esfuerzo de mis manos doloridas.
Felisberto Hernández
...Miles Davis sabe cómo hacerlo, sabe cómo deslizarse por los poros acompasándose al verano que rocía los tejados, sabe cómo acariciar...
...Si fuera un perro me iría con cualquiera que supiera acariciarme o con cualquiera que fuera capaz de susurrarme Blue in green como lo hace Miles...
...Si fuera una mujer les prohibiría acercarse a mí a los hombres que no supieran acariciarme, que no me susurraran como si escucharan sólo para sí Kind of Blue, que no supieran qué hacer con la topografía de mi cuerpo...
...Si fuera un perro me iría con cualquiera que supiera acariciarme o con cualquiera que fuera capaz de susurrarme Blue in green como lo hace Miles...
...Si fuera una mujer les prohibiría acercarse a mí a los hombres que no supieran acariciarme, que no me susurraran como si escucharan sólo para sí Kind of Blue, que no supieran qué hacer con la topografía de mi cuerpo...
...Como en La Isla del Tesoro, que se refrescan el gaznate con ron, o como cuenta Thor Heyerdahl en La expedición de la kon-Tiki, un libro con formato de periódico que compré en una librería de la Calzada del Cerro, cerca de donde vivo cuando vivo en La Habana, por 4 pesos en moneda nacional: como cuando leía las aventuras de Heyerdahl en la Polinesia, con un vasito de ron a mi lado, como velando las palabras y mis pupilas, ahora me tomo un gin-tonic después de un día demasiado feroz, demasiado exigente con mi estrés y mi indolencia...
...Me gusta esa gente que se mueve como si sonara una música que sólo ellos son capaces de oír: encontrarse con alguien que tiene swing no tiene precio, y más si luego te transmite esa música, te la traspasa como si fuera la mejor de las cajas de resonancia...
...Me gusta esa gente que se mueve como si sonara una música que sólo ellos son capaces de oír: encontrarse con alguien que tiene swing no tiene precio, y más si luego te transmite esa música, te la traspasa como si fuera la mejor de las cajas de resonancia...
...Me llegó una postal de Nápoles que ahora está en una estantería sostenida por tomos de libros, entre una postal que me llegó de París y otro habanero libro con formato de periódico de Robert L. Stevenson...
...En concreto, la postal de Nápoles está sostenida por El largo adiós, de Raymond Chandler; por Terre des hommes y Corriere del Sud, uno en francés y otro en italiano, los dos de Saint Exupéry; Beberse la vida, la biografía de Marcos Ordóñez donde leí que la primera noche que Luis Miguel Dominguín y Ava Gardner durmieron juntos en un apartamento cerca del metro Bilbao, en Madrid, él se pasó la noche sosteniendo la mesilla junto a la cama para que los temblores del metro no despertaran al animal más bello del mundo, y Los siete locos, de Roberto Arlt...
...Sé que a quien me la ha mandado le gustará saberlo...
...Es bonito recibir postales de Nápoles en estos cibertiempos. Siempre pienso que si fuera empleado de correos no podría resistir la tentación de abrir algunas cartas o de leer las postales...
...Sé que a quien me la ha mandado le gustará saberlo...
...Es bonito recibir postales de Nápoles en estos cibertiempos. Siempre pienso que si fuera empleado de correos no podría resistir la tentación de abrir algunas cartas o de leer las postales...
...Hoy por la mañana fui al Correos de Cibeles, para mandar un paquete de casi tres kilos...
...El envío costó quince euros, y cuando saqué un billete de veinte para pagar, el empleado de correos me dijo que estaba roto: y efectivamente estaba roto, evidentemente roto por una de las esquinas que tiene la banda brillantita. Recordaba perfectamente dónde me habían dado el billete, así que tendría que ir a devolverlo, a pedir explicaciones...
...El empleado de correos era un hombre amable, y me dijo que lo aceptaría, pero que tuviera cuidado...
...Recuerdo que cuando vivía en Nápoles siempre miraba si el billete que me habían devuelto era verdadero o si tenía desperfectos. Aquí he perdido el hábito de hacerlo y me pregunto si se puede bajar la guardia tan alegremente...
...El envío costó quince euros, y cuando saqué un billete de veinte para pagar, el empleado de correos me dijo que estaba roto: y efectivamente estaba roto, evidentemente roto por una de las esquinas que tiene la banda brillantita. Recordaba perfectamente dónde me habían dado el billete, así que tendría que ir a devolverlo, a pedir explicaciones...
...El empleado de correos era un hombre amable, y me dijo que lo aceptaría, pero que tuviera cuidado...
...Recuerdo que cuando vivía en Nápoles siempre miraba si el billete que me habían devuelto era verdadero o si tenía desperfectos. Aquí he perdido el hábito de hacerlo y me pregunto si se puede bajar la guardia tan alegremente...
...No sé si dice poco de mí el hecho de que, frente a los vaivenes del cinco por ciento que parece que han prendido una mecha importante en el carajal social que tenía el país, y la falta de altura política de todos los políticos, o frente al seguimiento minucioso de las decisiones de un entrenador portugués al que no tengo el más mínimo aprecio, frente a eso, digo, la única noticia que he seguido con verdadero interés (dejando aparte mi deseo de que Antanas Mockus se convierta en presidente de Colombia) es la rocambolesca historia de un bombón que ha terminado mal, para desgracia del guionista que hay en mí: el bombón se llama Angie Sanclemente Valencia y cuando leía las nuevas noticias sobre el caso que iban apareciendo en los medios digitales argentinos, se me venía a la mente Vincent, de Don Mc Lean, donde dice eso de: este mundo nunca se inventó para alguien tan bello como tú...
...El gin-tonic todavía está por la mitad, mis tímpanos siguen teniendo sed, a pesar de que la trompeta de Miles sabe acariciarme. Es como si todavía quisiera sacarle un jugo suave y tranquilo a lo que queda de noche, como si quisiera seguir despierto a pesar de que me caigo de sueño, como si mañana no tuviera que levantarme temprano, como si quisiera seguir bailando por inercia, como esas mujeres borrachas y ridículas de algunas películas en blanco y negro o de mi vida, como esos borrachos pesados de ojos brillantes, como si estuviera sólo ante un precipicio de palabras no dichas y no fuera capaz de preguntarme: y ahora qué, ¿saltas o no?...
Miguel Ángel Maya
Madrid, 27 a 28 mayo, 2010