viernes, 28 de enero de 2011

ICEBERGS

Cuando era niña
en la noche de París
veía yo desde Neully
la torre Eiffel
Y creía que las luces
hacían feliz a la gente
Y que no se acostaban
para ver a las estrellas
subir al cielo negro
Lloraba antes de dormirme
porque sentía el placer
venir con las estrellas
de la noche.

Carmen Mondragón / Nahui Olin,
Calinement je suis dedant






...La música de Miles Davis no basta. El humo y los ojos rojos de tanto fumar, el revólver mojado, la pornografía seca no basta. Reescribir una y otra vez la escena: nada de "escribir por ejemplo: la noche está estrellada y tiritan azules los astros a los lejos". No, las ciudades están demasiado nevadas y debajo de la nieve hay demasiadas dioxinas como para decir esas sandeces. No seas impostor, le digo al tipo del espejo. Estoy en el baño de la estación de trenes, esperando que llegue Lily Marlene (and I came home without Lily Marlene). Soy cruel y tengo los colmillos afilados, y tengo que reescribir la escena jugándome la vida, no como el impostor que vuela detrás de la lagrimita, del polvo sin historia, del lento y breve goteo de saliva...




...Contenías la respiración y me besabas entre corales y peces, mientras allá arriba, en el mundo real, el aire te abría los poros, sus manos iban apartando pétalos de tus pliegues y se mojaban y éramos felices en una cama en la que yo no estaba, como en un cuento para niños, como en el andén donde se espera el regreso al que se ha apostado la vida. Pero eso no existe. La punta del iceberg está tan helada que quema, y la impostura pocas veces resiste más de un huracán, más de dos ginebras, más de tres besos, más de cuatro pupilas que taladran y esperan y ansían...
...He vuelto a reescribir la historia, ahora que no creo en ningún tipo de iceberg, ahora que miro la nieve como un crimen, ahora que ni la más turbia de las escenas se parece a nuestra respiración contenida, el derredor de corales y silencio, mi lengua lamiendo tu lejano y rojo bikini, tus pliegues y tus neuronas en otra parte...

Miguel Ángel Maya
Sevilla, 28 enero, 2011

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sus relatos me producen apnea, no puedo dejar de leer, mirar, saborear.


M.

Miguel Ángel Maya dijo...

...Muchas gracias, M., quienquiera que sea(s)...

Mnemea dijo...

Adoro tu mundo de corales y peces, de noches con los versos más tristes y de espejos que relejan colmillos afilados.