domingo, 12 de octubre de 2014

HISPANIDAD Y MIERDA




Llevo todo el día viendo en las redes sociales la espada o la pared, atrincheradas y sordas: bien añejos vivas a España y a los huevos peludos y a las pollas largas de los españoles que empezaron con Hernán Cortés follándose a la Malinche como solo un español puede hacerlo y terminó con Andrés Iniesta metiendo aquel gol en el minuto 116 a los holandeses; o bien supuestas frases de siempre sabios “indígenas”. Indígenas los llaman en todos esos carteles prefabricados, con rostros de Jerónimo, de Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa o incluso Eduardo Galeano, montevideano blanco muy blanco pero para la causa podría ser indio quechua, mapuche, náhuatl, seminola o cheerokee. Da igual que vaya vestido como Evo Morales, como Rigoberta Menchú o como los indios de los western; da igual Jerónimo o Galeano sobre todo cuando lo fácil es retwittear o compartir o megustear con solo mover levemente el índice. Qué más da, a ese señor con bigotito y bandera de España en el perfil que habla de los cojones peludos y negros de la españolidad lo ponemos en su sitio con deplorables frases sabias (siempre sabias, como eran todos los jefes indios de la América precolombina y preevangelizada) donde por boca de supuestos sabios indígenas se destaca la pureza humana, la bondad reinante, la sabiduría, las creencias en el dios de la lluvia y el dios del trueno, la felicidad natural de los hombres hasta que llegaron los españoles con sus crucifijos y sus biblias, terminando con el idílico paraíso de aquellas sociedades sabias y justas que vivían en total armonía con la naturaleza y respetaban a la madre tierra y demás sandeces. Resulta que no hay mayor etnocentrismo y menosprecio al otro, mayor racismo, mayor mendacidad, mayor miseria, que oponer al fascismo católico que reivindica las glorias del imperio español y la conquista y evangelización de América con esta serie de frases sin respaldo bibliográfico, que parecen salidas de la peor oficina de camisetas de Paulo Coelho. Desgraciadamente, nunca han existido los paraísos idílicos, ni la naturaleza humana ha sido nunca bondadosa ni respetuosa con el medio ambiente, ni los católicos españoles se encontraron con seres sabios que rezaban al dios de la lluvia y se respetaban los unos a los otros y convivían pacíficamente los unos con los otros sin relaciones ni abuso de poder, en igualdad de condiciones, sociales, políticas, económicos o de género, sino a otros seres humanos con defectos y virtudes, sociedades con conflictos, con escasísima justicia y con muchísimas injusticias, como todas las sociedades humanas; que adoraban a dioses despiadados, contaban con castigos terribles a los culpables, con sufrimientos indecibles de los más débiles y menos desfavorecidos y con una clase poderosa, rica, dominante, que ejercía el poder, explotaba, se aprovechaba en propio beneficio de los más débiles y castigaba despiadadamente a los que pretendían cambiar las cosas. Así ha sido en todas las sociedades humanas: unos pocos están arriba y ejercen el poder para mejorar sus propias condiciones de vida y una multitud está debajo y sufre sus desmanes. Eso fue lo que se encontraron los españoles católicos y evangelizadores por mucho que Galeano haya escrito panfletos demagógicos como “Descubrimiento”. Decir esto no hace que la conquista y evangelización de América deje de ser una putada. No es posicionarse a favor de una brutalidad innombrable y un sometimiento repugnante de otros seres humanos en nombres de los valores del imperio católico que los llevó a cabo. Decir esto no es justificar la barbarie terrible que fue. No hay que elegir entre la espada y la pared caricaturizando de forma irrisoria las posiciones ni convirtiéndolas en trincheras. Yo no elijo ni la espada ni la pared, y si el nivel dialéctico del debate de un día como hoy es ese, yo me bajo del mundo. Afirmo que la conquista fue un auténtico crimen sin matices ni atenuantes. Pero es faltar a la verdad insinuar siquiera de forma tan ramplona y tan sonrojante que antes de aquel crimen había humanos en paz y armonía cuando no había más que lo que ha habido siempre en toda sociedad humana: los que ponen las reglas del juego para sacar un beneficio y los que las sufren. Los que tienen el poder y los que no. Ese es el primer paso para aceptar de una puta vez quiénes somos colectivamente y qué lenguaje usamos para posicionarnos en el mundo como género humano. Ese es el primer paso para entender las dinámicas históricas que cada cierto tiempo llevan al género humano a inventarse Auschwitz. Describir el mundo adecuadamente y no teñirlo con palabras de mierda es el primer paso para cambiarlo. Si eso es lo que queremos. 

Miguel Ángel Maya
12 de octubre de 2014
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