«Los labios de Rebeca B. son frío,
acartonados y azules, sobre todo si el mar ha arrojado su cuerpo a la playa, y
ella está inconsciente. No hay mucha diferencia entre un beso y un boca a boca,
sólo que en el segundo caso su cuerpo está de este lado, pero lo más intangible
de ella está adentrándose en los confines de aquello, y que ella vuelva o se quede
enredada en esos confines depende de que mi aire llegue a sus pulmones en ese
desesperado beso. Si uno está enamorado de Rebeca B., tal vez la única
oportunidad que tiene de besarla es que la inercia del mar traiga su cuerpo
desmayado hasta la arena de una playa en cuyo horizonte se ven las siluetas de
los barcos petroleros más allá de la neblina. Una oportunidad entre un millón,
supongo, pero fue la única que yo tuve»
…Hace años, no recuerdo cuántos,
escribí esto. Sé que fue de noche. Sé que me desperté y lo escribí en el
cuaderno donde escribo los sueños, para que no se me olviden. No sé si era un
sueño o si se me ocurrió así, verbalizado y todo. Rebeca B. no se llamaba
entonces Rebeca B. y yo no era todavía el hombre que decía haberla salvado,
pero aquella noche lo escribí así, y después fue buscando acomodo como
principio de algo: fue rebotando, fue desencajando, aquel sueño o amasijo de
palabras en duermevela fue quedando relegado a nada, como muchas frases
supuestamente memorables que se quedaron ahí, en un papelito que uno encuentra
dentro de un cuaderno o un libro. Estas frases memorables que nunca llegan a
nada son una metáfora. Supongo que el éxito de las redes sociales tienen que
ver porque los trendic topic nos delatan y nos muestran cuánto formamos parte
de una extraña manada. Cuando se produce una estampida rara vez sabemos dónde
se encuentra el origen, simplemente vemos correr y nos ponemos a correr. ¿Por
qué pienso esto? Supongo que porque me encuentro a menudo perdido, por lo mucho
que a veces cuesta cada granito de arena, cada peldaño de la realidad que uno
cocina a fuego lento, que uno manda al carajo por su cuenta, sin esperar nada a
cambio, sin terminar de dar con el lugar al que quiere ir…
…Supongo que la escritura tiene
que ver con esa libertad, pero los pequeños gestos de libertad son a veces patéticos,
o conmovedores. Cuando la libertad es tan insignificante, cuando cada pequeño
gesto es un mundo, uno se siente un poco salmón y un poco cansado…
…Ahora pienso en el pequeño hijo
de Paco de Lucía recogiendo flores y dejándolas cuidadosamente en el féretro.
Me pareció conmovedor, pero tampoco sé por qué de todas las imágenes del
trendic topic Muerte+de+Paco+de+Lucía, del hastag #muertedePacodeLucía, del
tema Muerte, con mayúsculas, no puedo quitarme de la cabeza a ese pequeño niño
recopilando flores en sus manitas y el cuidado que ponía para que no se
resbalaran del ataúd. Si alguna se caía, él volvía a ponerla encima. No podía
dejar de seguirle los pasos al pequeño, desde la cámara de streaming que había
puesto El País…
…Traducir es la traición que más me
conmueve. El trasvase entre lenguas, los peajes que hay que ir pagando, el sacrificio
que hay que ir haciendo ante cada elección, hacia dónde decidir, en prejuicio
de qué lengua, de qué palabra, de qué sentido…
…La traducción creo que es mi topografía
más incierta pero a la vez aquella en la que me siento más perdido y por lo
tanto más alerta, más sensible, más feroz, menos ensimismado, más cómodo…
…La traición de Rebeca B. empieza
así. Firma el ajuste de cuentas entre lenguas Andrea Pezzé. Yo me emociono porque creo que es en estas cosas donde está radicalmente lo que de verdad importa…
«Le labbra di
Rebeca B. sono fredde, avvizzite e violacee, specialmente se il mare ha
depositato il suo corpo sulla spiaggia, e lei è senza conoscenza. Non c’è molta
differenza fra un bacio e una respirazione bocca a bocca, anche se nel secondo
caso il corpo si trova da questa parte, mentre la parte più recondita dell’essere
si sta addentrando nei confini dell’altra, e il fatto che lei torni o resti
avvinghiata in quella frontiera, dipende dall’arrivo della mia aria nei suoi
polmoni durante quel contatto disperato. Se uno è innamorato di Rebeca B., forse
l’unica possibilità di baciarla dipende proprio dall’inerzia della corrente, in
grado di spingere il suo corpo privo di sensi fino al bagnasciuga di una
spiaggia da cui si vedono i contorni delle petroliere all’orizzonte aldilà
della foschia. Una possibilità su un milione, suppongo, ma è anche l’unica che
ho avuto».
Miguel Ángel Maya
3 de marzo de 2014
P.D. La fotografía pertenece a la contraportada de El hombre que decía haber salvado a Rebeca B. (Editorial Alegoría) y está pintada por Ana Maya.