...Sin acunarme, el mar, antiguo, arcaico, feroz y suave, ha sido capaz de renovarme, de acariciarme con su brisa, de cambiarme la piel sin hacer demasiado ruido, como yo necesitaba de este sur. Así me hacía falta el sur, con salitre y suavidad, con esa sensualidad de lo invisible...
...La brisa de Sanlúcar, el sabor del fino en el paladar, el sol en la cara, cuatro o cinco simplezas deliciosas que suponen algo parecido a la felicidad, me han zarandeado por fin, estremeciéndome y desentumeciéndome los huesos y la piel...
...Me hacía falta el levante para que se fueran algunas ideas de la cabeza, como el chupito de absenta, como dormir abrazado a ese cuerpo de aguas tan turbulentas como tranquilas, el origen del universo y del morbo, porque no hay nada más maravilloso cuando se está vivo que el cuerpo de ella oliendo a mar...
...Tampoco me imagino a mí mismo volviendo a Madrid después de estos días de sur, tan necesarios como dolorosos (huelo, presiento, intuyo, que este cambio de piel va a ser más profundo de lo que ella y yo imaginábamos)...
...(Aquí dejo una versión en italiano de Mar Antiguo. Me ha parecido simpática)...
Miguel Ángel Maya.
Sevilla, 12 abril, 2009.
domingo, 12 de abril de 2009
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4 comentarios:
En el norte sin embargo el mar corta e invita a mantenerse a flote en la barca invisible de un Caronte náufrago de sí. Reencuentro y renovación tienen unas cuantas palabras en común, pero la línea que las separa, a veces, se marchita.
Miguel con ese pedazo de mar, se me ha erizado la piel y me han crecido las ganas. Recordé quién sabe por qué una película que vi hace años, La chica de Trieste y sí, amigo, hay días en los que hay que entregarle al añil el dolor y las ganas, dejar a ambos fluir...De vez en cuando pasa por mi tendedera, por favor.
Miguel, ¡Cuánto palabererío encantador! Me basta saber que acá hay mar de sobra venir a oler!
Saludos desde el Sur!
Hay mares imprescindibles. Como algunos regresos.
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